• 06/02/2019 01:03

¿Ignoramos lo que otros conocen sobre nosotros?

Las características de la sociedad orwelliana son aterradoras

Cuando, a mediados del siglo pasado, George Orwell publicó su novela ‘1984' —que constituyó un éxito en ventas en todo el mundo y cuyo guión dramatizado fue radiado en Panamá— se le consideró como un ejercicio en ciencia ficción, nacido de su fecunda imaginación. Sin embargo, muchos expertos repiensan esa idea inicial y temen que, con la tecnología moderna y las redes sociales, el Gran Hermano orwelliano no se limita a ser producto de la imaginación del novelista, porque ven indicios de que estamos en posición de poder vigilar y controlar actividades y mentes de los ciudadanos.

Las características de la sociedad orwelliana son aterradoras. En ella se manipula la información, se ejerce vigilancia masiva de los ciudadanos, sobre todo de los opositores al grupo gobernante, y se practica la represión política. Esa sociedad estaría formada por tres grupos: la cúpula dirigente del Partido Único; una burocracia vigilada, controlada y adoctrinada, carente de criterio propio, obligada a participar en manifestaciones públicas apoyando al régimen; y, por último, una masa de gente reprimida y asfixiada a nivel de mera subsistencia, pobreza e ignorancia para que no pueda ni quiera protestar. Por disposición del Partido Único para impedir ideas opuestas se eliminarían del vocabulario corriente ciertas palabras comunes para reemplazarlas con términos inventados por el régimen bajo la teoría de que lo que no forma parte del léxico implantado no puede ser siquiera pensado.

El peligro es latente; no teórico. El escándalo que involucró a Facebook viene muy al caso y su creador, Mark Zuckerberg, tuvo que responder ante instancias legislativas de varios países por haber compartido con terceros, sin el consentimiento requerido, datos personales con alto valor político colectados en su plataforma. Por descuido, negligencia o lucro, se compartieron datos de millones de usuarios con un excepcional valor para personas interesadas en sacarles provecho económico o político. El caso Cambridge Analytica mostró el uso de datos políticos para afectar elecciones populares; consistió en el pirateo de datos de 50 millones de electores cuyas preferencias fueron analizadas sin su consentimiento. Se alega que tuvo un efecto directo en los resultados de esas elecciones.

Cierto que estos datos personales son en su mayoría entregados conscientemente a las redes sociales por los usuarios que voluntariamente lo deciden, pero el carácter de su manipulación y su integración con datos obtenidos de otras fuentes resulta en un producto peligroso que atenta contra la privacidad e intimidad de los usuarios.

Gracias a la tecnología, que avanza vertiginosamente, es posible que nuestras actividades e intereses personales sean llevadas a un archivo único individual: nombres, fecha y lugar de nacimiento, direcciones, agendas telefónicas, profesiones y ocupaciones, ‘hobbies', familias y amistades, compras de artículos o servicios por internet, tarjetas de crédito y pagos, deudas y transacciones bancarias, gustos culinarios y preferencias políticas partidarias o no, fotos y comentarios, conflictos legales en trámite o investigaciones judiciales presentes o pasadas, actividades en plataformas de Google, WhatsApp, Instagram, LinkedIn, etc.

Es común experimentar cómo algunas empresas registran nuestras transacciones para mercadear sus productos con mayor eficiencia. Vemos que al adquirir ciertos productos por internet pronto se reciben ofertas de productos similares o sucedáneos; y también, sin nuestra solicitud expresa, se nos ofrecen películas de géneros similares.

Se demuestra a cada paso que nuestros gustos, preferencias, actividades, relaciones familiares y comerciales pueden quedar registrados, archivados, analizados, compartidos con terceros sin nuestro conocimiento. Con la mezcla de datos personales es posible producir información valiosa para ser usada por terceros con propósitos políticos o comerciales desconocidos. Y podría ser un paso al mundo imaginado por Orwell.

EXDIPUTADA

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