• 11/07/2009 02:00

Épocas, Colón y sus sastres 1950 - 1970

Nuestro paisano Nick Nell Macías, de nuestra comunidad en California, y sus colaboradores acaban de concretar una fascinante obra titula...

Nuestro paisano Nick Nell Macías, de nuestra comunidad en California, y sus colaboradores acaban de concretar una fascinante obra titulada “Pocrí de Aguadulce, recuerdos y un legado”. Para Nick y sus colaboradores y para nuestros sujetos biográficos, he aquí un capítulo que ocuparía un espacio importante en una obra correspondiente sobre mis memorias colonenses.

Para la década del 60 un corte de pantalón costaba de $3 a $5. Éramos nosotros y nuestros sastres, de un Colón que derrumbó barreras socioculturales a partir de nuestra participación en el sistema educativo, los deportes y en la pujante dinámica que involucraba el vestir con todos los yerros para participar en las celebraciones cívicas y culturales de la época.

En preparación a los eventos a veces uno se iba solo o en grupo, como decimos en inglés, de “window shopping” por las vidrieras de los almacenes, viendo las mercancías y demás. Los almacenes, las sastrerías, las barberías y las casas de empeño, se engrandecían en las vísperas de las celebraciones. Y las rifas de mercancía de “nickle and dime” , es decir, “de a real y diez centavos” , estaban por todos lados para alzar los muy necesitados fondos.

Me parece que el almacén "Capri" era uno de los más vistosos y más variados. Por otra parte, almacenes como El Manhattan y Casa Yoros y El Encanto, se distinguían por vender buenas telas para hacer camisas. Para los pantalones los cortes de tela “tornasol” eran los más populares. También se podían obtener los cortes de tela tornasol donde “Malca” , en el mercado, claro, después de una rebatiña, donde al fin y al cabo, la casa perdía, pero se reía.

Los sastres en Colón abundaban y los conocíamos por un apodo o por su primer nombre. Entre ellos recuerdo a: “Benja” , Carlos Mckay, Miguelito Vargas, “Búho” Vargas, Ricky Reed, “Chachín” , Hernán Myles, Camilo, los Isaac, “Chito” , “Cisco” , “Papi” , “Kichina” , “Roach” , mi vecino Miguel Hill, y otros, cuyos nombres se me escapan por el momento.

En la construcción de la pieza de pantalón, dícese que la parte más complicada eran los bolsillos. Con las camisas, entiendo la parte más dificultosa eran los cuellos. Pero el problema con nuestros sastres siempre era la bobina. Si uno llegaba, y la pieza no estaba lista, la excusa de siempre era “se me jodió la bobina”.

Siempre habrá diferencias de opiniones sobre cuál era el mejor y nuestros muy recordados sastres tendrán sus opiniones personales y profesionales sobre ello. Pero en la opinión de este servidor, Carlos Mckay, mi paisano de la birria de sol y lluvia, para complementar sus arduas labores en la bobina, tenía su buena clientela.

Claro, el más reconocido de todos los sastres en Colón es William Donadío, habiendo alcanzado los niveles de maestro de sastrería. En uno de los capítulos de su obra “Recuerdos del Colón que conocí” , William Donadío nos habla sobre los primeros sastres que surgieron en nuestra provincia cuando él se iniciaba en la profesión. La obra también relata e ilustra el impacto de eventos como la insurrección de Colón y la invasión de 1989.

Este miércoles y jueves pasados los colonenses de mi generación radicados en New York intercalaron turnos para rendir una despedida final a uno de los nuestros, quien con dedicado esmero y sacrifico, midió, cortó y luego cosió pantalones y camisas para su clientela durante nuestra trayectoria en Colón.

Antes de su fallecimiento, Hernán Myles (q.e.p.d) se había acogido a la jubilación de sus labores de administración en una institución del Estado de New York.

*Panameño residente en Washington, D.C.reman0217@aol.com

Lo Nuevo
comments powered by Disqus