• 15/04/2020 00:00

Un mensaje divino

“Ha faltado solidaridad por parte de la gente, mientras el Gobierno hace todo el esfuerzo sobrehumano para tratar de resolver la situación de las personas más necesitadas en estos momentos, vemos personas petardeando las iniciativas del Gobierno […]”

Después de meditar y reflexionar sobre todas la cosas bellas y buenas que el Señor nos ha regalado: el aire, los bosques, los ríos, los animales; el sol, la luna, las estrellas, la familia y, sobre todo, la vida, concluimos que lamentablemente, la humanidad, guiada por la codicia y la avaricia, ha destruido todas estas cosas hermosas. Por ello, Dios nos envió un mensaje divino: “Que todas las cosas materiales que hoy tenemos no nos sirven absolutamente para nada”; especialmente el dinero, que es uno de los contaminantes más peligroso y causante del contagio por el COVID-19; ese mensaje va dirigido a aquellas personas que se dedican a acumular riquezas desmedidamente; para aquellos corruptos que han desvalijado las arcas del Estado, sin importarles el daño que le han hecho a la población, que han dejado sin presupuesto al sistema de salud, a las escuelas y especialmente, al Instituto Conmemorativo Gorgas, que ha sido unos de los pilares científicos para la lucha contra esta nueva pandemia que está azotando a la humanidad.

Un pasaje de la biblia nos enseña: "Ningún siervo puede servir a dos patrones, porque necesariamente odiará a uno y amará al otro, o bien, será fiel a uno y despreciará al otro. Ustedes no pueden servir al mismo tiempo a Dios y al dinero".

El mensaje divino es también para aquellas personas con un egocentrismo incalculable, déspotas, arrogantes, sin principios ni valores morales, que aceptan con aplausos a la corrupción y también a los corruptos. Conviven con ellos y aceptan a sus familiares corruptos, sin importar el daño que le hicieron al país y a sus apellidos; lo que hace el vil dinero. Que estos días de encierro les sirvan para reflexionar de manera tal, que sean más humanos y humildes y dejen de patrocinar los actos de corrupción.

Nuestra sociedad se ha ido degradando a tal punto, que en estos momentos difíciles aflora el egoísmo, la envidia, dejando de lado los principios y valores humanos. No hubo solidaridad con sus semejantes, vimos a personas comprando de manera irracional, un consumismo salvaje de toda clase de artículos, comprando en exceso sin darle la oportunidad a sus semejantes de llevar algunos productos de higiene para sus hogares, y qué decir del papel higiénico. Uno que otro empresario pedía a gritos que lo dejaran trabajar sin importar las consecuencias de contagio para sus colaboradores. Por otro lado, ni hablar de aquellos inescrupulosos que incitaban al saqueo de los negocios de comida. Pero se demostró la maldad de un grupo en Curundú, que robó cervezas y licor, además de que vandalizó y destruyó el negocio de un hombre del pueblo que con su trabajo levantó su negocio. Y qué decir de los que saquearon un negocio de ventas de artículos electrodomésticos y otros; es decir, estas personas no robaron por hambre, sino por maldad; no son humildes personas con necesidad, son ladrones.

Ha faltado solidaridad por parte de la gente, mientras el Gobierno hace todo el esfuerzo sobrehumano para tratar de resolver la situación de las personas más necesitadas en estos momentos, vemos personas petardeando las iniciativas del Gobierno e incluso, los mismos diputados del partido gobernante, tratando de bloquear los esfuerzos que hace el Ejecutivo. Ojalá esta experiencia sirva de escarmiento a aquellas personas que siempre votan por los mismos diputados CORRUPTOS y tienen memoria corta.

A pesar de que la Biblia nos enseña que no debemos comer nada abominable, estas son las aves que no puedes y que no debes comer porque son impuras; Deuteronomio 14; 3, es bíblico lo que el hombre puede comer y no puede comer para alimentarse, desafiando al Señor. Hay países que se alimentan de cualquier cosa que se mueve y las consecuencias hoy son letales para la humanidad; al desobedecer nos trajo una pandemia. Que coincidencia, en pleno período de Cuaresma. ¿Será una señal?

Como decía mi madre: “Dios castiga sin rejo y sin palo”, por ello, teníamos que ser hombres de bien, no solo honestos, sino correctos. No quisiera pensar que el Señor nos castiga de esa manera por desobedecer, por el contrario, pienso que es una advertencia del Dios bueno para que limpiemos nuestros corazones y nuestra alma, y corrijamos nuestras vidas.

Corredor de bienes raíces.
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