• 27/12/2019 00:00

Necesitamos repensar nuestra democracia

Panamá requiere escribir un nuevo párrafo en su historia, creo que se lo merece, y lo mejor es que todos podríamos ser protagonistas ...

Los cambios que trae la modernidad hacen necesario que todos los ciudadanos entiendan que se deben fortalecer nuestras instituciones democráticas, principalmente y, sobre todo, para garantizar nuestra libertad y poder conservarla con el coraje que corresponde.

Las nuevas formas de comunicación hacen necesario que realicemos importantes cambios en nuestra óptica social y política, de tal manera que podamos enfrentar el presente y el futuro repensando a Panamá como un país solidario, con una nueva cultura social, política, transparente y que, sobre todo, represente una verdadera democracia en donde se promueva el bienestar común, la igualdad de oportunidades e incentive al ciudadano a obtener la satisfacción de sus necesidades generando riquezas.

Los celulares y las redes sociales ya no dan espacio para el juega vivo, eso se debe entender. Hoy nada se puede esconder, lo que se dice o hace en poco tiempo es de conocimiento general, lo que sin duda obliga a una reestructuración de nuestra conducta, de nuestras leyes, que comencemos actuar y pensar con la seriedad que corresponde, sin improvisaciones, de lo contrario, seguiremos viviendo en un sub desarrollo negativo, con permanentes escándalos y contratiempos políticos (de esto ya tenemos varios ejemplos) y frustraciones sociales que pueden llevarnos a otros escenarios. Hoy, es insostenible que los contribuyentes del seguro social reciban una atención que raya en la caridad, que además, obligue a gastar en salud privada, castigando el costo de la vida de sus asegurados. Hoy, no hay justificación para que la educación se encuentre en los niveles actuales, tal parece, que el objetivo fuese promover la desigualdad de oportunidades y no lo contrario.

Además, también obliga a los padres a sacrificios económicos para sacar a sus hijos de ese sistema. No hay espacio hoy para que con tanta tecnología la inseguridad supere los programas de seguridad. Hoy es inadmisible que personas supongan que se puede disfrazar un acto público en beneficio de unos u otros y en perjuicio de todos, sin que nos enteremos. Hoy es perturbador que las normas de procedimiento superen el objetivo final que debe promover la justicia, el castigo por el delito. Hoy es injustificable que se despilfarre el dinero de las arcas nacionales, los súper salarios, los sobreprecios, los contratos y gastos innecesarios.

Así como también, es injustificable que con todas las nuevas formas de comunicación no exista una apropiada transparencia. Hoy es obsceno que nuestro parlamento compita y supere cuantitativamente a los de países con poblaciones que multiplican muchas veces a nuestra población y, más todavía, que no exista una reducción de la cosa pública y no se expliquen las inversiones y gastos.

La democracia se sostiene con carácter y la libertad con coraje, con políticos que den el ejemplo, con partidos políticos que defiendan una ideología, un principio, o ya por último promuevan metas y ciudadanos que participen. Si deseamos lograr una reestructuración nacional en todos los niveles, debemos comenzar por distinguir a las personas por sus méritos, destaquemos al que triunfa con glorias, reconozcamos el esfuerzo del que lo hace mejor , promovamos la educación y la cultura, hagamos cambios en beneficio de todos. Hay que hacer un alto y comenzar a hacer las cosas como debe ser. Ya no hay espacio para subterfugios, ficciones, o acciones aberrantes. Hay que reordenar todas las normas y conductas trastocadas en el tiempo. Es hora de repensar el castigo para algunos tipos de delito y orientarlos específicamente al desaliento del crimen, tales como los cometidos con armas por menores, el trafico de drogas, la trata de personas, las migraciones ilegales y delitos en contra del estado. Es hora de repensar, si procede para algunos de esto y otros delitos medida cautelar diferente a la detención preventiva; es hora de mejorar la ley que regula los actos públicos; es hora de que se haga un alto; sobre todo, es hora de que el panameño si desea conservar la armonía social del país, no olvide que debe cambiar, de lo contrario, pasará algo muy simple, no se producirá ningún cambio, excepto, enfrentar (a mediano o corto plazo) una gran explosión social similar a la de muchos países vecinos. Al actual presidente de nuestra República, le corresponde la responsabilidad histórica de promover y dirigir una concertación nacional en donde se replanteen los principios que inspiren y armonicen nuestra sociedad, y se ponga un punto y aparte al pasado.

Panamá requiere escribir un nuevo párrafo en su historia, creo que se lo merece, y lo mejor es que todos podríamos ser protagonistas de la nueva visión, aportando nuestros mejores valores, principios, despojados de intereses mezquinos, personales, para que reconstruyamos con visión de estadistas el futuro del país. En manos de todos está seguir igual o cambiar. El pasado solo puede servir de ejemplo de lo que no tenemos que seguir haciendo, hoy no justifica el presente o el futuro de la nación.

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