• 09/02/2019 01:00

La tragedia de los comunes

‘[...] mientras exista el incentivo económico a incurrir en la conducta oportunista, continuará habiendo personas que incurran en ella [...]'

La tragedia de los comunes es el fenómeno consistente en que aquellos recursos cuya explotación es de libre acceso (recursos comunes), todos los aprovechan pero nadie los cuida, y peor aún, se da una carrera para sobreexplotarlos más allá de su capacidad regenerativa a largo plazo. La tragedia de los comunes tiene importantes efectos negativos económicos y ambientales.

La sobreexplotación de recursos pesqueros es un ejemplo típico. Cada pescador individualmente puede estar muy consciente que la sobrepesca llevada en el presente puede llevar a una menor pesca en el futuro, y aún así incurrir cada uno individualmente, en la sobrepesca. ¿Por qué lo hace, si sabe que ello no le favorece a largo plazo? Quizás nuestro pescador piensa «mi pesca es tan pequeña comparada con la pesca total en el área, que el hecho de que yo pesque un poco de más no generará un efecto notable sobre la capacidad de regeneración de las especies que estoy pescando». Generalmente, el pescador estará en lo correcto, en sentido de que si él fuese el único que pescase abundantemente, ello sería insuficiente para reducir la capacidad reproductiva de las especies que él está pescando. El problema está en que él no es el único pescador que piensa así. Muchos pescadores piensan exactamente lo mismo que nuestro pescador original, y por tanto son muchos los que comienzan a tratar de sacar el máximo provecho inmediato de la riqueza ictiológica, a costa de afectar negativamente la capacidad regenerativa de la fuente del recurso. Transcurridas unas cuantas generaciones con este comportamiento colectivo de los pescadores, se percibirán los efectos nocivos con el agotamiento del recurso.

La tragedia de los comunes se da porque en régimen de libre acceso a la fuente del recurso, el incentivo de cada individuo explotar el recurso lo más que pueda hoy, pues si no lo hace él, otro lo hará. ¿Cuál es la solución? ¿Una mejor educación de la población? El problema con esto es que mientras exista el incentivo económico a incurrir en la conducta oportunista, continuará habiendo personas que incurran en ella, lo que a su vez hace aún más pesada la carga para quienes sí cumplan con las normas establecidas de aprovechamiento del recurso. Ante tal situación, en ausencia de un mecanismo externo que permita asegurar el cumplimiento de las normas de explotación establecidas, será inevitable el eventual agotamiento del recurso.

Elinor Ostrom, quien fuera reconocida en 2009 con el llamado ‘Premio Nobel de Economía' (que en realidad es el Premio del Banco de Suecia en las Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel) por su aporte académico sobre el fenómeno de la tragedia de los comunes, observó que dicho fenómeno suele ser bien resuelto en comunidades muy pequeñas, porque en estas la dinámica de grupo pequeño permite el establecimiento de normas que limitan la explotación del recurso para mantenerla dentro de la capacidad regenerativa de su fuente. Sin embargo, cuando la demanda del recurso es de tal magnitud que son muchas personas las que lo quieren explotar, el fenómeno de la tragedia de los comunes surge como consecuencia inevitable, salvo que se puedan delimitar derechos de propiedad privada que generen el incentivo en los propietarios de la fuente a preservar la capacidad regenerativa de esta.

No siempre es practicable el reconocimiento de derechos de propiedad. ¿Cómo delimitamos de manera práctica derechos de propiedad sobre los recursos ictiológicos del mar? Históricamente no ha sido fácil hacerlo. Para estos casos las sociedades han intentado diferentes soluciones. La solución más empleada es la de establecer legislación y monitoreo sobre formas de aprovechamiento, legislación que puede incluir políticas como las vedas temporales durante la época de reproducción (como la veda del camarón en nuestro país); prohibición de pesca de especímenes menores a cierto tamaño; restricción a ciertas técnicas pesqueras (como el uso de explosivos), y otros. No obstante, en diversos países se ha establecido sistemas de asignación de cuotas de pesca —algunas de las que son incluso transferibles— con resultados muy buenos, en sentido de que (ha) logrado revertir previas tendencias de merma de los recursos pesqueros. Países como Islandia, Nueva Zelandia y Australia son pioneros en el establecimiento de esto, que se conoce como Cuotas Individuales Transferibles (ITQ, en inglés), y hoy día Namibia cuenta también con un sistema similar, con resultados bastante buenos. Lo cierto es que la tragedia de los comunes ocurre solo allí donde no hay derechos de propiedad.

ABOGADO

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