• 18/10/2019 00:00

Chombo Guevara y Panamá

“Che, llegó en septiembre de 1953 a Panamá, como médico, y andaba en sus aventuras de recorrer América”

El 9 de octubre de 1967 se dio la ejecución del Che en Bolivia, recayendo en un verdugo del Ejército boliviano. Antes, en septiembre de 1953, había pasado por Panamá, y ese mismo año Che estaba en Bolivia como médico y aventurero. “¿Sabes?, estuve aquí cuando la Reforma Agraria”, le dijo Che a Gary Prado y este respondió “más a mi abono, ¿qué viniste a hacer aquí? Ningún campesino te iba a ayudar, si ya las tierras se habían repartido”. Esto se da en La Higuera, el 8 de octubre de 1967, horas antes de que el alto comando del Gobierno boliviano diera la orden: 500-600. La orden era 500= Guevara; 600= ejecución; 700= mantenerlo vivo. La CIA tenía todo dispuesto para traerlo a la Zona del Canal de Panamá vivo. Un pasaporte panameño se utilizó en Bolivia por uno de los guerrilleros. Félix Rodríguez Mendigutia, alias “El Gato”, sobrenombre que no le gusta, lo vi en el parque Porras durante una reyerta cuando su grupo de Miami intentaba hacer un homenaje ante el busto de José Martí —al frente está la Embajada de Cuba en Panamá— durante la Cumbre de Presidentes en Panamá en el 2015, y fue quien recibió la orden “500-600”. Se cuadró y se despidió con un saludo militar al Che. Salió del cuartito, dio la orden al verdugo boliviano: “¡Ejecútelo! De aquí hacia abajo —poniendo su mano derecha en el pecho y deslizándola hacia abajo—, porque recuerda, que el Che murió en combate”.

Che, llegó en septiembre de 1953 a Panamá, como médico, y andaba en sus aventuras de recorrer América. Al despedirse, le dijo a sus padres, al abordar el tren: “Aquí va un soldado de América Latina”. A su llegada, contacta a Adolfo Benedetti. Era su costumbre, cuando visitaba los países, escribir los nombres y teléfonos al conocer personas. En Brasil lo conoció. Aquí se encontró con el argentino Ricardo “El Gordo” Rojo, y buscaría en sus anotaciones el nombre de Benedetti. El centro intelectual era el Café Coca-Cola de Santa Ana. Con otro argentino de apellido Valdovinos, quien se enamoró de la panameña Luzmila Oller Arango, y se casaron, lo encontró aquí. Tomaba café en el Café Coca-Cola y a la hora del almuerzo concurría al restaurante El Gato Negro, ubicado en calle C, con 12 y 13 de Santa Ana, en donde se compraba a B/.0.005 cada producto y después que almorzaba regresaba al Café, a su vida intelectual y a tomar café. Durante su estadía fue la palabra “chombo” que le llamó la atención. Hace un pedido a la mesera, con un “chomba, tráeme un bollo”. La dama se molestó, le reclamó su irrespeto, hasta que los amigos de la mesa le explicaron que para el argentino chomba no era una ofensa como se le decía despectivamente a los negros en Panamá. Los que conocieron a la mesera, solo saben que la llamaban La Ñata.

Dio una conferencia sobre la alergia. Llegado el momento de partir, los amigos lo embarcaron en un carro, que llevan mercancía a Chiriquí, y al llegar leería en el techo de la primera plana de La Estrella de Panamá: “Panamá da la bienvenida a la Reina Isabel”. Che se regresó a la capital. Sorprendidos los amigos, le reclaman: “¿Qué haces aquí?”, respondiendo: “es que mañana pasa la reina de Inglaterra por aquí y quiero verla”.

Siguió a Costa Rica y es en el café Soda Palace que escucharía a los sobrevivientes del ataque al Cuartel Moncada que contaban lo acaecido en otra mesa, mientras Che escuchaba la larga intervención de uno de los cubanos. Al terminar, Guevara le diría: “che, ahora contadme una de vaqueros”. Nace el nombre de guerra Che.

