• 13/01/2022 00:00

Racismo y discriminación

“La tarea en cuestión, más allá del aporte de los grupos históricamente vulnerados, es el reconocimiento de estos como seres humanos y que, por ende, merecen ser respetados”

El mes de enero reivindica el Día Mundial de la Cultura Africana y los Afrodescendientes, así mismo conmemora las víctimas del Holocausto. El racismo y la discriminación siguen quitando vidas, mediante los discursos de odio, fanatismo, prejuicios y miles de víctimas del holocausto y otras formas de genocidio, mismas que fueron cruelmente asesinadas por múltiples razones: discriminaciones políticas, religiosas, raciales, por identificarse dentro de las categorías LGBTIQ+, por xenofobia, por ser una persona con discapacidad, niño, niña, adolescente con algunas de estas características o por ser persona mayor, etc., sujetos de las cuales se pensaba nada podrían aportar a la sociedad.

Grupos en condiciones de vulnerabilidad y desigualdad que, a la altura del septuagésimo séptimo año de aquel acontecimiento a recordar, el 27 de este mes, aún no han podido despegar hacia un mundo más equitativo, inclusivo y democrático.

Aquí no profundizo en todas las razones que siguen repercutiendo en esta sociedad evidenciadas en el holocausto, acontecimiento histórico que marcó un hito en la defensa y promoción de los derechos humanos, los cuales deben ser analizados de forma general, transversal, interseccional y tomando como punto de partida la dignidad.

Todas las discriminaciones constatadas se tienen que erradicar, por ejemplo, algunas zonas del país como Colón, donde se observa una sistemática discriminación y racismo institucional, no solo por etnia y género, entre otros, sino también por el alto índice de desempleo, marginación, estereotipos, perfilamiento racial, gentrificación y desplegar contingentes de las fuerzas de seguridad pública en ciertas áreas geográficas.

Además, es imperante recordar que existe violencia simbólica naturalizada que es reafirmada socialmente, por comentarios como “ellos mismos se discriminan”, “nunca les ha gustado trabajar o quieren todo gratis”, críticas que retumban y que siguen perpetuándose en la actualidad para referirse a seres humanos de algunas zonas específicas del planeta.

El tema de racismo y la discriminación forman parte de la “trama de nuestra realidad social, no del mundo físico”, así como lo planteó Adela Cortina en su libro “Aporofobia, el rechazo al pobre: un desafío para la democracia”. En el 2021, muchas fueron las denuncias sobre este tema que sacudieron las redes sociales, medios de comunicación, organizaciones de la sociedad civil e incluso a los organismos internacionales. No obstante, las verdaderas transformaciones solo tienen lugar estremeciendo lo que las personas piensan que es indiscutible e inmodificable y que son normas jurídicas que legitiman la expulsión de seres humanos.

La tarea en cuestión, más allá del aporte de los grupos históricamente vulnerados, es el reconocimiento de estos como seres humanos y que, por ende, merecen ser respetados.

Cabe señalar que, al demandar Derechos Humanos contra el racismo y la discriminación no se trata tan solo de aplicar juicios de valor sobre acciones buenas o malas que han realizado en el mundo, en el continente, en la región o en el país, por mencionar a indígenas o afrodescendientes. El encendido de luces debe significar romper las murallas discriminatorias jurídicas, materializadas en las normativas, en el cese de las humillaciones, vejámenes y violencia injustificable e inadmisible.

Socióloga, docente, activista de DDHH.
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