• 05/10/2020 00:00

Es la hora de subsanar las desigualdades

Hace más de diez años, los líderes mundiales, reunidos en Río de Janeiro, Brasil, expresaron su determinación de lograr una equidad social y sanitaria, mediante la actuación sobre los determinantes sociales de la salud y del bienestar, aplicando un enfoque intersectorial integral.

Hace más de diez años, los líderes mundiales, reunidos en Río de Janeiro, Brasil, expresaron su determinación de lograr una equidad social y sanitaria, mediante la actuación sobre los determinantes sociales de la salud y del bienestar, aplicando un enfoque intersectorial integral. El evento constituyó una plataforma mundial de diálogo sobre el modo en que se podrían aplicar las recomendaciones formuladas en 2008 por la Comisión sobre Determinantes Sociales de la Salud. En ese sentido le dedico esta glosa a compartir las conclusiones de ambos grupos de trabajo. Tienen plena vigencia hoy y su cumplimiento es obligatorio para garantizar el bienestar de la población.

La Comisión hizo tres recomendaciones para subsanar las desigualdades en una generación. Comenzó subrayando que las desigualdades, en la forma en que está organizada la sociedad, hacen que las posibilidades de desarrollarse en la vida y gozar de buena salud estén mal distribuidas dentro de una misma sociedad y entre distintas sociedades. La estratificación social también crea disparidades en el acceso al sistema de salud y en su utilización, lo que da lugar a desigualdades en la promoción de la salud y el bienestar, la prevención de enfermedades y las posibilidades de restablecimiento y supervivencia tras una enfermedad.

Por esa razón, la lucha contra la distribución desigual del poder, el dinero y los recursos debe ser prioritaria para combatir la inequidad sanitaria y las disparidades en las condiciones de vida. Ello requiere un sólido sector público comprometido, capaz y dotado de suficiente financiación, para lo que no solo hay que fortalecer las instancias gubernamentales, sino también la gobernanza: hay que dar legitimidad, cabida y apoyo a la sociedad civil, a un sector privado responsable y a los miembros de toda la sociedad, con el fin de definir el interés común y reinvertir en la acción colectiva.

Pero la Comisión no se quedó en la argumentación demostrativa de las desigualdades que se observan en las condiciones de vida de la primera infancia, la escolarización, la naturaleza del empleo y las condiciones de trabajo, las características físicas del medio construido y la calidad del medio natural en que vive la población. Su primera recomendación, se refirió concretamente a mejorar el bienestar de las niñas y las mujeres, y las condiciones en que nacen los niños; favorecer el desarrollo de la primera infancia y la educación para los niños y las niñas, mejorar las condiciones de vida y de trabajo y formular políticas de protección social dirigidas a toda la población; y crear las condiciones que permitan envejecer bien.

La Comisión también hizo un llamado a medir la magnitud del problema, analizarlo y evaluar los efectos de las intervenciones. Los panameños hemos avanzado en estas mediciones, reconocemos que existe un problema y sabemos desde hace algunos años de su magnitud. No obstante, la generación cuyas desigualdades debíamos subsanar, ya es adolescente y las condiciones en que vive han cambiado poco o nada.

Tres años después de publicado ese importante informe de la Comisión, los líderes mundiales reunidos en Río de Janeiro, Brasil, expresaron su determinación de lograr una equidad social y sanitaria mediante la actuación sobre los determinantes sociales de la salud y del bienestar, aplicando un enfoque intersectorial integral. Se esperaba, con mucha ilusión, que aquella conferencia propiciara el intercambio de experiencias nacionales y conocimientos técnicos para mejorar los determinantes sociales de la salud.

Personalmente considero que pudimos aprovechar de mejor manera la efervescencia que generó este magno evento, pero no lo hicimos. Por diversas razones, la necesidad de actuar sobre los determinantes sociales de la salud fue perdiendo espacio en la agenda política de los políticos de turno, siendo desplazada por otras intervenciones, hasta que en enero de 2020 surge una nueva pandemia y nos recuerda que nos hubiera ido mucho mejor si hubiésemos mantenido la acción sobre los determinantes sociales. Pero, no es la hora de ponernos a llorar sobre la leche derramada, es la hora de mirar con las luces largas, para que no nos sorprenda otro evento de este tipo.

Hoy, es obligatorio e impostergable retomar las esferas de actividad propuestas como críticas para abordar la injusticia de las inequidades sanitarias, a saber: adoptar una mejor gobernanza en pro de la salud y del desarrollo; fomentar la participación en la formulación y aplicación de las políticas; seguir reorientando el sector de la salud con miras a reducir las inequidades sanitarias; fortalecer la gobernanza y la colaboración en todo el mundo; vigilar los progresos y reforzar la rendición de cuentas.

Especial atención: en el contexto de la pandemia que enfrentamos, se requiere responsabilizar a las más altas instancias gubernamentales de la acción en pro de la salud y de la equidad sanitaria y lograr que todas las políticas contribuyan a ese fin de forma coherente.

Médico, exrepresentante de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
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