• 14/02/2019 01:02

‘Ayuda humanitaria' y ‘responsabilidad de proteger'

En Libia, el pretexto era que el ‘dictador' Muamar Gadafi violaba los derechos humanos, específicamente, de los de piel oscura. 

Se pretende ofrecer ‘ayuda humanitaria' a Venezuela para colarle una ‘responsabilidad de proteger'. Ambos son conceptos, mas no normas de Derecho Internacional, que motivan debates teóricos. Pero no hay ni tratados ni decisiones del Consejo de Seguridad de la ONU que las avale. La Asamblea General solo recomienda.

La ayuda humanitaria se deriva del derecho humanitario. En cambio, la responsabilidad de proteger se ha aplicado como derecho de intervención, un delito que no puede constituir un derecho o una responsabilidad.

Como expresidente del Servicio Paz y Justicia en Panamá (Serpaj-Panamá), participé hace 16 años en una reunión de la ONU en Costa Rica para examinar dichos conceptos, invitado por la Fundación para la Paz de Oscar Arias. Propuse (y fue aceptado) que Centroamérica rechazara la ‘responsabilidad de proteger', mientras no se aclarara que el Estado receptor de ayuda debía autorizarla para que no fuese una facultad intervencionista.

La ‘ayuda humanitaria' y la ‘responsabilidad de proteger' de EUA han ocasionado millones de muertos, heridos y desplazados en Irak, Yugoslavia, Libia, Somalia y Siria, entre otros países. Yugoslavia fue invadida sin aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU. Slobodan Milosevic, presidente constitucional de Serbia, fue acusado de limpieza étnica y genocidio por EUA y la OTAN y encarcelado por el Tribunal Penal Internacional. Diez años (2016) después de su fallecimiento, en extrañas circunstancias, dicho Tribunal lo exoneró de todas las acusaciones.

En Libia, el pretexto era que el ‘dictador' Muamar Gadafi violaba los derechos humanos, específicamente, de los de piel oscura. Pero Libia tenía los más altos índices de desarrollo humano y el PIB más alto de África. Es cruel paradoja que la Comisión de Derechos Humanos de la ONU había premiado un año antes a Libia por el progreso obtenido justamente para su población de color. El motivo real era otro: Gadafi intentaba abandonar la zona del dólar e instaurar moneda propia en el continente africano.

Gadafi fue atrozmente asesinado por hordas terroristas que dejaron al país en un caos, repartido entre bandas criminales y sin posibilidades de restaurar institucionalidad alguna. En la piñata que hicieron con Libia, Bélgica le robó billones de dólares a Gadafi. Igualmente EUA y el Reino Unido le han incautado billones de dólares a Venezuela y destruido su economía, aplicando pérfidamente el binomio de ayuda con intervención.

No puede ayudarse ni protegerse a ningún Estado sin su aprobación. Claro está que EUA no quiere proteger sino destruir a Venezuela, por lo que la presunta ‘ayuda humanitaria' que debe preceder toda ‘responsabilidad de proteger' se desploma como castillo de naipes.

Veamos el caso de Panamá. No había ningún problema con Manuel Antonio Noriega hasta que este rechazó decenas de órdenes de Washington (10 diciembre 1985); en primer lugar, que Panamá encabezase un ataque a Nicaragua sandinista y rompiera con Japón, que intentaba ampliar el Canal. De haberse sometido Noriega, todavía estaríamos contando cadáveres y viendo cómo carajo expulsar a las tropas de EUA.

Las sanciones de enero de 1988 calificaban al —Régimen Noriega-Solís Palma— como ‘extraordinario peligro para la seguridad nacional de EUA' en un decreto que calcaron para guillotinar a Venezuela en 2016. EUA ‘reconoció' a Eric Arturo Delvalle como presidente, designado sin elecciones por una Asamblea que más tarde lo proclamó como ‘traidor'. El marioneta huyó a Washington, que incautó cientos de millones de dólares del pueblo panameño, de los cuales le arrojaron una pitanza a un fantasmagórico ‘Gobierno en el exilio'.

Washington se apropió en Miami de dos aviones de Air Panamá y aplicó sanciones comerciales, económicas, bancarias, monetarias y diplomáticas, además de retener los pagos anuales (en violación del Tratado) que la Comisión del Canal de EUA debía entregar a Panamá.

Con los dineros robados, Washington le donó a la oposición oligárquica diez millones de dólares para que ganaran las elecciones de 1989 (no hubo informe de gastos) intervenidas por agentes de la CIA que el Gobierno de Noriega capturó infraganti.

EUA produjo una ‘crisis humanitaria' (el dólar, moneda circulante, desapareció), y Washington apoyó una Cruzada Civilista para impulsar ‘el fin de la dictadura', porque ‘ponía en peligro el Canal y las vidas de estadounidenses', algo que desmintieron los jefes del Comando Sur y del Estado Mayor Conjunto de la Casa Blanca, que se oponían a la invasión y por eso fueron despedidos.

La DIA (Defensa) y la CIA fracturaron a las Fuerzas de Defensa, les incautaron sus armas, desmantelaron el aparato militar (que no era ejército y carecía de fuerza aérea o naval) y juramentaron en la base militar de EUA en Clayton a un régimen marioneta, algunos de cuyos miembros sí tenían expedientes comprobados en Atlanta y Miami por narcotráfico y lavado de dinero.

Hubo un cambio de régimen con un uso de la fuerza no autorizado por el Congreso, por la OEA o por Naciones Unidas, que condenó la invasión.

¿Y la tan cacareada ‘ayuda humanitaria'? Prohibieron entrar a la prensa nacional y extranjera; encarcelaron a miles en campos de concentración y ametrallaron a la Cruz Roja. La única ayuda humanitaria real que intentó llegar —principalmente de Cuba— fue detenida en la frontera entre Costa Rica y Panamá, en Paso de Canoas.

El libreto, pues, está servido, pero los tiempos han cambiado, y Venezuela no es Panamá.

EL AUTOR ES INTERNACIONALISTA Y EXASESOR DE POLÍTICA EXTERIOR.

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