• 29/06/2020 00:00

¡Ya los ticos se están peleando los puestos del Canal!

Ya los vecinos se dieron cuenta de que, si no pudieron invadirnos porque los aplastamos en la guerra de Coto, ahora sí, por lo mal que manejamos la pandemia que nos acomete.

Ya los vecinos se dieron cuenta de que, si no pudieron invadirnos porque los aplastamos en la guerra de Coto, ahora sí, por lo mal que manejamos la pandemia que nos acomete. Hasta ahora, son cuatro enemigos nuevos los que están socavando al país con tórridos y mortales golpes sin defensa positiva alguna. La pandemia, la incompetencia, la incertidumbre y la corrupción. De este último no debemos preocuparnos, porque si, en 117 años de independencia, no nos ha volteado la miserable paila de guacho que nos toca, es porque estamos bien vacunados. Sin embargo, si nos aumentan el miedo, congelamos la economía, no planifican ataques lógicos con estrategias para acabar con esta enfermedad y no con lo poco que nos queda de plata, aunque sea copiándonos de los más mediocres del mundo, caeremos en los brazos de otro enemigo supremamente más peligroso: LA RUINA DEL PAÍS. En donde no valdrá ni lavarse las manos ni ponerse mascarillas, porque del hambre las comeremos, tal como hicieron los españoles con las botas de cuero semanas después de perdida la guerra con Francia.

Si el país cae en ruina, habrá que olvidarse de pandemia, incompetencia, incertidumbre y corrupción, todos ellos desaparecerán con sus maletas cargadas de excusas, porque no tendrán más nada que hacer en Panamá, mientras a la mayoría de los subsistentes flácidos y esqueléticos le tocará pensar en algún momento de la hambruna rehacer al país, pensando qué podrían hacer los mandatarios con pueblos impedidos física y mentalmente en administrar sus propias basuras domésticas, conjuntamente con las mugres de sus uñas. ¿Hacer ruidos con pailas y sartenes?

Miren, muchachos nuevos, tanto el moquillo como cualquier pandemia colosal tienen un denominador común, la aglomeración. La misma desgracia lo tiene un saco de naranjas capireñas de contar con dos o tres naranjas dañadas. Entonces, los panameños no somos pollos moquillosos ni naranjas capireñas, somos seres humanos que no necesitamos que nos tomen de idiotas. “Todo lo están haciendo mal”, precisamente porque, aún siendo buenos doctores los que están en el Minsa, conjuntamente con sus huestes, no tienen idea de lo diferente que es la ponzoña del Guayacolato con cualquier virus o bacteria y menos, pero mucho menos, lo que es una buena planificación cuando se trata de masas, de manera que se acabe el confinamiento y el terror poco a poco y se enciendan los motores de la economía con todas las precauciones que son tres según ellos: las manos, mascarillas y dos metros de distancia entre cada omnívoro aterrorizado. No podemos llegar al final del túnel muertos de hambre arrastrando cadáveres y sin economía. Ya los ticos se están peleando los puestos del Canal y la zona bancaria, para que sepan.

Economista y escritor.
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