• 24/10/2018 02:01

Raíces musicales senegalesas en Francia

Senegal, en la costa occidental africana, fue por mucho tiempo una colonia francesa y constituyó un importante punto del comercio.

Senegal, en la costa occidental africana, fue por mucho tiempo una colonia francesa y constituyó un importante punto del comercio. En un principio, la nación europea se aprovechó del negocio de los esclavos y estableció allí su sitio estratégico para relaciones con otras regiones. Este intercambio impactó la cultura de ambos lugares, incluso luego de alcanzar su independencia y como consecuencia de la presidencia del poeta Leopold Senghor.

La música senegalesa se caracteriza, al igual que otros puntos vecinos, por el predominio de los ritmos a base de la percusión. Hay amplia tradición con el ‘mbalax', un ritmo considerado ‘endiablado' y sus instrumentos característicos, como el sabar y el tamar, que pertenecen a la cultura local y que suelen animar las celebraciones tanto folclóricas como aquellas civiles y familiares.

Pero este país también tiene una antigua expresión ligada a la vida de los pueblos; la de trovadores que viajaban entre las comunidades para recoger las historias y con ellas componer recuentos musicales. Se trata de los ‘griots', narradores o músicos ambulantes que basaban sus cantos en experiencias o anécdotas que iban surgiendo en cada comunidad o caserío donde llegaban a exponer sus artes.

Es una especie de bardo, que tiene un gran repertorio y domina la improvisación sobre los acontecimientos que se encuentra a su paso por los poblados. El concepto ‘griot', proviene de una transliteración francesa de la palabra portuguesa que alude a ‘criado' o ‘sirviente'. La capacidad creativa les permite también incluir en el contenido de sus narrativas corales temas relacionados con la vida política, a través de la sátira y chismes.

En ese contexto se formó Ablaye Cissoko en Senegal. Su verdadero nombre, Kimintang Mahamadou Cissoko fue un griot, cuyo instrumento, la kora –una especie de caja ovalada con cuerdas, se ubica entre las piernas para ser percutida—, anduvo por caminos y poblados mandingos. Trascendió su país e ingresó al mercado internacional por la ruta de conciertos y conjuntos de músicos con quienes coincidió en la expresión de jazz.

Estuvo en Panamá junto a algunos de ellos y ahora regresa con el baterista francés Simón Goubert para exponer el trabajo del African Jazz Roots Quartet, presentado por World Music Panama y Óscar Producciones. Su concierto tendrá lugar este jueves 25 de octubre en el Ateneo de la Ciudad del Saber.

El historial de Cissoko es amplio y constituye una importante búsqueda de sonidos que integren esos antecedentes históricos africanos y la riqueza rítmica, basada en la percusión con la melodía contextual de la instrumentación moderna. Tiene unos 35 discos en que ha participado como líder o en colaboración. Entre sus colegas de profesión están Randy Weston, François Jeanneau, Eric Bibb, Sophia Domancich, Majid Bekkas y Volker Goetze.

En esta gira ha formado un cuarteto con Simón Goubert, quien originalmente interpretaba el piano y logró varios grupos; Welcome (1993), BFG (1999), Soft Bounds (2004). En 1996 le entregan el premio francés Django-Reinhardt que se ofrece a quienes descuellan en la interpretación del jazz. Fue el primer baterista en obtenerlo. Junto a Cissoko produjeron African jazz roots, que rinde homenaje a la música de John Coltrane.

La trayectoria de Cissoko es considerada valiosa por la crítica internacional. Su obra se caracteriza por ‘la sensibilidad, gracia, inteligencia, los valores de una generosa tradición y canta con sinceridad acerca de la paz y respeto por el otro', han afirmado. Es incesante su entusiasmo en la integración de los sonidos extraídos desde los instrumentos tradicionales y la expresión electrónica para lograr una profundidad que llega a los sentimientos.

La presentación de este cuarteto africano-europeo permitirá conocer el nuevo proyecto armónico que abrirá horizontes novedosos. Hay que ir a verlo mañana.

PERIODISTA

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