• 11/05/2020 00:00

Cuarentena: apertura ordenada y diálogo nacional para salvar la CSS

Luego de más de cinco meses, la pandemia de COVID-19 continúa extendiéndose por todo el mundo, provocando hasta el día de ayer cerca de cuatro (4) millones de casos confirmados y 275 mil defunciones en el planeta, lo que representa una tasa de letalidad cercana al siete (7) por ciento.

Luego de más de cinco meses, la pandemia de COVID-19 continúa extendiéndose por todo el mundo, provocando hasta el día de ayer cerca de cuatro (4) millones de casos confirmados y 275 mil defunciones en el planeta, lo que representa una tasa de letalidad cercana al siete (7) por ciento. La buena noticia, si es que la hay, es que cada día también aumenta el número de pacientes recuperados. La mayoría de los casos y defunciones han sido reportados por Estados Unidos de América, España, Italia, Reino Unido, Rusia, Alemania y Francia. Todos países de reconocida riqueza, pero no ha sido suficiente para enfrentar al letal enemigo.

Por nuestra parte, mantenemos un comportamiento de “sube y baja”, lo que implica que apretamos y relajamos las medidas que le corresponden a cada uno. El virus se aprovecha de nuestras falencias intermitentes y promediamos diariamente 180 casos nuevos. Es posible que superemos los nueve mil casos al final de esta semana y, de acuerdo a la tasa de letalidad que presentamos, tendremos que lamentar 250 defunciones.

Sobre las defunciones, debo subrayar que, nuestra tasa de letalidad (entre pacientes hospitalizados por COVID-19) es de las menores del continente, lo cual es un indicador de lo apropiado de la atención que ofrecemos. No obstante, nuestro número de defunciones por millón de habitantes es el más elevado de Centroamérica, lo cual requiere de un análisis exhaustivo de cada una de las muertes, investigando entre nuestros afectados, factores de riesgo culturales, socioeconómicos y la presencia de enfermedades crónicas concomitantes. La necesidad de promover estilos de vida saludables es una tarea pendiente.

En medio de este escenario, los países incluido el nuestro, comienzan a salir de la cuarentena. Tenemos que hacerlo de forma ordenada, prudente, transparente y justa, cuidándose mucho de proteger la salud y la paz social, mientras se recupera lentamente la economía. Será obligatorio redoblar la conciencia ciudadana para mantener cada uno el distanciamiento físico y las medidas de higiene necesarias. No menos importante será fortalecer nuestra capacidad para rastrear a las personas positivas y sus contactos, sea donde sea que estén; así como la supervisión del cumplimiento por parte de las empresas y negocios de las medidas de bioseguridad que ordene el Minsa como condición para la reapertura. No olvidemos que todavía tenemos transmisión comunitaria activa y que el virus vino para quedarse.

Adicional a la angustia y desesperación que nos ocasionan las noticias diarias del avance de la pandemia; el bombardeo mediático incluye ahora noticias sobre un complicado panorama político. Hacen referencia a nuestros problemas no resueltos de siempre, a saber: la lucha por el poder entre el Ejecutivo y la Asamblea Nacional; las denuncias de actos de malversación de fondos y corrupción; el nefasto clientelismo para beneficiar a terceros y ahora; la inminente quiebra del fondo de pensiones de la CSS.

Muchos panameños mantenemos la confianza depositada en el Ejecutivo y confiamos que estas denuncias serán atendidas y resueltas a la mayor brevedad posible, para el beneficio de todos. No poseo suficientes elementos de juicio para opinar sobre todas las acusaciones que escuchamos a diario, y no lo haré. Sospecho que muchas pueden tener la intención de enturbiar el panorama para sacar beneficios políticos, económicos y hasta personales; es decir, para “pescar en río revuelto”, pero deben investigarse, descartarse y no afirmar que se trata de “fake” como única y salvadora conclusión.

No obstante, subrayo que, la primera empresa que se debe proteger, blindar y salvar es nuestra CSS. Por eso, es la hora de convocar un diálogo nacional en defensa de la seguridad social y su sistema solidario de salud y pensiones. Me asiste todo el derecho para emitir esta opinión, pues la CSS es de nosotros los asegurados. No es de las autoridades de la CSS, tampoco de los políticos de turno, y menos de los empresarios que hacen negocios con nuestra institución. No es suficiente con pequeñas comisiones. Los dueños de la institución exigimos participar plenamente en el análisis, a fin de construir, todos juntos, la mejor respuesta para salvar la institución.

Como he señalado antes, el debate debe comenzar abordando, aún en estos tiempos de pandemia, la efectiva gestión de la morosidad, y obligar a los empleadores a cumplir sus compromisos. Igualmente debe debatirse, por todos, no solo por unos escogidos, el tema de las inversiones financieras con las reservas de la CSS. Son casi $9000 millones, y los asegurados tenemos el derecho a evaluar las mejores opciones, tanto para este momento de crisis mundial como para el futuro inmediato e intermedio. Es obligatorio formular una estrategia que nos permita cerrar la brecha de financiamiento del Fondo de Pensiones de la CSS sin perjudicar a los asegurados y a la población.

Médico, exrepresentante de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
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