• 30/11/2021 00:00

Un bicentenario de dominación colonialista

“La colonialidad, en tanto estructuración de opresión política y explotación económica, no fue erradicada con las gestas del siglo XIX ni en Panamá ni en ninguna de las excolonias, […]”

Los sociólogos y pensadores críticos latinoamericanos, Rodolfo Stavenhagen, Pablo González Casanova, J. C. Mariátegui y Aníbal Quijano, entre otros, nos hicieron caer en la cuenta, desde el siglo pasado, de que la existencia de una estructura colonial no se terminó con los eventos de liberación política de las coronas europeas. Stavenhagen, por ejemplo, acuñaba el concepto de “colonialismo interno”, para dar cuenta de la permanencia de las estructuras de explotación y opresión de unas clases por otras, basadas en las mismas formas de dominación coloniales.

Ya lo reiteraba la doctora Pizzurno (historiadora), en entrevista a un medio televisivo local la semana pasada, que la mayoría de los grupos -cuyos líderes eran mayoritariamente de las clases latifundistas- de las gestas liberadoras de las coronas europeas enarbolaron las consignas de libertad e igualdad… en las que jamás creyeron, solo para contar con las muchedumbres de esclavos, indígenas y campesinos criollos -todos de clases trabajadoras-, quienes, una vez alcanzado el objetivo, fueron devueltos a seguir viviendo la realidad de sometimiento colonial, ahora a manos de los nuevos amos de este continente.

La única excepción fue la de Haití, primerísima auténtica gesta de independencia en Abya Yala, que ha pagado carísima su osadía hasta hoy por parte de todas las potencias conjugadas en su contra, por dar el mal ejemplo de liberar a negros esclavos… en el fondo, lo que no se atreven a decir: por liberar a las clases trabajadoras del yugo francés y de los colonialistas internos.

La colonialidad, en tanto estructuración de opresión política y explotación económica, no fue erradicada con las gestas del siglo XIX ni en Panamá ni en ninguna de las excolonias, en nuestro continente. Todas las intentonas de las clases trabajadoras y productores para sacudirse de esta realidad fueron aplastadas por los ejércitos de las repúblicas constituidas y en medida creciente, desde mediados del siglo XIX, por el ejército del naciente imperio de EUA.

En nuestro istmo, la batalla encabezada por Pedro Prestán contra el régimen de restauración apoyado por EUA, fue contra el ejército de ese Estado colonialista, lo cual terminó con el ahorcamiento de este líder popular, sin derecho a defensa en 1885. Las élites coloniales norteamericanas tenían su interés en el control del paso transístmico y un proceso de autonomización impulsado y orientado por clases trabajadoras -en este caso urbanas- era inadmisible. Recuérdese que Colombia firmó, en 1846, el Tratado Mallarino-Bidlack con Estados Unidos, mediante el cual la soberanía del istmo quedó bajo la “protección” del país norteño. Lo que revelaba una vocación entreguista de las élites criollas hacia poderes colonialistas internacionales.

Sustancialmente lo mismo ocurrió en 1903, con el asesinato de Victoriano Lorenzo. Este, al igual que Prestán, tenía la capacidad de atraer cada vez más adeptos a la lucha por “tierra y libertad” de las clases campesinas indígenas y pequeños agricultores mestizos y criollos. Al reconocer que el tratado que proponían los capitalistas de EUA y las élites istmeñas no satisfacían sus aspiraciones, plantearon seguir su lucha de auténtica liberación social y nacional. ¿El resultado? El mismo que sufrió Prestán 18 años antes; esta vez, un golpe mortal a la potencialidad liberadora de las clases del campo conducidas por Victoriano, tal como se le había asestado a la vitalidad que mostraron las clases trabajadoras urbanas liderizadas entonces por Prestán.

Una vez despejado el camino, la yunta “Colonialistas EUA - Colonialistas colombianos - istmeños”, impusieron el nacimiento de un Estado fallido, hasta que, en 1977 (firma de los Tratados Torrijos-Carter), ve una luz descolonizadora distinta.

El estilo de dominación colonial, no obstante, se mantiene. En efecto, así como se saca de circulación física a Prestán y a Victoriano, ocurre lo mismo con el general Torrijos, que ya había dado muestras de no seguir los dictámenes más relevantes de las IFIS para privatizar empresas estatales y la CSS. Es decir, mostraba ser como Victoriano y Prestán, una piedra extremadamente molestosa para los planes de explotación y dominación de los beneficiados de la impronta colonialista… ahora sin colonia.

No en vano, Torrijos afirmó, en ese mismo período de la firma de los tratados canaleros, que no se trataba -con la descolonización política de la zona del canal- de cambiar unos amos blanquitos por otros amos chocolatitos… lo que no ocurrió, porque siguen otros amos, pero igual de blanquitos, a 200 años de nuestra primera acción de independencia. Así, el reto de la auténtica liberación nacional y social, sigue en pie.

Sociólogo y docente de la UP.
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