• 07/07/2019 02:03

Siempre a mi manera

‘Recientemente hice una tarea largamente pospuesta: contar los artículos publicados hasta el 23 de junio 2019: son 706 escritos [...]'

Fue en enero de 1992 que en la página de Opinión del diario La Prensa apareció publicado mi primer artículo, ‘Saber mover las maracas' escrito sin otra intención que dejar en blanco y negro mi opinión, nada cariñosa, sobre el interés en política que ya dejaba ver Rubén Blades. Ese artículo y dos escritos más que se publicaron a los pocos días, no fueron escritos para la prensa pero mi buen amigo, Warland De Janon, los consideró publicables y así empezó este camino de 27 años y 6 meses de teclear como opinante por la libre, a mi manera, sin restricciones, sin ‘seguir líneas' (que nunca nadie se atrevió a señalarme). Mis escritos, tal como lo permite el artículo de opinión, son subjetivos pero sin irrespeto, ni calumnia, sin exponer la vida privada de las personas a quienes aluden. Escritos desde mi perspectiva personal, con tono a veces serio y crítico, otras veces jocoso, acudo a la ironía, al lenguaje llano y las expresiones coloquiales; sin pretensiones de erudición. Y con plena aceptación de que dependiendo de sus intereses o convicciones el lector elogia, rechaza y hasta llega al insulto, todo como gajes del oficio a los que, a pecho abierto, nos exponemos los opinantes. Dejo constancia de que ninguno de los medios que publicó mis escritos ejerció censura alguna.

‘[...] durante semanas haya reflexionado sobre ‘guindar los guantes' como columnista. Mi decisión fue cerrar este capítulo de mi vida [...]'

Recientemente hice una tarea largamente pospuesta: contar los artículos publicados hasta el 23 de junio 2019: son 706 escritos a los que les dio espacio La Estrella de Panamá, el difunto El Universal, La Prensa y El Panamá América (antes de los actuales propietarios). Fue inevitable que al contarlos leyera los títulos; algunos, como ‘Gaturro y los siete pecados capitales', ‘La cofradía de los tontos', ‘Ni Dios con peones', ‘Si no está en las páginas amarillas' ‘Confusión con los poliquetos', y ‘El síndrome del tatai' me hicieron sonreír. Otros despertaron malos recuerdos por las mismas razones que hoy siguen despertando mi contrariedad, desprecio, vergüenza, frustración, etc. Apachurra el alma ver que lo único que ha cambiado son los personajes (no todos, algunos como pegados con krazy glue), lo que hace esa notoria realidad aún más amarga. Es descorazonador que los males que carcomen a gobiernos y sociedad siguen vivitos, coleando y hasta perfeccionados; que el concepto ‘corrupción' se haya desdibujado tanto que en su insolencia y soberbia el corrupto se considere inocente.

No escaparon de mi teclado personaje, s internacionales como George Bush, Bill y Hillary Clinton, Chirac, Fujimori, Oscar Arias, Vargas Llosa, García Márquez, Eduardo Galeano, Duterte, Donald Trump, Mónica Lewinsky, Christine Lagarde y muchos más. Fueron frecuentes mis escritos sobre los gobiernos desde el del risueño presidente Guillermo Endara hasta `Juan Carlos Varela, cuyo quinquenio de gobierno llegó a su final hace una semana. Entre los temas que aparecen consistentemente en mis escritos están la corrupción; la impunidad; la pésima calidad de los programas de televisión; la falta de educación en salud sexual y reproductiva; los depredadores de las riquezas naturales; el anémico y deficiente uso del lenguaje; la baja calidad de los diputados (antes legisladores) en varios sentidos; el consumismo; la drogadicción; el desamor; los decepcionantes carnavales; los prejuicios (de todo tipo), etc. Pero también dediqué escritos a recuerdos gratos, a las madres, a los amores, los hijos, nietos, amigos, maestros; a los libros; al viejo barrio; a los inventos y la ciencia; al anciano del violín a quien le pedía interpretar ‘Los suspiros de una fea'. También a Hogares Crea, Operación Sonrisa, Hogar Malambo, fundaciones con fines benéficos, a hermosos gestos de solidaridad, etc.

Todo lo anterior para explicar que durante semanas haya reflexionado sobre ‘guindar los guantes' como columnista. Mi decisión fue cerrar este capítulo de mi vida que cierro con este escrito. No me marcho por culpa del calendario ni porque las neuronas se apagaron ni porque me convenció el argumento de que ‘los viejos' debemos apartarnos para no estorbar a la juventud. Nada de eso. Solo dejo el espacio dominical de la columna ‘A mi manera' con el que me honró la dirección de La Estrella de Panamá, diario que marcó y sigue marcando rumbos de prestigio y respetabilidad. Sé que seguirá tentándome escribir; tal vez continuar con la tarea de recoger los cuentos que he escrito durante varios años, ‘peregrinos', como llamó García Márquez los doce cuentos que durante dieciocho años mantuvo dando vueltas. Dejar marchitar las ilusiones, las esperanzas, la voluntad para protestar y exigir, es hacerle un agujero a la vida. Escribir no permitirá que se marchiten. Hasta pronto... y gracias.

COMUNICADORA SOCIAL.

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