• 13/07/2021 00:00

La vacunación anti-COVID-19 y el reinvento de la discriminación

“El fijar diferencias entre vacunados y no vacunados solo crea una división social, y estas desigualdades afectan a todos, […]”

El fenómeno de la discriminación en el mundo, en todas sus dimensiones, no es nada nuevo ni, a su vez, las medidas adoptadas a nivel internacional, desde 1945, para promover el principio de igualdad y no discriminación, a través de documentos internacionales.

Y a propósito de la crisis sanitaria ocasionada por la COVID-19, por el temor a ser contagiados por otras personas, la discriminación se ha manifestado y ha tenido consecuencias negativas sobre los derechos humanos, en principio, contra las personas de origen asiático, las diagnosticadas positivo con COVID-19, las que se habían recuperado de la enfermedad o habían sido dadas de alta del área de cuarentena, los trabajadores de la salud y las personas trans, por el sistema de las medidas de cuarentena por género en el caso de Panamá, entre otras.

Con la crisis sanitaria, se catalogaron o se dividieron, por fines preventivos, zonas rojas, naranjas o amarillas en Nueva York, Florencia y Nápoles, y no han faltado las recomendaciones para los viajeros de evitar determinados destinos declarados como zonas de riesgo por la COVID-19, clasificados por niveles muy alto, alto, moderado, bajo o desconocido, aun cuando estén vacunados.

Por otro lado, un hecho que ha llamado la atención es que la discriminación y el estigma relacionado con la COVID-19 no se ha detenido, por el contrario, se ha reinventado con nuevas formas desde que se iniciara la campaña de vacunación, a finales de diciembre, en otros países y ha hecho que se haya ido esparciendo la semilla de la diferenciación entre los vacunados y no vacunados por el miedo a ser contagiados.

En el caso de nuestro país, se han seguido las directrices de la OPS y de la OMS, en cuanto a que la vacunación no es obligatoria, aunque reconocemos que es un deber de todo ciudadano hacerlo por motivos de solidaridad, mientras que cuando hay riesgo para la salud pública prevalece esta última, sobre los derechos de libertad del individuo.

Ahora bien, frente aquellos que demandan la vacunación obligatoria, consideramos que hay que actuar con cautela, porque la “Organización Mundial de la Salud (OMS) ha afirmado que inclusive las personas vacunadas contra el coronavirus podrían posiblemente seguir contagiando a otras”, lo que deja en evidencia que cualquiera persona está propensa a contagiar a otras, esté o no vacunada.

El fijar diferencias entre vacunados y no vacunados solo crea una división social, y estas desigualdades afectan a todos, y en el caso de los no vacunados deben evitarse medidas de control social graves so pretexto de que consientan obligatoriamente a vacunarse por miedo a ser suspendidos, despedidos o por cualquier otro motivo, pues la regla que se ha seguido hasta ahora es la del acceso voluntario a la vacunación.

Para terminar, solo tengamos presente que se avecinan muchísimos retos que tendremos que enfrentar, y para ellos les traigo una reflexión de la periodista Nathalia Passarinho (BBC News Brasil), en la que el virólogo Julian Tang, de la Universidad de Leicester, en Reino Unido, expresa que “a medida que avanzan los programas de vacunación contra la COVID-19 en distintos países, especialmente en los más ricos, el mundo podría quedar dividido a final de año por zonas de riesgo. Los países que no completen la vacunación de la población y no controlen la aparición de nuevas variantes pueden terminar aislados del resto del mundo y clasificados de manera oficial o informal como zonas de riesgo “amarillas” o “rojas”.

Podríamos ver una división por zonas de riesgo. Por ejemplo, el sudeste asiático y Europa serán verdes. El naranja es para la India y parte de África. Y el rojo puede ser Sudáfrica, Brasil y Estados Unidos, donde vemos altas tasas de transmisión y vacunación insuficiente”, ejemplifica Tang”.

Catedrática de Derecho Penal, UP.
Lo Nuevo