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- 15/02/2022 00:00
Sobre futuros contingentes y la invasión a Ucrania
Desde hace más de 20 siglos, los filósofos se han ocupado de si las proposiciones singulares que se refieren al futuro son verdaderas o falsas. Es lo que en la literatura filosófica se conoce como el problema de los futuros contingentes. ¿Qué podría decirse semánticamente hablando de la proposición disyuntiva “habrá una batalla naval o no habrá una batalla naval”?
La pregunta puede parecer irrelevante para el lego, pero para quienes se dedican a la filosofía es crucial. La proposición en cuestión es un ejemplo de lo que los lógicos llaman tautología. Una tautología es una proposición necesariamente verdadera, en otras palabras: es una proposición verdadera en toda interpretación (o mundo) posible. En consecuencia, si “habrá una batalla naval o no habrá una batalla naval” es una proposición verdadera, quiere decir por elemental lógica que “si habrá una batalla naval, entonces habrá una batalla naval” y “si no habrá una batalla naval, entonces no habrá una batalla naval”. O lo que es igual: si la proposición es verdadera, no importa lo que hagamos, o bien habrá una batalla naval o no la habrá, y no tendría sentido que nos esforcemos por influir en el desarrollo de los acontecimientos: lo que será, será. Nos vemos, así, llevados al determinismo; tesis metafísica, según la cual todo cuanto ocurre, acaece (del modo y en el momento en que acaece) porque así está determinado. Los factores de esa determinación pueden ser diversos: la voluntad de Dios, las leyes de la naturaleza, la biología, la historia, la cultura, la política, etc., y la libertad humana estaría en entredicho.
Aristóteles pensaba que tales enunciados no eran verdaderos ni falsos, es decir, lo que la lógica clásica define como el principio de tercero excluido no era aplicable en tales casos. A inicios del siglo XX, el lógico, filósofo y matemático Jan Lukasiewicz desarrolló un sistema de lógica trivalente para dar cuenta de los futuros contingentes. A los clásicos valores de verdad -verdadero y falso- se agregaba un tercero: lo posible. De este modo -como ya había intuido el Estagirita- los futuros contingentes carecen de los valores de verdad clásicos: son posibles. De esta manera, se abre un amplio (posiblemente infinito) abanico de posibilidades no solo con respecto al pasado, sino con respecto al presente y -desde luego- con respecto al futuro: lo que será, será, aunque no necesariamente.
Desde hace algunos meses se respira cierto tufillo bélico en el Viejo Continente. Sobre Ucrania -según anuncian algunos medios y líderes políticos- se cierne la amenaza de una invasión rusa. Pensando en términos de futuros contingentes: “el ejército ruso invadirá a Ucrania o el ejército ruso no invadirá a Ucrania”. En términos deterministas: lo que será, será. Consecuentemente, al decir de voceros occidentales (sobre todo estadounidenses), la invasión ocurrirá “en cualquier momento”.
Estos voceros parecen no ser conscientes de que tal afirmación implica que no saben cuándo ocurrirá. En efecto, “en cualquier momento” significa cualquier momento que no se refiera al presente (ni al pasado, por obvias razones), es decir, podría significar: en los próximos cinco minutos o en la próxima media hora o en una semana o el próximo mes… Pese a la indeterminación epistémica que esa disyunción potencialmente infinita entraña, una cosa es clara: para estos líderes, no importa cuándo, ciertamente habrá una invasión rusa a Ucrania. Metafísicamente hablando, ¡la invasión rusa es necesaria!
Desde una perspectiva indeterminista, por el contrario -aunque se trata de una posibilidad- la probabilidad de que ocurra podría ser mínima, a pesar de la escalada y la retórica. Asumiendo esta postura, no solo se enfrenta la situación de una manera más realista, sino más responsable y sensata. Y en escenarios como este, responsabilidad y sensatez son fundamentales para superar estas contingencias históricas.