• 08/07/2020 00:00

Necesitamos una nueva estrategia de comunicación social

A pesar del bombardeo mediático nacional e internacional señalando que este virus es muy contagioso y letal, y recomendando a diario que la única forma de evitar la enfermedad y la muerte es manteniendo la distancia física, utilizando la mascarilla y lavándonos las manos hasta que se nos gaste la piel; muchos panameños siguen saliendo a la calle sin protegerse.

A pesar del bombardeo mediático nacional e internacional señalando que este virus es muy contagioso y letal, y recomendando a diario que la única forma de evitar la enfermedad y la muerte es manteniendo la distancia física, utilizando la mascarilla y lavándonos las manos hasta que se nos gaste la piel; muchos panameños siguen saliendo a la calle sin protegerse. Unos hasta organizan fiestas en piscinas, o se juntan en galleras clandestinas. Los más irresponsables, sabiéndose positivos, salen al supermercado o hacen visitas, exponiendo sus vidas y las de todos los que viven en su misma vivienda. ¿Por qué hacen esto?

Lo primero que viene a la mente para explicar esta conducta es que muchos panameños sencillamente no soportan el encierro y deciden salir; confiados en que, por ser jóvenes, la enfermedad no los va a afectar o los afectará en lo mínimo. Olvidan estos panameños que a sus padres sí los puede afectar la enfermedad, y si llevan el virus a sus casas, van a enfermar a sus familias y pueden matar a sus padres o abuelos, ¿acaso no les preocupa eso? ¿O será que la estrategia de comunicación que se lleva a cabo no es la apropiada, no le llega a la población y no produce el cambio deseado?

Sobre esto de la estrategia de comunicación, consulté con un grupo de expertos nacionales, y lo primero que me señalaron es que, si la población no observa que están disminuyendo los casos y defunciones, sino todo lo contrario, sencillamente no van a aceptar mantenerse confinados, y menos en las condiciones tan precarias en las que vive la mayoría de los panameños que vemos en las calles. Por lo tanto, es ilógico pensar que se van a obtener resultados distintos manteniendo la misma campaña basada, según algunos expertos consultados, en regaños, amenazas, prohibición, y confinamiento. Se necesita una nueva campaña de comunicación que, a partir del conocimiento de las prácticas sociales, empodere a las personas para se conviertan en agentes de cambio del comportamiento social. Añaden que las empresas y negocios pueden ser importantes aliados en esta nueva campaña, pero para ello tienen que operar dentro de las recomendaciones de bioseguridad establecidas.

Por otro lado, un reciente artículo publicado en la revista The Atlantic, titulado en inglés “Our Minds Aren't Equipped for This Kind of Reopening”, señala que “los investigadores han estudiado la tendencia humana a descontar los daños prevenibles que surgen de la naturaleza y a reaccionar exageradamente a los daños que surgen de la acción humana”. En ese sentido, afirman que “la mayoría de las personas se sentirán reconfortadas (¿inmunes al riesgo?) cuando una fatalidad por coronavirus se atribuya a 'condiciones subyacentes', por ejemplo, la edad de un paciente o enfermedades crónicas, que no comparten, a la vez que se sentirán tentados de avergonzar a los que no cumplen con el distanciamiento social”. Este señalamiento es fundamental a la hora de formular una estrategia de comunicación social que tome en cuenta el razonamiento moral y la evaluación de riesgos por las personas, a la hora de tomar decisiones.

Admito que no es una tarea sencilla. Como nos recuerda recientemente el BID, la estrategia de comunicación enfrenta tres grandes desafíos: “a) Cambiar las normas sociales; b) Gestionar los conflictos de intereses. Obligar a las personas a quedarse en casa afectará los negocios, y los trabajadores del sector informal pueden sentir que no les queda otra opción que desobedecer las medidas de contención para poder pagar sus cuentas y alimentar a sus familias, y; c) Asegurar el cumplimiento. Las medidas de contención pueden llegar a mantenerse por varias semanas, y el cumplimiento durante ese período será clave para el éxito de las mismas”.

Al final parece claro que estamos lejos de superar esos desafíos, y necesitamos una nueva estrategia de comunicación social, fundamentada en el conocimiento de los procesos sociocognitivos de los panameños. A partir de ahí, debe proporcionar información basada en evidencia, proveniente de fuentes percibidas como creíbles Debe además ser masiva, reiterada, coordinada y sostenida en un tiempo determinado. Este nuevo conocimiento, debe aumentar la disposición de las personas a tomarse en serio la epidemia, y actuar en consecuencia.

Para formular la estrategia, el Gobierno debe incorporar a profesionales de reconocido prestigio en las ciencias sociales, específicamente de la Comunicación Social, Sociología y la Psicología Social. No menos importante, será que los voceros posean la trayectoria y solvencia que genere la confianza necesaria para cambiar el comportamiento durante la epidemia.

Médico, exrepresentante de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
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