• 13/12/2021 00:00

Cobertura universal de salud: empoderamiento social

“Tenemos la palabra para protagonizar el cambio, cerrar la brecha y avanzar hacia la transformación del sistema de salud para alcanzar una cobertura universal de salud para todos […]”

Antes de entrar en materia, permítanme comenzar esta entrega subrayando que el empoderamiento social al que me refiero es definido como el proceso mediante el cual las personas fortalecen sus capacidades, confianza, visión y protagonismo en cuanto forman parte de un grupo social, para impulsar cambios positivos en las situaciones en las que viven; y, por su parte, la cobertura universal de salud implica el acceso a servicios de salud de calidad para todos: ricos y pobres, sanos y enfermos, jóvenes y ancianos, sin temor a enfrentar dificultades financieras.

En ese sentido, alcanzar la cobertura universal de salud implica transformar nuestro sistema de salud para que funcione al servicio de la salud de las personas, mediante el desarrollo de un nuevo modelo de atención, basado en la Atención Primaria y el abordaje sistemático de los determinantes sociales, apoyado en el empoderamiento que permita el control social de la gestión del sistema de salud.

Aclarado esto, se me hace evidente que, promover el desarrollo y permanencia del empoderamiento social es el medio más importante para que nuestro Gobierno desarrolle políticas y programas de salud receptivos; lo cual será más probable que sean implementados por un grupo amplio de partes interesadas, en la medida en que estas sean representativas del conglomerado social nacional. Está pues en el corazón de la gobernanza inclusiva que nuestro país necesita para alcanzar la cobertura universal de salud. Dicho de otro modo: no puede haber cobertura universal de salud sin empoderamiento social.

En ese contexto, el empoderamiento social, incluyente y claramente representativo, será condición obligatoria para los panameños ahora que le entregamos al presidente el informe final del Pacto del Bicentenario “Cerrando Brechas” y estamos a la espera de la conformación del equipo de trabajo que, con un efectivo respaldo político y estratégico, le dará seguimiento al cumplimiento de propuestas ciudadanas, expresadas con gran fuerza histórica en 187 acuerdos, que señalan el camino de la acciones que debemos recorrer para hacer realidad el país anhelado por la mayoría.

Sobre este asunto del camino a recorrer, señaló recientemente el director de la OMS que, el camino hacia la cobertura universal de salud pasa por un compromiso gubernamental fuerte, audaz e inquebrantable con las comunidades, especialmente las más vulnerables. En el corazón de ese compromiso se encuentra un espacio participativo para la salud que permite un diálogo y un debate significativos, y sirve para amplificar las voces de aquellos a quienes pertenece el sistema de salud: sus usuarios.

Agrega Tedros que, en esencia, se trata de un contrato social para la cobertura universal de salud, un contrato social basado en un verdadero diálogo entre quienes controlan los recursos y quienes carecen de ellos; entre quienes brindan acceso a los servicios de salud y quienes buscan acceso a esos servicios; entre los que toman decisiones y los afectados por las decisiones. Es decir, agrego yo, un efectivo empoderamiento social para la cobertura universal de salud.

Pero el empoderamiento social también implica el acceso al control de los recursos materiales que permiten incrementar la puesta en práctica de las capacidades políticas, sociales y económicas, para protagonizar los cambios necesarios, y eso, en mi opinión, comienza por el poder para influir en la formulación de la política, en este caso, aquella necesaria para alcanzar las metas en salud.

Esto no quiere decir que el empoderamiento social es solo para influir en la formulación de políticas, ahora nos toca ejercer el control de los procesos que surjan de la política. Por ende, ahora, que le entregamos al presidente de la República el mandato expresado en los acuerdos alcanzados en el Pacto del Bicentenario, hay importantes preguntas en nuestro imaginario colectivo, por ejemplo ¿cómo y por quién se tomarán las decisiones una vez que hemos llevado a cabo este importante proceso participativo?, y, la más importante, ¿hasta qué punto se traducirán en decisiones de política los resultados y los conocimientos de este inédito proceso participativo?

A estas alturas de la lectura, la pregunta obligada es ¿qué tenemos que hacer para empoderarnos?, y muchos esperarían la existencia de un marco legal que facilitara el proceso. No hay duda de que los marcos legales afectan la cantidad y calidad de la participación y tienen el potencial de contribuir a la igualación de las relaciones de poder, al estipular un papel legítimo, respaldado por un presupuesto, pero aquí no he encontrado información sobre ese tipo de marco legal ideal que promueva, “de oficio”, el empoderamiento social de aquellos cuyas voces tradicionalmente son menos escuchadas.

Sin embargo, no es necesario esperar a que tengamos una legislación para que se lleve a cabo la actividad participativa en el sector de la salud. Lo primero que tenemos que hacer es vencer la apatía que nos caracteriza, organizarnos y aprovechar el compromiso expresado por el presidente al recibir los acuerdos señalados antes. Tenemos la palabra para protagonizar el cambio, cerrar la brecha y avanzar hacia la transformación del sistema de salud para alcanzar una cobertura universal de salud para todos en todos los lugares.

Médico, exrepresentante de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
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