• 22/06/2021 00:00

La Universidad de Panamá, en la disyuntiva

“La decisión que tome el electorado universitario deberá garantizar un porvenir mejor para la (UP), para su claustro académico y para las nuevas generaciones de profesionales […]”

La Universidad de Panamá (UP) tiene una importancia cenital para la República, misma que trasciende el entorno meramente académico. Todo lo que le afecte, incide directamente sobre muchos órdenes de la vida nacional, para hoy y para el futuro.

En estos momentos, esta institución se encuentra inmersa en un proceso electoral, muy particular e importante. Se encuentra ante la disyuntiva de proseguir hacia el futuro, consolidando y haciendo crecer el nuevo rumbo iniciado hace cinco años, o volver a lo que muchos ven como un pasado manchado de autocracia, de escándalos, de malas prácticas de gestión y de postración institucional.

La decisión que tome el electorado universitario deberá garantizar un porvenir mejor para la Casa de Méndez Pereira, para su claustro académico y para las nuevas generaciones de profesionales panameños que se forman y se formarán en esta, la primera institución panameña de educación superior.

De entre todos los candidatos, habrá que escoger al que pueda demostrar, a la vez, experiencia administrativa y docente, formación científica-académica, liderazgo profesional y una incuestionable reputación y solidez moral, necesarios para liderar a la primera universidad de la nación.

Sin demeritar a los otros aspirantes, muchos pensamos que solo una persona reúne este perfil a cabalidad y que esa persona es, sin duda alguna, el Dr. Eduardo Flores, quien aspira a relegirse para completar su obra al frente de la UP.

¿Porqué? Es fácil explicarlo y demostrarlo.

Primero, porque más allá de sus logros específicos (aumento de publicaciones científicas, tecnificación de procesos, consolidación académica efectiva, etc.) ha devuelto la esperanza a esta institución, haciéndola superar etapas en que la Universidad perdió trascendencia, imagen, impacto social, reputación, respeto. Eso lo ha recuperado efectivamente el Dr. Flores.

Segundo, porque ha logrado mantener abierta, funcionando eficientemente e, incluso, creciendo, a la Universidad de Panamá, en uno de los instantes más graves de la historia nacional: la pandemia de COVID-19. Esto quizás no sea valorado en su justa dimensión aún, pues no hemos salido de esta terrible conmoción colectiva. Pero es un logro excepcional que algún día será justipreciado y agradecido.

Tercero, porque es el único que tiene un plan serio e integral para el crecimiento cuantitativo y el desarrollo cualitativo superior de la Universidad. Ese plan no solo pasa por impulsar fuertemente el avance científico y académico de la institución, sino que incluye devolverle su papel de guía intelectual y moral de la nación a la Universidad de Panamá, frente a los grandes temas, largamente pendientes, en el debate por el presente y el futuro del país.

Panamá está ya ante su Hora de los Hornos. Estamos acercándonos peligrosamente a una crisis societal muy grave, a un punto de no retorno, del cual solo bajo la guía y fortaleza de instituciones como la Universidad de Panamá, podrá nuestro país salir avante. Por ello, quien la dirija jugará un papel de primera línea en la definición del futuro de este país. Para mí y para muchos, por sus méritos y por su visión, esa persona debe ser el Dr. Flores.

Bioquímico, profesor de la UP.
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