• 13/02/2021 00:00

Cuarta revolución industrial y pandemia por COVID-19

“[…] hay que avanzar juntos, hacia la nueva “normalidad” económica-política que surja en este nuevo medio de contradicciones nacionales/mundiales”

Definitivamente, estamos viviendo un mundo diferente, las teorías políticas se quedaron al margen de las nuevas condiciones dadas en el orbe, en todos los niveles, sociales, políticos y económicos. Tanto el marxismo-leninismo o pensamiento de Mao Zedong, como el neoliberalismo, el liberalismo económico, el mercado abierto, el keynesianismo, los “Friedman's”, los “Chicago Boys”, el modelo mixto y demás, anonadados se miran entre sí, buscando un callejoncito donde puedan opinar o sugerir “algo” frente a la crisis sanitaria, económica, social y política que hoy nos consume y pareciera llevarnos al precipicio.

El escenario en que se da este extraordinario cambio nos puso variables nuevas que no habíamos tenido en cuenta, a pesar de que, si hicimos cambiar y variar sus caminos, de una u otra manera, las llevamos al límite y se han expresado con fuerza y determinación.

Por ejemplo, llevar al límite la destrucción del medio ambiente, tuvo sus consecuencias, allí está la COVID-19, los terremotos, tsunamis, huracanes, maremotos, los cambios del clima, el deshielo de los polos, incertidumbre en los períodos de siembra, la tala desmedida, incendio forestal, etc., igualmente ocurrió, sin darnos cuenta, con los cambios en los procesos productivos, la cuarta revolución industrial impuso la revolución digital, marcada por la convergencia de tecnologías digitales, físicas y biológicas; cambio el mercado del empleo, el futuro del trabajo y acrecentó la desigualdad en el ingreso.

La automatización se basa en sistemas ciberfísicos, hecho posible por el internet de las cosas y la nube; o sea, ahora hay fábricas inteligentes, carros inteligentes, casas inteligentes, etc. En sí, las empresas crearon redes inteligentes que se controlan a sí mismas. En fin, tenemos que aprender nanotecnología, neurotecnología, robots inteligentes, inteligencia artificial, biotecnología, sistemas de almacenamiento de energía, drones e impresoras 3D. Todo esto, impulsado y reforzado en su locuaz avance por la pandemia de COVID-19, que en efecto consolidó las bases de toda esta cuarta revolución, los confinamientos reformaron nuestras comunicaciones, el trabajo, el estudio y nuestra vida cotidiana. Hoy, es “normal” el trabajo casero, la educación virtual, la comunicación virtual con los amigos, familiares y la sociedad, y nuevos problemas emocionales, sentimentales y morales.

¿Qué hacemos los panameños? Como siempre, llegamos muy tarde a la cuarta revolución industrial, llegó la pandemia mientras estábamos inmersos en contiendas políticas; un Gobierno sin plata, con alto desempleo, enorme desigualdad, inequidad y con una pequeña élite en oposición cruda y desalmada. Una educación que aún no se integra a la revolución digital, un Ministerio de Salud que juega a lo político y lo económico, que, a pesar de los altos índices de fallecidos y contagiados, se la juega con tres vacunas internacionales para regular la COVID-19. Un tambaleante Gobierno que hace todos los esfuerzos por equilibrar la economía (abre mercados, da bonos, vales, bolsas de comida, etc.) y regular la pandemia (quita cuarentenas, hay movilidad, etc.), decide mirar mejor los caminos del mandarín, dado que Trump le deja a Biden un país polarizado y en crisis total; y, a sabiendas de que saldrá muy golpeado al culminar su período, como todo marginado, a pesar de que no tiene nada que ver con estos cambios mundiales, sabe que somos caribeños, donde alguien paga y ese va a ser el Gobierno actual.

Pero, tenemos un canal, una zona libre y un sistema bancario fuertes, que, juntos, Gobierno-empresa privada, sostendrán un crecimiento económico moderado, pero por encima del promedio del continente. Para eso se necesita paz política, allí es donde la porción de la élite económica/financiera, que no está en el poder político, no entiende que los intereses colectivos van por encima de sus intereses particulares. Quizás, cuando arrecien las contradicciones y surja una espontánea y popular explosión social y vean en peligro sus infraestructuras económicas, cambien y cedan “algo o mucho” al pueblo panameño.

No debemos llegar a ese extremo, hay que avanzar juntos, hacia la nueva “normalidad” económica-política que surja en este nuevo medio de contradicciones nacionales/mundiales. Para eso estamos.

Economista
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