• 30/12/2020 00:00

Balance

“[…] está una preocupación por aquello que implica la noción de futuro del género humano, principal enseñanza lograda este año que termina y que paradójicamente nos fortalecerá para seguir adelante”

Hace poco más de un año, en un mercado de especies silvestres en la ciudad de Wuhan, China, un incidente casual dio origen a un virus, cuya repercusión adquirió una resonancia, primero local, en la región y a escala internacional, que terminó por afectar al planeta con saldos mórbidos y mortales. Una nueva epidemia surgía con características propias, que abrieron una preocupación inusitada al mundo científico.

Muy lejos estaba la humanidad de pensar que aquello iba a tener tal dimensión, que habría de conmover todos los espacios de la vida socioeconómica, política, cultural y transformaría las variadas agendas vinculadas con la gobernanza y las tantas esferas en que se mueve la realidad actual. Ese sería el sello característico del año 2020 para el que nadie estuvo preparado y que alteró la cotidianidad a niveles impredecibles e inimaginables.

La consolidación y formas particulares de expansión de este coronavirus, trajeron consecuencia en la administración gubernamental de todas las naciones, una vez alertados por las autoridades sanitarias y las advertencias de las organizaciones mundiales que velan por los programas de salud. Vinieron las primeras decisiones que fueron asumidas por los niveles ejecutivos. Los diferentes lineamientos produjeron resultados específicos.

El papel de los hombres de ciencia ganó una proyección para sustentar los formatos de estrategias utilizados en cada país. Hubo interpretaciones variopintas; en algunos casos, fue una espera; en otros, se buscó crear las mejores medida y basadas en las experiencias históricas. La mitología, la mitomanía, la laxitud atravesaron las providencias, que no en todas ocasiones se nutrieron de datos y diagnósticos de la comunidad de salubridad.

Y surgieron conceptos nuevos; pandemia, confinamiento, distancia social, hisopado, asepsia; términos técnicos irrumpieron en el discurso mediático, en los noticieros y en el habla popular hasta en las comunidades. La tecnología también se sofisticó y las redes sociales dieron un nuevo significado a la comunicación porque sustituyeron la prensa tradicional. Herramientas como Zoom, Tik tok, Instagram y un ilimitado universo de opciones posibilitaron contactos.

Toda crisis contiene también oportunidades, como reza el aforismo oriental. La estadística reflejó la geometría del contagio y la multiplicación de defunciones. La economía decreció porque la productividad se congeló, clausuraron fábricas, almacenes, restaurantes, teatros, playas. Pero, el encierro trajo también momentos para fortalecer la creatividad y el arte se vio enriquecido con novedosas obras concebidas mediante ingeniosas modalidades.

Quizás es la primera vez en la historia que esa población, tipificada una vez como aldea global, tuvo que aislarse y asumir un formato de burbuja, como requisito de seguridad familiar. A partir de ese núcleo empezó a construirse un sentido de solidaridad. Los segmentos más vulnerables acentuaron su pobreza y hubo que salir a atender tales necesidades con bolsas y sustento monetario en múltiples facetas.

Todas las miradas y atención se orientan al trabajo que en este año ha realizado la ciencia, que ha pasado a ser protagonista de la vida cotidiana por su esfuerzo, sus análisis y prognosis. Las agendas de Gobierno han implicado la presencia y participación de médicos, investigadores, epidemiólogos que han descifrado los síndromes e indicadores. Ellos tradujeron síntomas para recomendar los pasos a seguir y reducir los crueles diagnósticos.

El dolor y el luto se han generalizado en este período. La muerte ha logrado un insospechado e irreparable saldo, que habría que asumir como desgracia de una magnitud inédita; pero también hay que considerar que el espíritu humano no ha sido quebrantado y tan solo la rapidez de tener una vacuna que haga frente al covid-19, crea esperanzas en la lucha contra estos fantasmas que avasallan la salud en un grado planetario.

Además, está una preocupación por aquello que implica la noción de futuro del género humano, principal enseñanza lograda este año que termina y que paradójicamente nos fortalecerá para seguir adelante.

Periodista
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