• 04/02/2021 00:00

Hay que reconstruir las fuentes de empleo

“El panorama es incierto, pero lo peor que podemos hacer es no hacer nada. Es hora de encarar realidades y viabilidades concretas, entre todos (as) como país”

Luego de 30 años de crecimiento, Panamá enfrenta una catástrofe económica y laboral sin precedentes. El producto interno bruto (PIB) panameño cayó 38.6 % en el segundo trimestre, 23.6 % en el tercer trimestre, en relación con los mismos periodos del 2019. Y, según el más reciente informe laboral del Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC), de la Contraloría General de la República, al 30 de septiembre del 2020 se habían perdido 288 951 empleos, 15 % de la población ocupada. En una economía que genera un promedio de 45 mil empleos anuales, llevará más de seis años recuperarlos. No se trata de ser “pesimistas”, sino de matemática simple.

La planilla estatal no disminuyó. Todo el impacto laboral lo recibió el sector privado, que perdió 257 960 empleos formales, un tercio de su fuerza laboral asalariada, acentuando la contracción que inició en el 2013, cuando esta representaba 53 % de lo empleos del país, para caer a 38 % en el 2020, una caída de 15 puntos en siete años.

Tres de cada cuatro empleos perdidos estuvieron en el comercio, agricultura, construcción, turismo y logística. Cuatro de cada cinco trabajadores, que perdieron sus fuentes de ingreso, ganaban menos de $750 mensuales y tenían menos de 11 años de escolaridad, por lo que la devastación laboral ocasionada por la pandemia la están sufriendo principalmente trabajadores humildes, particularmente jóvenes y mujeres.

Para hacer frente a la COVID-19, Panamá adoptó las más severas medidas de confinamiento de Latinoamérica, que resultaron en la mayor devastación económica y laboral de la región, proporcionalmente hablando. El 70 % de los empleos en el país son presenciales, por lo que todas las medidas de restricción de movilidad tienen un impacto laboral devastador.

Al 30 de septiembre 2020, el comercio había perdido la cuarta parte de sus trabajadores (mayoritariamente asalariados), las actividades relacionadas con creatividad y entretenimiento vieron perder dos tercios de su fuerza laboral, mientras que en el sector de hoteles y restaurantes desapareció un tercio de sus empleos (dos de cada tres mujeres), situación que empeoró, pues a enero 2021 la mitad de los restaurantes ya cerró sus puertas y solo 3 % de los hoteles reanudó operaciones.

Hay indicios de que la devastación laboral es aún mayor. Según la Contraloría, en octubre 2020 viajaron 56 % menos pasajeros en el Metro y 53 % menos en Mi Bus en comparación a octubre 2019. Cabe destacar que el tráfico en ambos medios de transporte está representado mayoritariamente por trabajadores, ya que los estudiantes son solo 1.06 % de los pasajeros del Metro y 2.45 % de Mi Bus.

Por otro lado, una encuesta de Unicef, publicada el 18 de diciembre 2020, señala que el 75 % de los hogares panameños ha visto una reducción en sus ingresos, producto de la pandemia.

Finalmente, según información de esa entidad, los ingresos de la Caja del Seguro Social (CSS) disminuyeron en un 40 % en relación con el 2019. Todos estos indicadores sustentan los temores de que la crisis laboral no ha tocado fondo.

La generación de empleo será un reto. La Población Económicamente Activa (PEA) crecerá a razón de 65 mil personas anuales. Para mantener la tasa actual de desempleo (18.5 %) será necesario generar 49 mil empleos por año (4 mil más que el promedio histórico). Pero disminuir el desempleo al 15 % en 5 años requerirá crear 63 mil anuales (18 mil más) por 5 años y reducirlo al 10 % a finales del 2025 demandará crear 85 mil empleos anuales. Todo un desafío. ¿Qué vamos a hacer al respecto? ¿Qué proyectos y programas pueden generar esa cantidad de empleos anuales a corto o mediano plazo?

Adicionalmente, Panamá genera principalmente empleo informal. En la última década (2010-2020), 92 % de todos los empleos generados fueron informales (en el 2019 fue 100 %). Hoy, los informales aportan 53 % de la Población Ocupada No Agrícola, y 44 % de todos los empleos del país, superando a los trabajadores asalariados privados (38 %) y funcionarios (18 %), por lo que representan el mayor grupo poblacional en la estructura laboral del país. ¿Es posible cambiar esta tendencia? ¿Cómo?

Enfrentamos una tragedia laboral. La evidencia es clara, contundente y concluyente. No tiene sentido matizar una realidad férreamente sustentada en cifras, que en sí no son “ni buenas ni malas”, pues eso depende de lo que hagamos con ellas. El panorama es incierto, pero lo peor que podemos hacer es no hacer nada. Es hora de encarar realidades y viabilidades concretas, entre todos (as) como país. Un solo equipo con una sola agenda.

Asesor empresarial.
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