• 06/12/2019 00:00

Más allá del matrimonio gay

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Es sabia y valiente la decisión de nuestra Asamblea Nacional de blindar y proteger el matrimonio único, entre un hombre y una mujer, con la coraza de la verdad.

Independientemente de lo que vaya a pasar con las famosas “reformas”, por los caminos legales que se utilicen, lo cierto es que los diputados panameños le han dado una lección al mundo, estableciendo, claramente, que, en ese tema, solamente hay una meta que alcanzar, solo una única verdad que proclamar y defender: el único matrimonio, el de un hombre y una mujer. Punto.

Pero, los problemas continuarán, porque las reformas, en ese campo, suelen apuntar a la destrucción de la familia y sus valores tradicionales. No se trata de un tema fácil, aunque así se pretende tratar por los políticos de izquierda. Defender a la familia tradicional se ha convertido en un tema patriótico.

La clave de la cuestión la expresó públicamente, con una sinceridad encomiable, uno de los jóvenes que se han adueñado de la representación de la juventud panameña, cuando dijo (palabras más o menos) que “la revolución (las reformas) será marica”.

Y es que nuestro país, como todos los países de la llamada civilización occidental, estamos inmersos en una “revolución o guerra cultural” en la que el Nuevo socialismo o Nueva Izquierda, con su ideología de género, pretende eliminar nuestra milenaria cultura tejida con la verdad y los valores éticos y morales del cristianismo.

El matrimonio que proclaman nuestros diputados corresponde a la Verdad (con mayúscula), a la Verdad que es única, desde todas las ciencias que tienen que ver con el ser humano, con el hombre y la mujer, desde la ontología y demás ciencias, y más allá, hasta alcanzar la Teología del Cuerpo, de san Juan Pablo II. La acción de nuestros diputados al defender el matrimonio de verdad ha sido un ejemplo al mundo sumido en el relativismo y en la era de la posverdad. Una acción valiente, de nuestros diputados, que la prensa mundial de los “fake-news” ha tratado de ignorar.

Suspéndase o atáquese la discusión del matrimonio verdadero, ya nuestra Asamblea habló. Y habló como piensa el pueblo y lo ha demostrado. Mientras tanto, las organizaciones sociales, laicas y religiosas cristianas y de todas las religiones, así como personas sin creencias religiosas, son defensoras de la vida y la familia, todas, una vez más, apoyarán con la voz alta y clara de cientos de miles de familias, que el único matrimonio es entre un hombre y una mujer.

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