• 28/11/2021 00:00

¡En hora buena!

Enhorabuena, Panamá, eres libre. Eres libre de imposiciones foráneas, eres libre para definir tu destino y tu camino. Eres libre, pequeño istmo para unirte a quién decidas, separándote de la madre.

Enhorabuena, Panamá, eres libre. Eres libre de imposiciones foráneas, eres libre para definir tu destino y tu camino. Eres libre, pequeño istmo para unirte a quién decidas, separándote de la madre.

Hace doscientos años, fuiste libre, Panamá, y hubimos de darte la enhorabuena. Ya los odiados españoles que trajeron a estas tierras tu religión (sea esta cual sea a no ser que sigas profesando el animismo indígena cueva), que trajeron la harina de trigo con la que haces tus hojaldras, el puerco que te da la grasa en la que fríes el bofe que le pones por encima. Que trajeron también la vaca de la que sacas el hígado y la cebolla que lo corona, el aceite y los huevos que fríes en él.

Los españoles ya no te manejan a su antojo, ahora eres libre, Panamá, para tener un museo grandioso donde tus nuevas generaciones puedan contemplar las obras de arte que sus antepasados, los indígenas de los que sin duda desciendes y cuya sangre sigue latiendo en tus venas te enorgullece, manufacturaron con destreza sin par. Un museo donde exponer los cientos de miles de obras de cerámica y lítica por las cuales muchos museos se darían de bofetadas.

Ya eres libre, Panamá, desde hace doscientos años, doscientos años en los que, sin duda, las élites panameñas, haciendo prez y gala de su imbricación en esta tierra feraz, ya no de Colón, sino de Urracá, no discriminarán de ninguna manera a los pueblos originarios, no los expulsarán de sus tierras ancestrales, no les harán la guerra, no los herirán a plomo y palo, ni a ellos ni a sus hijos.

Tierra panameña, por fin eres libre y lo has sido por doscientos años, dos siglos enteritos en los que el pueblo, con el pueblo y para el pueblo, habrá elegido magníficos representantes de su sentir patriótico, padres de la patria que, sentados en asamblea, habrán emitido leyes justas y ajustadas a las necesidades de todos y cada uno de los panameños. Legisladores que, sin buscar su propio beneficio, se desvivan honradamente para ser el ejemplo a seguir por las nuevas generaciones.

Dos centenas de años en los que hemos llegado a tener, por ejemplo, ministros de desarrollo agropecuario que velan por el acceso a comida buena y barata para toda la población; ministros que no te hacen elegir entre comprar unos zapatos de buena calidad y poner comida en la mesa.

En hora buena fue tu independencia, Panamá, bien sacudido fue aquel yugo innoble y odioso, ¡bienvenida la libertad de educación! Ya no te imponen desde la metrópoli ni educación ni asignaturas, de modo y manera que puedes enseñarles a tus hijos los más excelsos cúlmenes del conocimiento, para que salgan de las escuelas preparados para enfrentarse al mundo. Tus maestros, Panamá, sin duda son los mejores preparados, tus profesionales, egresados de las universidades son los más ínclitos representantes de las excelencias científicas y en tu suelo, sin necesidad de emigrar, todos ellos pueden encontrar un puesto de trabajo cónsono, en remuneración económica y retos profesionales, con los mejores del extranjero.

¡Albricias, Panamá! Desde hace doscientos años tu destino lo decides tú, con la vista puesta en el futuro, aprendiendo de los errores del pasado, con paso firme y preciso.

Enhorabuena, panameños, porque estos doscientos años de libre albedrío han construido, sin duda, el país democrático y libre que todos deseaban cuando afirmaron la independencia, porque, sin duda, estamos mejor solos que mal acompañados y es preferible que nos robe un hermano a que nos robe un extranjero venido allende los mares, ¡dónde va a parar!

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