• 01/02/2020 04:00

La Paradoja de Jevons y la demanda inducida

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Un fenómeno con profundas ramificaciones sociales, económicas, urbanísticas y hasta de salud, y que es contraintuitivo, porque consiste en un fenómeno en el que más puede no ser más, sino menos, es el fenómeno de la demanda inducida, también conocido como la Paradoja de Jevons. Consiste en que en algunos casos, el aumento de la eficiencia en el uso o en la capacidad de un recurso, resulta no en su menor uso, sino justamente en lo opuesto, en un mayor uso. En algunos casos las implicaciones son positivas y de aumento de calidad de vida, pero en otros las implicaciones pueden ser negativas a largo plazo.

Ilustro con un ejemplo: a medida que las computadoras, tabletas y celulares inteligentes son fabricados con más capacidad que las generaciones anteriores, dicha capacidad excedente es rápidamente alcanzada por las demandas de memoria y almacenamiento de las nuevas aplicaciones. Y no es solo la capacidad de almacenamiento, sino también la de procesamiento de datos. Cada generación de computadoras viene con procesadores de considerablemente mayor capacidad, velocidad y eficiencia, que la generación anterior. Es la conocida Ley de Moore de duplicación de capacidad aproximadamente cada dos años. Uno pensaría que con incrementos exponenciales de capacidad, ya habríamos llegado a un punto en que nos sobraría la capacidad del aparato y no necesitaríamos reemplazarlo por el resto de su vida útil, pero en la práctica tenemos que reemplazarlo por obsolescencia, mucho antes de que termine su vida útil. El aparato sigue funcionando bien, solo que las aplicaciones que van lanzando los desarrolladores al mercado, están diseñadas para aprovechar las nuevas capacidades ampliadas de los aparatos de última generación, y los aparatos de generaciones previas se van quedando rezagados.

Al aumentarse la capacidad de un recurso, de modo que inicialmente resulta una capacidad excedente, tal nueva capacidad será llenada rápidamente por nueva demanda. La nueva demanda puede resultar ya sea de nuevos demandantes, de demanda incrementada de los demandantes que ya existían, o de una combinación de ambas cosas. También puede crearse demanda por nuevos usos para el recurso. Esto último (nuevos usos) se observa, por ejemplo, con los incrementos del ancho de banda del Internet residencial y comercial. Cuando el Internet residencial medía su capacidad en Kbps (Kilobits por segundo), enviar correos electrónicos con paquetes de datos era de los usos más prácticos que tenía el Internet. Luego, cuando ya se medía en Mbps (Megabits por segundo), navegábamos por Internet con mayor diversidad de contenidos, y ahora que se mide en Gbps (Gigabits por segundo), podemos ver películas en alta definición en tiempo real (streaming). El streaming, modelo con el que opera Netflix, por ejemplo, se hizo posible a medida que fue aumentando el ancho de banda de Internet.

En Economía este fenómeno se conoce como la Paradoja de Jevons. William Stanley Jevons observó en el Siglo XIX que los aumentos de eficiencia en las máquinas a vapor, en lugar de reducir el consumo de carbón, generaban nueva demanda que a largo plazo hacía aumentar la demanda de carbón. La observación es contraintuitiva, porque a priori se esperaría que si un determinado proceso se hace más eficiente, con el tiempo la demanda del insumo respectivo se iría reduciendo. Pero a largo plazo ocurre lo opuesto. Ese fenómeno contraintuitivo tiene implicaciones importantes en múltiples frentes, que impactan también en políticas públicas, especialmente porque no siempre estas toman debidamente en cuenta el cálculo de la demanda inducida, lo que lleva a resultados que distan mucho de ser satisfactorios.

Por ejemplo, en el contexto del tráfico vehicular en ciudades, se observa que a medida que más se amplían carriles o se construye viaductos para ampliar capacidad de tráfico, se produce a mediano plazo un aumento en la cantidad de vehículos que utilizan la vía –especialmente en las horas pico— de tal modo que se satura rápidamente la nueva capacidad. Lo mismo ocurre con las plazas de estacionamiento y las normativas que exigen una determinada cantidad de plazas de estacionamiento tipo de edificación y uso. El resultado en ambos casos es más tráfico y aumento en las distancias que hay que recorrer. La demanda inducida en materia de tráfico es un círculo vicioso que no resuelve jamás los problemas de movilidad urbana, y sí crea toda una serie de problemas urbanísticos, económicos, sociales y hasta de salud. Sobre esto abordaré en mi próximo artículo.

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