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- 25/02/2021 00:00
Bases o no, el problema no es el nombre
Como lo general determina lo particular muchas veces, en el entusiasmo por nuestra decisión particular, se nos olvidan los determinantes generales. Creemos estar listos para salir en excursión familiar, con destino ya prefijado, con entusiasmo, con la billetera más o menos prevista, pero el tiempo exterior termina por disponer nuestro movimiento en el momento.
Hago alusión a estas determinaciones generales de nuestro movimiento particular para atrevernos a entrar a comentar la zaga gloriosa de estudiantes, trabajadores, pueblo en general y especialistas de las materias de derecho y política internacional, y de asuntos militares que tuvieron la buena fortuna de entrar a hacer valer nuestras reivindicaciones soberanistas justo en el momento en que la contraparte estadounidense estaba descolocada en su fortaleza política y militar. Se negociaba con un presidente como Carter, que ha dado prueba hasta nuestros días de usar un abordaje particularmente comprensivo de los intereses contrapuestos, el de su nación y el de sus oponentes. Sabido es que el fracaso de la expedición militar a Irán que le sembraron en la administración no fue causa suya, sino un condicionante impuesto por sus rivales del complejo militar-industrial, que no veían cómo un “farmer” de las plantaciones de maní y de maíz miraba a los intereses de los negocios de alimentos en detrimento de añejas prioridades de la industria militar. Carter tuvo un manejo correcto con Panamá, pero además sucedía que en el momento de los tiras y aflojes bilaterales de Panamá con los Estados Unidos por el tema de las bases militares sucedía un hecho más arriba, en el firmamento de la carrera militar internacional por el cual Rusia y Estados Unidos habían alcanzado la paridad misilística nuclear. El destino de los grandes protagonistas se decidiría en el espacio con cohetes y las bases militares perdían su importancia estratégica global. Ese era el otro paraguas que no se alcanzaba a divisar desde nuestra pequeñez territorial. Tal convicción sirvió al propósito de desmantelamiento de las bases – guarniciones que teníamos en el país.
Sabido es que después, por causa del auge insurreccional en Latinoamérica, la presencia militar estadounidense se rebautizó en otras formas que no eran las de tener guarniciones. El mundo de la tecnología iba modificándose y permitía que un par de hombres en un hotel pudieran portar un maletín con la capacidad de manejar las coordenadas que permitirían el lanzamiento de una bomba o una alerta temprana en cualquier parte del mundo. Las guarniciones militares, aquellas que hospedaban a incontables soldados pendencieros, hostigadores y clientes de los lupanares, irían desapareciendo como regla general. Se inició el momento de una nueva modalidad de presencia militar, que es el de las Locaciones de Operaciones Extranjeras o FOL, por su abreviatura en inglés.
Hacemos salvedad de que en la actualidad las agrupaciones de grandes tropas sembradas en el seno de la vieja Europa son estructuras de movilización prestas ante la excusa de una posible confrontación con Rusia, pero eso es tema de una movilización militar siempre en agitado baile necesario para el dinamismo de las grandes industrias de armamento. Las FOL son otra cosa, son organismos de vigilancia cercana de los pueblos y de amenaza permanente contra sus Estados y soberanía. Son pequeñas, pero es una evolución del concepto de bases militares, es decir, son BASES.
Como vemos, no importa si en una pequeña locación unos grupos de guardias o policías nacionales de un país latinoamericano ejecutan acciones de operación y rastreo, ya que las instrucciones de operación corresponden al concepto de FOL, pues siempre las instrucciones y provisión de órdenes contingentes vendrán de ese organismo de control que se llama FOL.
Es importante destacar que la presencia de agentes nacionales de Panamá no entraña la protección de atributos soberanos, ya que en los oficiales de naciones que interactúan en ejercicios o estaciones conjuntas se atiende al código de comunicación siempre entre rangos iguales. Desde este punto de vista siempre habrá un oficial norteamericano de rango superior que, aunque no esté expuesto a las miradas, será el real responsable de la dirección del trabajo. FOL con soberanía no encontraremos jamás.
En consecuencia, las FOL que se nos pretenden imponer en Panamá con el actualizado nombre de Centro Regional de Operaciones Antinarcóticos (Croan, suena así, como hacen los sapos) son bases reales y son ilegales a la luz de la lectura de los tratados pactados y ratificados por los parlamentos de las dos naciones. Esto debe tener serias consecuencias en la rendición de cuentas que debemos exigir, si es que los parlamentarios asumen con dignidad que han sido burlados en sus competencias.