• 17/05/2020 00:00

¿Nueva normalidad o nueva realidad?

A partir de esta semana que termina se empezó a “desescalar”, como la llaman en España, la cuarentena impuesta por causa de la pandemia del COVID-19.

A partir de esta semana que termina se empezó a “desescalar”, como la llaman en España, la cuarentena impuesta por causa de la pandemia del COVID-19. De hecho, para usar esa palabra en forma masiva, hasta la Real Academia Española ha tenido que validar su uso, una vez que la utilizó el presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, para referirse a la rebaja de las medidas restrictivas de confinamiento por el coronavirus conforme mejoren las condiciones de seguridad para la salud de la población. Y ha sido más de una cuarentena o cuarenta días, para los panameños, que ya vamos por más de sesenta días de confinamiento, con medidas singulares que no se han visto en otros países, como lo de salir solo las mujeres y solo los hombres en días determinados de la semana. Aunque cuarentena es un término para describir el aislamiento de personas o animales durante un período de tiempo no específico como método para evitar o limitar el riesgo de que se extienda una enfermedad o una plaga, ¿será que llamaremos a nuestra experiencia “sesentera”?

En todo caso, he estado pensando sobre lo que se define como “nueva normalidad” y entiendo que fue el canciller austriaco Sebastián Kurz quien la acuñó (neue normalität) el mes pasado. Sin embargo, ya no todo va a volver a ser normal, o como era antes. Ni nuestro entorno, ni nosotros, ni nuestras acciones ni nuestra manera de enfrentar cualquier circunstancia. Y tenemos que meditar muy bien todas las lecciones que hemos debido aprender durante este tiempo, para poder construir una mejor realidad, un mejor futuro y una vida mejor para todos.

Por ejemplo, ya no van a volver las formas en que viajábamos, ni que nos relacionábamos, ni que nos comunicábamos. Esta experiencia de confinamiento no hubiera podido superarse exitosamente si no hubiéramos tenido teléfonos celulares, ni WhatsApp, Twitter, Instagram o el uso de nuevas plataformas de comunicación, como Zoom, Skype, Facetime, Team y todas las otras formas mediante las cuales ahora nos reunimos de manera no presencial. Algunas las tendremos que adoptar para quedarse, y hay días en que no nos alcanzan las horas para atender tantas conferencias, charlas, reuniones, que se dan a través de ellas. Nunca hemos estado mejor informados y a la vez desinformados, o sobreinformados que ahora. Tenemos que saber segregar lo bueno y confiable de los troles y “fake news”, y eso exige un ejercicio de análisis que no muchos quieren llevar a cabo.

En esta nueva realidad, yo me quedo con las intervenciones, por ejemplo, en los noticieros, de las personas en forma virtual. Es una lata eso de ir al estudio de una televisora y maquillarse para salir apenas 5 minutos a dar una opinión. De igual forma, todos los desarrollos de compras “on line” y entregas a domicilio alivian traslados en esta caótica ciudad y despejan el ambiente, así como mejora el aire que respiramos. Sé que para mucha gente es importante salir y caminar por los centros comerciales sin comprar nada. Para mí no lo es, prefiero el refugio de mi casa, con mis libros, plantas y cuadros. También los almuerzos o cenas con amigos, sin mucha gente, para poder conversar. Como dice uno de mis autores preferidos, Arturo Pérez Reverte, “no tengo ideología, tengo biblioteca”.

Igualmente, esta pandemia nos debe haber enseñado a entender el daño que le estamos haciendo al ambiente y empezar a respetarlo. A diario vemos que más animales, que no se atrevían a salir a la luz del día, se campean rampantes por la calle. Debemos haber asumido el valor de la solidaridad con el más necesitado, que tenemos demasiadas cosas materiales que no necesitamos, que consumimos por el gusto de hacerlo. Hemos tenido tiempo de limpiar, ordenar, botar, regalar un montón de cosas y de dar a los que menos tienen, que son la gran mayoría, lo que nos sobra.

La implementación de esta nueva realidad es un constante ensayo y error. Después nos reiremos de las crónicas de la pandemia, como la reacción de la mayoría el día que se levantó la ley seca (creo que somos uno de los poquísimos países a los que nos impusieron la prohibición de venta de licor, limitado ahora a una botella por persona) y seguramente alguien recopilará los debates en torno a ese tema que se dieron en las redes sociales, llegando a veces a ataques encarnizados a la vida personal de los involucrados.

Como dice Joaquín Sabina en su canción “Más de cien mentiras”, tenemos “Más de cien palabras, más de cien motivos, para no cortarse de un tajo las venas, más de cien pupilas donde vernos vivos, más de cien mentiras que valen la pena”.

Arquitecta
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