• 26/02/2020 04:00

Lo que Fátima le puede enseñar a un presidente

El secuestro, tortura y posterior asesinato en días pasados de Fátima, una niña de apenas siete años en México, no solo conmocionó a ese país, sino a buena parte del mundo.

El secuestro, tortura y posterior asesinato en días pasados de Fátima, una niña de apenas siete años en México, no solo conmocionó a ese país, sino a buena parte del mundo.

Lo hizo, primero porque evidentemente a todos nos estremece un hecho de esa naturaleza, más cuando se trata de una menor; pero, la forma como el señor presidente de México minimiza el hecho —recuérdese que habían sucedido varios feminicidios en días previos— y, ante la pregunta de los periodistas, desviaba el tema a cualquier otro hecho, por ejemplo, su tema de moda, la rifa del avión presidencial, o la corrupción, etc., pero, la gota que derramó el vaso es cuando, ante los distintos casos y sobre todo el de la pequeña Fátima, el presidente López Obrador dice: “... yo sostengo que se cayó en una decadencia, fue un proceso de degradación progresivo que tuvo que ver con el modelo neoliberal...”.

Evidentemente, tratar de politizar el tema con un argumento ideológico, está totalmente fuera de lugar. Esa afirmación se cae por su propio peso, pues, no hay país más neoliberal de los EE. UU., donde, con más de 323 millones de habitantes en 2016, se reportaron 1809 feminicidios, mientras que, en México, con apenas poco más de 127 millones de habitantes, se reportaron más de 2550 casos en el mismo período.

El problema no es exclusivo de México. La Cepal reporta que, en América Latina están 14 de los 25 países con los índices de feminicidios más altos del mundo, donde cada día, en nuestra región, 12 mujeres y niñas son asesinadas, debido a su género.

Según las Naciones Unidas, se estima que cada año 66 000 mujeres son asesinadas en el mundo. A estas cifras, hay que sumarles las mujeres y niñas que son violadas, asaltadas o molestadas sexualmente, maltratadas y agredidas física o psicológicamente, por lo cual, el problema de la violencia de género adquiere unas dimensiones escalofriantes.

Así que, el problema, no es exclusivo de México, pero, las respuestas absurdas, sin sentido y, en el caso de Fátima, hasta irrespetuosas, son exclusivas del señor presidente López Obrador.

Ahora bien, leyendo e investigando sobre el tema, veo que la mayoría de los debates apuntan a endurecer las penas contra este tipo de delitos; sin embargo, poco se habla de dónde pudiera estar el origen del problema y cómo afrontarlo.

Las conductas que llevan a cometer estos delitos pueden tener raíces culturales, sociológicas y, antropológicas; por lo cual, a la par de endurecer las penas en el sistema judicial, debemos comenzar a trabajar en las escuelas y en los hogares para ir a una de las posibles raíces y, aparte de crear conciencia desde ese nivel, se pueda evitar la fecundación de la semilla de la violencia.

Ahora, cuando revisamos los países con menores índices de feminicidios, nos encontramos que son naciones con buenos niveles de desarrollo económico y humano, con una educación con altos estándares de calidad y, con la menor población penitenciaria del mundo. Por otro lado, en los países con mayores tasas de feminicidios, sucede todo lo contrario; es decir, bajos niveles de desarrollo económico y humano, educación con pobres estándares de calidad y, las mayores poblaciones de ciudadanos tras las rejas.

Adicionalmente, la Fundación Sepa, una ONG encargada de asuntos de niñez y género en Bolivia, aseguró, en diálogo con el diario El Tiempo —Bogotá, Colombia—, que “el trasfondo del feminicidio en Bolivia, como en otros países, está en que es una sociedad profundamente patriarcal, con niveles muy altos de inequidad de género y una presencia manifiesta de esto desde la pequeña infancia en los patrones de educación machistas”. Se parece tanto esta descripción, con lo que pasa en la mayoría de nuestros países.

Por otra parte, el sociólogo boliviano Guillermo Dávalos, también en esa misma entrevista con El Tiempo, nos dice: “El sistema sigue siendo basado en un sistema vertical, autoritario, repetitivo, homogeneizador, antidemocrático, y en medio de eso se habla de promover la equidad de género; pero no está incorporado a la práctica educativa. No se trata solo de enseñar, sino de formar, de practicar esas conductas desde el aula”.

Como si esto no fuera poco, el sistema de justicia de nuestros países, por su inoperancia, por sobrecarga de trabajo, o por actuaciones laxas de algunos jueces, las víctimas son sometidas a una doble violencia: la violencia física o psicológica que sufrieron y, la violencia que ejerce el mismo Estado cuando no garantiza justicia a las mujeres.

Fátima, tiene mucho que enseñarnos, en especial, al señor presidente López Obrador.

Consultor político; en Twitter: @OrlandoGoncal.
Lo Nuevo
comments powered by Disqus