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- 24/08/2020 00:00
Guerra de vacunas o los mercaderes farmacéuticos pervierten la esperanza
Hace aproximadamente un mes, los grandes mercaderes mundiales de los productos farmacéuticos, entre ellos los representantes de los laboratorios estadounidenses Pfizer, Merck y Moderna, dijeron, durante una audiencia en el Congreso de Estados Unidos, que, en caso de lograr la vacuna contra el nuevo coronavirus, no la venderán a precio de costo. (La Jornada, 27/07/2020).
El presidente de Moderna, Stephen Hoge, en respuesta a una pregunta de un congresista, arguyó: “No venderemos al costo”.
La empresa recibió 483 millones de dólares del dinero público de Estados Unidos para financiar la investigación y el desarrollo, pero, ¿saben qué?, ¡sin un contrato de suministro para el país que les dio parte de los recursos para su proyecto! Es decir, para Hoge y el resto de los mercaderes farmacéuticos, la vacuna es un negocio, no un derecho humano.
En esa lógica, se ha desatado lo que se ha denominado “la guerra de las vacunas”, esto es, las farmacéuticas que lleguen primero a producir la vacuna anti-COVID-19 se alzarán con el trofeo que les aseguraría miles de millones de dólares, a un costo que empobrecerá más a los países neocoloniales -como el nuestro-, si estos tratan de hacerlas llegar universalmente a sus poblaciones; con la consiguiente ampliación de sus niveles de endeudamiento externo.
El asunto es que, EUA ya no tiene la hegemonía mundial -el control político, ideológico e intelectual del mundo- y una prueba de esta pérdida de control se resume en las palabras del presidente de la República mexicana, uno de los países que mostró no anclarse a las ofertas de las farmacéuticas transnacionales, al afirmar que: “En el caso de Rusia, sobre la vacuna (…) que ya van a aplicar pronto, les digo algo que aplica para otras cosas, pero fundamentalmente que tiene que ver con la salud del pueblo: en este asunto tan importante, no debe haber ideologías, hay ideas, pero la salud es primero”, (López Obrador en: Página 12, 18/08/2020). Parafraseando al director de la CSS, que elogió la semana pasada a unos funcionarios por un acto asistencial que hicieron con un indigente, diríamos aquí en el ejemplo del presidente azteca, que: “acciones como esta se transmitan más rápido que la covid-19” a todos los funcionarios gubernamentales.
La cuestión se les complica aún más a los mercaderes farmacéuticos, con los avances de una candidata de vacuna cubana -SOBERANA 01-, misma que, de acuerdo con lo confirmado por entidades evaluadoras y certificadoras internacionales de Japón y Europa, entró en la fase II que confirma su calidad, hasta este momento. Se trata de la propuesta de un país tercermundista, sometido a bloqueo, que acaso, gracias a ello y a la comunidad científica internacional, ha desarrollado capacidades que hoy le permiten incluirse entre los que producen esperanzas al mundo para controlar la COVID-19.
Como cabe esperar, Cuba no someterá sus hallazgos a las reglas ciegas del mercado ni de las imposiciones de los “TRIPS Agreement” -acuerdos sobre propiedad intelectual y patentes- que garantizan el oligopolio de las transnacionales farmacéuticas para imponer los altos precios en los medicamentos y las vacunas, a las que están acostumbradas.
El ataque ideológico descalificador, no se hizo esperar. Son muchos millones de dólares en juego que pueden dejar de percibir las grandes corporaciones productoras de vacunas y sus benefactoras financieras, si se rompen sus controles.
Basta recordar que una de estas batallas les redujo ganancias, pues cuando se acaban los monopolios, los precios bajan. Cuando los fabricantes de países en desarrollo comenzaron a producir versiones genéricas de los medicamentos antirretrovirales, el costo anual del tratamiento contra el sida bajó de 10 000 dólares a unos 200 dólares. (Atiénzar, 2003,). Esto sugiere que, una solución a este problema podría estar en que sean los propios países subdesarrollados quienes produzcan sus medicamentos, lo que toca directamente al problema de la soberanía de los países en materia de salud. ¿Estarán los dueños del país y sus funcionarios en el Gobierno dispuestos a asumir posiciones de neutralidad, abandonadas desde 1981?
Mientras, se da una guerra ideológica entre colonizados mentales y quienes actuamos bajo criterios científicos y éticos en función de la vida de la población. Entre, quienes descalifican lo que no proceda de los laboratorios de los mercaderes del imperio y quienes sometemos las distintas propuestas al escarnio del pensamiento crítico, para que no nos perviertan la esperanza.