La primera carta que envía a Panamá desde Costa Rica a Benedetti la firmaría con el nombre de “Chombo Guevara”.

Sigue a Guatemala, el Perú y llega a México, hasta enrolarse en la Revolución cubana. En Panamá mantuvo amistad con mi tío José María Sánchez B. Mi primo Yoyi —Rodrigo Sánchez— me contaría: “Al salir Che de Panamá, dejó en manos de José María un maletín con libros, cámaras fotográficas, fotos para que se los guardara. Cuando Rómulo Betancourt —el abogado panameño— viajó a Cuba al triunfo de la Revolución cubana, a visitar a Guevara, enviaría un mensaje a José María: “Rómulo, dile a José María que se acuerde de enviarme mis libros, las cámaras y las fotografías que le dejé guardando”.

Álvaro Menéndez Franco conoció de una carta del Che al poeta Rubén Darío Moncada Luna a quien solicita que “abran la maleta que reposa donde Rómulo Betancourt y envíen los libros de medicina”, porque la madre de Escobar le dio asilo a Guevara en su casa, cerca del Club X de Pueblo Nuevo, por casi dos meses. Al final, Rómulo entregó las maletas al Museo Guevara en Santa Clara, Cuba.

José María también lo enviaría con el mismo Rómulo cuando volvió a viajar a Cuba. En sus diarios, Che no olvidó a José María. Hace alrededor de cinco o seis años, el Gobierno cubano publicó por primara vez el diario íntegro del Che por América Latina, y hay una anotación: “Publiqué dos reportajes en el Panamá América: una sobre el Amazonas y otra sobre Machu-Picchu, que me pagaron 25.00 dólares por los dos reportajes en el Panamá América, gracias a un joven periodista panameño”. Seguido hay una llamada y en el pie de la página dice: “El joven periodista es José María Sánchez Borbón, director de la sección Literaria de El Panamá América. Ese libro, lo compré, y salí a la casa de mi tío Guillermo Sánchez B., y presente estaba mi tía Olga Sánchez B., y le muestro la nota de la página que Guillermo lee y se lo pasó a Olga, que, al leer la alusión a José María, nos miro y exclamo: “¡Haz el bien y no mires a quien!”. Esa visita me costó dejar el libro, ya que Guillermo quería volver a leer el Diario del Che. La sola mención de José María, lo emocionó. Posteriormente traté de conseguir otro libro, y ya no había. Se habían agotado y me quedé sin libro. Tanto José María como Guillermo Sánchez B. vivieron en Argentina. José María sería el embajador de Panamá en Argentina de 1964-1968 y era el embajador cuando se produce la desaparición del TC 48 de la Fuerza Aérea de Argentina y es el que daría la noticia del golpe de Estado en Panamá a un diario de Argentina el 11 de octubre de 1968; mientras que Guillermo Sánchez fue muy amigo de Ernesto Sábato, quien publicaría en Argentina la novela “El Ahogado”. Álvaro Menéndez Franco resentiría las frases expresadas por Che en una conferencia de prensa en La Habana, Cuba, al triunfo de la Revolución, cuando el periodista le preguntó: “¿Si en Panamá hizo revolución? Y Che respondió: “¡Si..., pero de café!”.

Pero Álvaro respondió inmediatamente: “que cuando el Che pasó por Panamá, estaba Remón en el poder, y no permitía movimientos revolucionarios y por lo tanto los revolucionarios nos movíamos en la clandestinidad, pero había gente detenida en la cárcel Modelo y en algunas cárceles del interior, incluyendo la Isla Penal de Coiba”.

De su paso por Panamá, lo que más le llamó la atención fue el panameñismo “chombo”.

Exinvestigador de la Comisión de la Verdad.
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