• 09/06/2021 00:00

Perú: elecciones y duras lecciones para Panamá

“[…] la vida se califica por promedios, como en la escuela. ¡Y los promedios de la clase política/empresarial nuestra no pasan del 2.5!”

Igual que en nuestro país y otros del continente, el Perú ha vivido una orgía de décadas de corrupciones generalizadas en el ámbito político, social y en lo judicial. A diferencia de nuestro país, allá el brazo de la justicia fue más recio y llegó a encarcelar a unos tres expresidentes y el otro, ya buscado para ajusticiarlo, buscó la salida del suicidio. Otro anda fugitivo de Interpol en EUA. Uno más reciente fue salvado por argucias legales y la edad y enviado como reo a casa. ¡Aquí no hemos llegado ni al kínder judicial efectivo, pese al medio centenar de presuntos responsables de corruptelas!

¿Nos deja Perú lecciones para aprender? (Aunque nunca aprendemos nada). ¡Obvio! Allá, la argucia y el cálculo de un político “catrivoliado”, Vladimir Cerrón, alineado con todo su derecho a la izquierda y visitas claras a China y Venezuela, dos veces gobernador de Junín, zona de tipo rural, con un millón 200 mil seres -al no poder él buscar la Presidencia, por estar procesado y condenado (aunque libre aún) por corrupción, optó por buscar hábilmente “un candidato de cara fresca y no contaminado” para llegar al poder nacional. Lo encontró en el desconocido -hasta hace apenas seis meses- Pedro Castillo, docente rural, quien tenía en su haber político/social liderar una huelga regional de maestros. Castillo, ensombrerado y con su logo de un lápiz, se lanzó al ruedo aupado por su mentor y logró colocarse entre la veintena de aspirantes a la Presidencia y marcar sorpresivamente su pase a la segunda vuelta, enfrentado solo a la ducha joven política Keiko Fujimori. En esta ronda de votación, que aún no termina, pero donde Castillo ya es virtual ganador, con una diferencia cercana a cien mil votos -en reñida contienda, donde de 24 millones hábiles para votar solo unos 17 millones concurrieron.

¿Primera lección para nosotros? El votante piensa que “todo es más de lo mismo” (como aquí) ¿Segunda lección? Si los regímenes tradicionales u ortodoxos (casi todos a la derecha y ligados al neoliberalismo) se pudrieron y todos se rebuscaron solos, ¿por qué no irnos hacia otro lado? (Aún con “el fantasma del comunismo con que marcaron a Castillo y el síndrome del miedo a otra Venezuela Madurista hambreada”. ¿Tercera lección? De los pueblos, de pronto y de impronta, cuando los políticos profesionales jamás lo esperan, sale de la lamparita del genio un hombre que sorprende y se eleva en las alturas electorales, que hace orinar en los pantalones a capitalistas, empresarios y a los propios actores de siempre, enroscados en pugnas por partir “la res-pública” y comerse entre ellos el filete, el lomo, la pulpa negra y la punta de palomilla, y dejar el resto de la vaca para que se lo peleen las capas medias bajas y los empobrecidos. Castillo -más allá de él- ha dado una cachetada al sistema político peruano, venciendo a una candidata veterana y recursiva en esas lides, pero manchadita con una herencia negra, más sus propios pecados.

¿Es que no puede ocurrir algo siquiera similar, con nuestras propias pinturas sociopolíticas, en Panamá? Hoy no lo parece. Pero hace menos de un año tampoco lo parecía en el Perú. Lo que nos indica que a veces estos fenómenos sociales se parecen a los sismos de la naturaleza, que nos sorprenden durmiendo en calzoncillos.

Nuestra clase política duerme, por más de tres décadas, una borrachera de orgías corruptas que parecen inacabables; sin ningún pudor las instituciones festinan, viviendo en una Sodoma y Gomorra, entre oligopolios familiares y clanes privilegiados para meter manos y patas, en los patrimonios que deben ser de todos. Tenemos el deshonroso trofeo de ser el tercer país en la región en peor distribución de la riqueza.

¡Cuidado que el genio de la lámpara nos llega de repente y nos estremece con otro sismo que lleva a miles de gentes a agotar las Lomotil! Si no ha ocurrido nada de ese color y tamaño, solo se debe a que “las izquierdas del continente no son muy sanctas, sino todo lo contrario”. Basta mirar los círculos del poder en Venezuela y Nicaragua, donde los hijos de los dictadores remplazan a los niños de su papá en Panamá, inventando negocios, incluso en contubernio con empresarios altos que ofrecen sus servicios. Tendríamos que reconocer, siendo honrados, las gestiones de Evo Morales en Bolivia y el primer Gobierno de Correa en Ecuador, donde sus resultados no pueden calificarse, si no con notas aprobatorias en lo social y económico, aunque no fuesen “angelitos”. Pero, la vida se califica por promedios, como en la escuela. ¡Y los promedios de la clase política/empresarial nuestra no pasan del 2.5!

Abogado, coronel retirado.
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