• 28/11/2021 00:00

Una independencia sin el pueblo

“La historia del 28 de Noviembre de 1821 tiene que decir la verdad y ocuparse de un pueblo que en su mayoría era demasiado pobre para participar de nada”

Hace cuatrocientos años era común que un Gobierno se basara en la voluntad de Dios. Hace trescientos años, mucha gente todavía lo pensaba. Y hace doscientos años, en las colonias americanas, se luchó para que los Gobiernos surgieran de la voluntad del pueblo. Se ha dicho que la independencia de estas colonias se llevó a cabo en nombre del pueblo y que fue el pueblo quien eligió el Gobierno que quería. No obstante, hay dudas sobre si el tipo de Gobierno que resultó de estas independencias fue realmente lo que el pueblo quería, lo cual obliga a preguntar si alguna vez el pueblo panameño tuvo control sobre la independencia con España y luego sobre la adhesión a Colombia.

Los panameños en 1821 no estaban preocupados por el futuro, sino por las realidades políticas y económicas del presente. El hecho de que la mayoría carecía de las necesidades más básicas es de fundamental importancia, porque, si esa mayoría de personas hubiera tenido bienes y propiedades, la historia de nuestra independencia hubiera sido bastante diferente. Simplemente, la mayoría no tenía nada y, lo más triste, la independencia los hizo más pobres.

La historia de esos hechos incluye no solo a una mayoría descontenta, sino a una minoría aprovechadora de las circunstancias. Minoría que era parte de una élite política y no del pueblo. Las quejas del pueblo por la precaria situación no fueron reacciones aisladas, sino acciones justificadas para promover un nuevo sistema de Gobierno en Panamá que asegurara comida, salud y bienestar a la población. Desafortunadamente, las luchas de poder entre los constitucionalistas españoles y los conspiradores coloniales chocaron en mal momento con el conflicto entre la economía regulada del mercantilismo y el avance de la economía no regulada de Adam Smith.

Además, es justo argumentar que el descontento social y económico de la mayoría afectó el curso de la independencia y el tipo de instituciones y liderazgo que germinó de ella. En los días y semanas que siguieron al 28 de Noviembre de 1821, cuando la especulación de unos pocos dio lugar a una decisión de unirnos a Colombia, surgen tres observaciones importantes. Primero, que, al unirnos a Colombia, Panamá se vio inmediatamente afectada por cuestiones políticas internas entre liberales y conservadores. Segundo, que, a pocos años de convertirnos en departamento de Colombia, Panamá sufrió un declive económico sin precedentes durante los años de la colonia. Y tercero, que ni las diferencias políticas ni el deterioro económico fueron suficientes para concretar un movimiento separatista, el cual finalmente se consumó casi un siglo después, cuando, en 1903, se concretó la firma de un tratado a perpetuidad con los Estados Unidos para construir el Canal, lo que terminó por cementar la creación de la República de Panamá.

Como vemos, la independencia con España no trajo prosperidad inmediata al pueblo panameño. Requirió de renovadas y repetidas afirmaciones de identidad nacional, y muchas decepciones y sufrimiento, para orientar la voluntad de la mayoría y darnos la oportunidad para lograr un control sobre la política económica y social que quería nuestro pueblo. Aunque habría que advertir que ese control no llegó sino hasta casi un siglo después de la separación con Colombia, tras la firma de los Tratados Torrijos Carter y la obtención definitiva de nuestra soberanía.

En los años posteriores a la independencia, la mayoría de los panameños no pudo expresar su voluntad a través de los canales políticos regulares ni mediante acciones extralegales. La política había quedado circunscrita a una minoría minúscula que tenía privilegios y que nunca presionó desde abajo para lograr una mayor participación del pueblo. Al contrario, y tal como sigue ahora, esa minoría elitista presionó desde arriba y actuó siempre para sus propios intereses y beneficios.

Lo cierto es que las colonias americanas buscaron su independencia para tomar control de lo que ocurría en su territorio. Los axiomas políticos de la época proclamaban que la política era el mecanismo para llegar al poder.

Esto resultó una ficción para el pueblo panameño, que nunca pudo encontrar un rol dentro del sistema partidista colombiano, el cual requería más de pleitesías que de disposición a participar.

La historia del 28 de Noviembre de 1821 tiene que decir la verdad y ocuparse de un pueblo que en su mayoría era demasiado pobre para participar de nada. Ojalá no se tenga que esperar doscientos años más para hacer justicia a este tema. La variedad de percepciones de lo que realmente sucedió entonces, desde el impacto social y económico de independizarnos de España hasta el desafío político de unirnos a Colombia, sugiere cuán rico es el tema y cuán gratificante sigue siendo su estudio para cualquiera que desee comprender cómo el pueblo panameño llegó a ser lo que es.

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