• 10/02/2020 04:00

Así no vamos a trascender

Un padre se arrodilla al pie de la cama de su hija para pedirle al Cielo que la cure de los males que amenazan su vida. El boxeador se persigna cuando suena la campana del tercer asalto, aunque al final del anterior llegó a su esquina turulato.

Un padre se arrodilla al pie de la cama de su hija para pedirle al Cielo que la cure de los males que amenazan su vida. El boxeador se persigna cuando suena la campana del tercer asalto, aunque al final del anterior llegó a su esquina turulato. La abuela le da la bendición a su nieta que sale temprano en la mañana para hacer el examen de ingreso a la Facultad de Medicina; la niña se pasó dos meses estudiando para esa prueba. Un señor de mediana edad lee en su celular una oración que buscó en el Internet, a la espera de que le vaya bien en la entrevista para un nuevo puesto; falsificó varios diplomas en su solicitud.

El ladrón se esconde por unos minutos en el hueco de la escalera de un edificio abandonado y da gracias cuando los policías pasan de largo. La pareja que hace las empanadas bien sabrosas trabajó toda la noche. Juntaron sus manos y pidieron al Cielo que la venta sea buena cuando salga el sol. Un empresario multimillonario va a la iglesia (o templo, o lo que sea…), todos los fines de semana con su esposa, la nana de sus hijos perdió el techo de la casa y la mitad de los muebles en la tormenta de noviembre pasado. Aún no lo han podido reparar como debe ser. El salario de ella y su marido no les alcanza ante los otros asuntos para mantener a la familia.

La chica, angustiada en la caja del elegante almacén, ruega que la tarjeta de crédito no rebote para llevarse esos zapatos que desea. Las familias de un grupo de estudiantes que regresó de la China la semana pasada, lloraron y rezaron con el pecho apretado para dar gracias porque sus hijos están bien. La comunidad en donde las autoridades sanitarias los ubicaron bajo observación también rezó… mucho, para que se los llevaran de allí. No vaya a ser que contagien a toda la comunidad.

“Ten fe” dicen a cada rato; es útil para darle forma a las cosas inexplicables. “Ten fe” para que se resuelva positivamente algún evento que tenemos por delante, con sus dificultades y sus retos. “Ten fe” en medio de tus dudas, aunque todo pareciera indicar que no saldrás favorecido, porque la dinámica de los eventos y lo racional y lógico te lo deja claro. Tenga fe, no importa qué o para qué.

Cuando reviso mis escritos y propuestas publicadas en estos últimos diez años, con la suposición de que la humanidad ha avanzado, me asaltan las dudas de que eso sea cierto. En una de mis primeras columnas decía que: “En la mente de muchas personas, algunos pensadores con buena formación, se fortalece la idea de que la humanidad continuará su curso… y creen que por buen camino. Sostienen que existen cientos de puntos de referencia en el calendario que sugieren que avanzamos hacia el perfeccionamiento de la sociedad humana. Que hay suficientes eventos históricos (pestes, guerras, desastres naturales) que evidencian la sostenibilidad –in saecula saeculorum– de la especie humana”.

Pero así no podemos. Creo que las manecillas del crecimiento humano perecen moverse en dirección opuesta; rehaciendo temas y objetivos humanos que creíamos superados. Dándole espacios de poder a los corruptos para que abusen de la bondad y el sacrificio de otros. Eso no solo ocurre aquí, es un fenómeno negativo que crece sobre las estructuras sociopolíticas de las comunidades mundiales como un cáncer agresivo y letal.

Sumado a ese cáncer, están los que ayudan en ese enredo pidiéndole a las personas que tengan fe. Y esa petición es buena para nobles y para desvergonzados. Las posibilidades a futuro son preocupantes, el hecho de que no hayamos mejorado en ningún aspecto, por donde lo miremos.

La construcción de una sociedad que trascienda sus limitaciones socioculturales, con el objetivo de garantizar un espacio digno para todos, hoy enfrenta dramáticamente la mezquindad reinante… en contraposición a parte de la población que se encuentra sumida en creencias esotéricas y dogmas.

Proponiendo sobre la teoría de la pirámide de Marlow, Vaclav Havel señaló que: “La trascendencia es la única verdadera alternativa a la extinción”. Por el camino que vamos, de esperanza y fe, no se puede. Hay que actuar sobre la lógica y la realidad.

Comunicador social.
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