• 09/05/2019 02:01

Presidente Nito Cortizo: la cirugía institucional o el caos

Emerge un nuevo Gobierno ante la obcecada incomprensión del que quedó en segundo lugar

Apenas pasan las gomas partidarias y la inédita e histórica tensión de madrugadas —para esperar la bendición del Tribunal Electoral entre entusiasmos y depresiones vistas en vivo— hasta tener sello oficial el nombre del nuevo presidente. Con estrecho, pero sostenido margen, suficiente para una victoria honrada, Laurentino Cortizo Cohen es el séptimo mandatario posinvasión militar de Estados Unidos, que desangró el país, por la terquedad del que ostentaba el mando de facto y los pecados no confesos del grupo militar y civil que lo rodeaba.

Emerge un nuevo Gobierno ante la obcecada incomprensión del que quedó en segundo lugar, y ante un panorama muy distinto al que hayamos tenido en la historia republicana.

El Partido Revolucionario Democrática, nacido en maternidad de cuarteles, de su padre Omar Torrijos Herrera, pronto quedó convertido —pese a ser ‘hijo amado de un dictador'— en el más democrático de la historia. Mordió en los dos últimos procesos electorales el polvo de la derrota, aún siendo el de mayor cantidad de adherentes, manchado por un grupito de promovedores del pillaje patrimonial entre sus ‘dirigentes nacionales/miembros activos del Parlamento'.

Nito Cortizo toma la bandera nacional en sus manos, más por su prestigio personal y perseverante trabajo apegado al mejor estilo del ‘Patrullaje Doméstico', que por la meritocracia de sus cuadros partidistas principales. Igual que todos los partidos, sin excepción, el PRD se manchó de dólares del pueblo, sin propósitos de enmiendas. Le toca al nuevo presidente marcar pautas muy firmes, como lo ha dicho ya en repetidas ocasiones el ungido, en una república que de a malas lo sigue siendo con todas las instituciones públicas malolientes. Ello ha traído ese innegable aire fresco de aspirantes presidenciales por libre postulación, entre los que indudablemente se llenó de merecido laurel Ricardo Lombana, que batió un récord en colecta pública de votos, por encima del más antiguo partido existente, el Panameñista. De igual modo, unos cuatro o cinco aspirantes a diputados nos mostrarán rostros nuevos que remozarán el hemiciclo legislativo.

Panamá no está para juegos politiqueros. La Asamblea tiene olor fétido, igual que la Corte Suprema. El propio Ministerio Público —árbitro de los procesos penales— ha sido acusado de ‘justicia selectiva'. El saliente mandatario se despide con una nota muy baja en credibilidad y confianza. Político ducho, Varela no logró en cinco años sintonizarse con el dial del pueblo; él dice lo contrario. Juró ‘la cero corrupción' y no pudo con la múcura, y terminó cooperando con las mafias políticas. Se va con más penas que glorias.

Nito Cortizo lidiará históricamente con un peso gigantesco. En las breves ocasiones en que he tomado contacto con él para estos meses de campaña, le siento no solo el interés, sino una especie de juramento íntimo de que ‘no quiere salir como lamentablemente lo han hecho los últimos mandatarios', por la puerta de la cocina y con aires de fugitivos.

Él, lo creo con firmeza, desea dejar un buen legado, algo que por ahora parece un imposible frente a la codicia voraz de los grupos del poder. No me refiero solo a diputados y funcionarios. Ingreso en esa lista a los empresarios y comerciantes ‘fenicios' que esperan de los presidentes su aval para festinar, aumentando la terrible y negra brecha de los pocos que tienen de todo y más, frente a los que ignoran si comerán mañana.

Nuestro pueblo, con unos cuatro millones de seres, y un presupuesto de 23 mil 669 millones de dólares, no tiene quien le dé excusas para no repartir bien tan voluminoso patrimonio. Miremos aquí cerca, El Salvador, con una población estimada en seis millones y medio, tiene para el 2019 un presupuesto de 6 mil 733 millones de dólares. Lo superamos por 17 mil millones. ¡Increíble!, somos una potencia económica comparativamente.

Presidente Laurentino Cortizo Cohen, cumpla sus sueños de que en cinco años, aunque no todo sea aplausos —imposible en política—, usted pueda pasearse sin escoltas por cualquier centro comercial, sin un ápice de culpas. Dios lo guíe para bien de todos, aún de sus adversarios.

CORONEL RETIRADO Y ABOGADO.

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