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- 29/11/2020 00:00
Deambula la confianza, surge la ansiedad
Hace unos meses, después de escuchar al señor presidente, algunas personas me escribieron y me preguntaban: “¿qué podemos esperar de este señor?, cada vez que aparece, ya da hasta pánico escucharlo. No sabemos qué locura nos dirá”. Si bien es cierto, el señor presidente tiene un lenguaje muy típico de él, el cual cree que le funciona de maravillas, bueno la realidad es todo lo contrario. No es el tipo de comunicación hacia el pueblo que un presidente debe brindar.
El pueblo necesita cierta dosis de seguridad, de esperanza y en quién más tenerla, si no es en nuestras autoridades, especialmente en el presidente. Aunque muchos dicen que la confianza es de ingenuos, debemos esforzarnos para que, en nuestra sociedad, en nuestra economía y en nuestra clase política exista algo de ella, lo cual indiscutiblemente facilita el proceso democrático y nos lleva a cierta estabilidad social. Muchos pensarán que no, pero la confianza, más que el dinero, rige nuestra vida diaria. Lo peor, es que la confianza hacia el discurso y las acciones del señor presidente (y del Gobierno en su totalidad) se están convirtiendo en una víctima de sus incapacidades, lo cual nos conduce a un hondo abismo de incertidumbre que indiscutiblemente debilita nuestra sociedad. Todo esto nos lleva a una infravaloración de la confianza, lo cual es el producto de la arrogancia desmedida, de la ambición de poder, de las decisiones inclinadas y, peor aun, del abuso hacia el pueblo.
Los panameños necesitamos a toda velocidad, a gritos, un sistema que tenga visión de futuro, para lo cual es necesario no tratar con displicencia los valores morales y la confianza desestimada. Necesitamos de un presidente que muestre un claro liderazgo (el cual todavía no vemos, es invisible), que marque pautas, pero, en definitiva, que tenga claro hacia dónde debemos dirigirnos como país. Que tome la batuta, el rumbo de una nación que sigue sumergida en las tinieblas, especialmente por la falta de un capitán que sepa proactivar nuestra fortaleza, contrarrestar nuestras debilidades, enfrentar las amenazas y aprovechar las oportunidades. Un presidente que tenga clara visión de lo que como país necesitamos, que entienda la necesidad de inversión pública en infraestructura, como también en salud, educación y tecnología.
Señor presidente, cada vez que abre la boca el pueblo tiembla, da muestra de poca previsibilidad, sus argumentos son poco confiables y lo peor, no muestran claridad. Confunde al pueblo, no sabemos realmente cuál es el norte, parecemos una nave en alta mar a la deriva de las inclemencias del tiempo y los infortunios de un mal timonel. Debemos recordar que, sin confianza, la vida sería irracionalmente inmoderada, la corrupción estaría más propagada de lo que está, los costos y las disputas se dispararían. En otras palabras, nuestra sociedad estaría petrificada. Y ni hablar de que todos tenemos la misma edad…