• 15/06/2020 00:00

Mercantilismo, individualismo y tecnocratismo: virus aliados de la COVID-19

En la conferencia de prensa que realizó el comité gubernamental para enfrentar la pandemia, el pasado 12 de marzo último, la ministra de Salud agradeció a la CSS “por habilitar salas para atender a infectados detectados”.

En la conferencia de prensa que realizó el comité gubernamental para enfrentar la pandemia, el pasado 12 de marzo último, la ministra de Salud agradeció a la CSS “por habilitar salas para atender a infectados detectados”. Esto que parecía un discurso protocolar, representa una realidad que nos cuesta más recursos por año de lo que un sistema unificado costaría y en el plano estrictamente sanitario, expresa la debacle de lo que en los años 1970 hizo de los servicios de salud panameños uno de los modelos de referencia para muchos otros países del tercer mundo. Este agradecimiento, de parte de quien debería dar la orden y no pedir favores, afloraba la irracionalidad del sistema bicéfalo de salud panameño, Minsa por un lado y la CSS, por otro.

En la década mencionada, se comenzó un proceso hacia la fusión de los servicios de salud pública, conocido como la Integración de los Servicios de Salud, el cual, económicamente, representaba en promedio más de 130 millones anuales de ahorros de lo que se ha gastado a partir de 1990 con el modelo bicéfalo.

La verdad es que no se puede ignorar que, después de los años setenta, con intensidad mayor desde 1990, el Sistema de Salud ha devenido en una carrera incesante de mercantilización de la atención de salud. Se sabe que toda lógica mercantilista abandona la ampliación de los servicios, porque esos recursos se destinan a cualquier otra “inversión” que dé lugar a lucrar con la salud.

Por otro lado, está el afianzamiento del virus del individualismo, que, inoculado en funcionarios y usuarios del Seguro Social, impide actuar con sentido racional en favor del bien común. La idea de que cualquier unión CSS-Minsa le roba recursos a la primera es expresión de esta actitud propia de nuestra civilización. Quienes sacan este cuco, ocultan que el Gobierno central, esto es, el Minsa, prácticamente ha subvencionado a los servicios médicos de la CSS con más de 500 millones de dólares en los últimos años. Fuera de que los costos de los servicios médicos durante los primeros 25 años del Seguro Social estuvieron asumidos casi totalmente por la salud pública (hoy Minsa) y nunca la CSS se los ha reembolsado.

Veámoslo en el contexto de la pandemia. La información oportuna es vital para tomar las medidas pertinentes desde el punto de vista del control sanitario. Como ya se conoce, hubo un acumulado en la magnitud de nuevos infectados la semana antepasada, por el hecho de que la CSS entregó la información con más de una semana de retraso. Esto, epidemiológicamente, significó muchos casos que no se pudieron tener bajo control y consecuentemente, estos infectados contagiaron muchas más personas que las que correspondía si se hubiese contado con la información oportuna. En un sistema unificado, situaciones como estas no tienen razón de ocurrir.

La crisis de la COVID-19 ha puesto sobre la mesa la carencia de la salud pública en muchos aspectos. Resulta materialmente improbable que se pueda tener una estrategia efectiva de trazabilidad y de captura de infectados, si no se tiene organizada a la población por sectores. Las instituciones mercantilizadas menosprecian la participación popular. Además, tampoco será efectivo el control de la transmisión del virus, si no se tiene la información completa-demográfica, geográfica, sociocultural y socioeconómica de qué tipo de población es la infectada al hacerse las pruebas. Y si esos datos lo acopian, pareciera que los funcionarios tomadores de decisión no han sabido interpretarlos; lo que sugiere la preminencia de una actitud absolutista, tecnocrática, de estas autoridades y quienes las asistan, que soslayan el aporte de disciplinas no médicas.

Cuando la mercantilización, el individualismo y las posturas cientificistas tecnocráticas dominan, se sale a apagar fuegos, no a evitar que la chispa se convierta en llamas. Como en el caso de los hisopados (pruebas) hechos “de casa en casa” en Vista Alegre en estos días por parte de personal de la CSS. Si la labor de trazabilidad hubiera contado con información oportuna y completa, no se hubiese llegado a que este corregimiento alcanzara a más de 500 personas infectadas. La cuestión es que el propio personal operativo de Salud está trabajando prácticamente a ciegas, lo que ha hecho más encomiable su labor, a costa de su fatiga laboral.

Sociólogo y docente de la UP.
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