• 14/11/2018 01:00

Profesión de compromisos

Es un principio constante de adoptar compromisos. 

El ejercicio del periodismo ha sido catalogado como un oficio, que no obstante estar desvinculado de una práctica azarosa como la del minero, un bombero y otros que trabajan junto al peligro, contiene algunos riesgos cotidianos. La cifra ascendente de incidentes, a veces fatales de quienes se dedican a la cobertura de hechos, demuestra que —sobre todo en América Latina— la seguridad suele dejar desamparados a quienes se ocupan de tal tarea.

Pese a estas contingencias, el producto del esfuerzo informativo debe ser responsable, completo, documentado con la finalidad de acercarse lo más posible a la naturaleza de los acontecimientos. O también, traer a la luz, una conducta o secuela de actividades que parecieran no existir, merced a una mano poderosa o encumbrada que intentó escamotear la realidad y sembrar un manto de confusiones con pistas aparentes y falsas.

En ocasiones hay que enfrentar a un auténtico artífice de rutas que se pierden en laberintos. Se requerirá seguir con herramientas como la lógica, el análisis prolijo, aquellas trazas o cuentas con datos desdibujados o borrados para poder esclarecer cómo se ha conducido alguien, una corporación o un club de delincuentes que juegan con el prestigio y la cordura de instituciones, entes y con la sociedad en su conjunto.

Es un principio constante de adoptar compromisos. Primero con el propio lenguaje. ¿Cómo ser eficiente con un discurso que debe ser sencillo, pero a la vez culto? Necesita transferir a la comunidad los hechos cotidianos y hacer que la audiencia se informe, comprenda, analice y participe de los cambios y decisiones que ella debe tomar. Explicar las implicaciones de los aspectos notables; pero también de las patologías sociales.

Hay una permanente conducta de actualización y la necesidad de ser el primero en armarse con tales recursos expositivos. Está obligado a investigar para comprender mejor los detalles de los referentes que deben llegar al público. Cohecho, cambio climático, Sistema Penal Acusatorio, resiliencia, paraíso fiscal, síndrome (en todos sus usos), son algunos términos que requieren dominarse con meridiana eficiencia.

Esto implica también, una preocupación por el manejo de los instrumentos y la tecnología que evoluciona. El campo de trabajo, las técnicas y los productos periodísticos se han transformado sensiblemente. Los viejos esquemas del siglo pasado ya no son tan efectivos. ¿Cómo hablar de la estructura tradicional de la entrada, cuerpo y desenlace en una realidad de 280 caracteres que debe circular casi simultáneamente a aquello que se narra?

Aquella noticia de la dama que cayó de un piso 23 mientras se hacía un ‘selfy' en el barrio El Cangrejo en la ciudad de Panamá dio la vuelta al mundo antes de que el primer periodista llegara al sitio del accidente por un video y la voz en off del testigo.

Por otro lado, están los peligros que se asumen cuando se indaga para un reportaje por efecto de las circunstancias alrededor de los acontecimientos. El continente está lleno de reporteros o comentaristas que han sufrido la persecución, difamación, amenazas, atentados y muerte. Hay países donde los porcentajes de asesinatos de periodistas son absurdos; a pesar de ser democracias y exista el estado de derecho.

En el otro extremo están las tentaciones. Esa estrategia de plata al amigo, palo al que no se define y plomo al enemigo, en ocasiones tiene al periodista como el personaje. Muchas veces, la pluma sucumbe ante los cantos de sirena y entonces quien debe brindar la noticia, se torna protagonista de reconocimientos inmerecidos y sobresale hasta en sitios exóticos donde no ha ido a buscar información, sino a disfrutar. A eso le llaman suelen llamar éxito.

Es una profesión asediada por múltiples factores en crisis; pero que requiere de espíritus comprometidos con la vocación de la verdad.

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