• 12/12/2018 01:03

Ley de Moore, la Contraloría y nuestra educación

Estos adelantos ofrecen beneficios tangibles en nuestras actividades cotidianas, que de otro modo serían impensables: teléfonos inteligentes

La Ley de Moore, que no es una ley de ciencia, sino una observación sobre desarrollo tecnológico, fue publicada por primera vez en 1965 por Gordon Moore. Su hipótesis consistía en que la velocidad y potencia del procesador de computadoras —chip— se duplicaría cada dos años; posteriormente redujo el cambio a 18 meses. La teoría ha tenido repercusiones prácticas beneficiosas en la cotidianidad de nuestras vidas.

Recordamos los primeros transistores del tamaño del borrador en un lápiz. En 1974 un teléfono móvil pesaba dos libras, medía un pie y medio, y valía US$4000.00; y en 1976 una supercomputadora de 5.5 toneladas costaba US$8.0 millones y ocupaba un salón completo. Hoy disfrutamos de la tecnología moderna que aumentó de 2300 transistores en un microprocesador en 1971, a uno de 1.3 millones en 2011. Hasta 1980 los transistores medían un micrón, la milésima parte de un milímetro, y a principios de este siglo, se redujeron a 0,1 micrón, posibilitando los gigabytes de memorias y los microprocesadores de gigahertz. Hoy la nanotecnología ha logrado transistores más pequeños que un virus, y partículas atómicas todavía más pequeñas que proporcionan mayor rapidez.

Estos adelantos ofrecen beneficios tangibles en nuestras actividades cotidianas, que de otro modo serían impensables: teléfonos inteligentes, computadoras personales, tabletas; GPS para rastrear transportes, encontrar mascotas o estudiar hábitos de animales salvajes; sistemas de seguridad, inclusive seguridad personal; vehículos de conducción autónoma y mejor rendimiento de combustible; atención y consultas médicas remotas, sistemas educativos, producción de energía; internet de las cosas; videojuegos, películas, programas de TV digitales; relojes, anteojos, joyas, prendas de vestir, electrodomésticos. Un computador o un teléfono inteligente de hace cinco años hoy es considerado anticuado.

Mejor aún es el cada vez más bajo costo de esos servicios y productos. Según el experto español en informática, Miguel Ángel Navas, los costos de sistemas de mayor potencia disminuyen alrededor del 30 % al año y se pueden ofrecer productos con mucho más poder a menor precio para los consumidores. Extrapolando la Ley de Moore a otras actividades actuales, podría pensarse que un vuelo Panamá-Madrid costaría 1 centavo y tomaría 1 segundo; y que un automóvil con un tanque de gasolina costaría pocos centavos con autonomía para recorrer cientos de miles de kilómetros.

Pero existe una limitante a la Ley: una vez creados, no habría posibilidad de producir transistores ultramicroscópicos de tamaño más pequeño, como las partículas atómicas; y las velocidades no podrían aumentarse, reduciendo así el crecimiento en el mercado de las CPU.

Es cierto que el número de transistores por pulgada cuadrada se ha duplicado aproximadamente cada año y medio. Según el tecnólogo mexicano, Carlos Fernández de Lara, debido a que la Ley de Moore sugiere un crecimiento exponencial, es poco probable que esa teoría continúe ejecutándose indefinidamente; la mayoría de los expertos sugiere que la Ley podría llegar en 2021 a un punto en el que las partículas no podrían reducirse adicionalmente por tratarse ya de átomos. Salvo que se encuentre otro medio conductor, aún no descubierto, no se prevé aumento sustancial de las velocidades.

El experto Navas concluye que la Ley de Murphy ha demostrado ser correcta y ella explica los avances logrados en la era digital para poder guiar la planificación y también establecer objetivos para la investigación y desarrollo.

Ante la posibilidad de que nuestra Contraloría rehúse refrendar becas por mérito reconocidas por Senacyt para estudios superiores relacionados con la era digital, vale cuestionar si compete a esa entidad fiscalizadora censurar la capacitación de panameños en temas atinentes a aplicaciones de la nanotecnología que necesita el país.

EXDIPUTADA

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