• 18/05/2022 00:00

150 años con Bertrand Russell

Bertrand Arthur William Russell nació en Trellech, Monmouthshire el 18 de mayo de 1872 y murió en Penrhyndeudraeth, Gwynedd, 2 de febrero de 1970, vivió noventa y ocho años.

Bertrand Arthur William Russell nació en Trellech, Monmouthshire el 18 de mayo de 1872 y murió en Penrhyndeudraeth, Gwynedd, 2 de febrero de 1970, vivió noventa y ocho años. Inició estudios de matemáticas en Trinity College en 1890 y años más tarde incursionaría en la filosofía. Autor prolífico, escribió sobre diversos temas: ciencia (El ABC de los átomos, 1923; El ABC de la relatividad, 1925), matemática (Ensayos sobre los fundamentos de la geometría, 1897; Los principios de las matemáticas, 1903; Introducción a la filosofía matemática, 1918), ética (Los elementos de la ética, 1910; Cómo ser libre y feliz, 1924; Matrimonio y moral, 1930; Vieja y nueva moral sexual, 1930), política (Autoridad e individuo, 1949; Sociedad humana, ética y política, 1954; Victoria pacífica, 1963; Crímenes de guerra en Vietnam, 1967), epistemología (Nuestro conocimiento del mundo exterior, 1914; La perspectiva científica, 1931; El conocimiento humano. Su alcance y sus límites, 1948; Lógica y conocimiento, 1956), filosofía del lenguaje (Sobre la denotación, 1905; La filosofía del atomismo lógico, 1918; Sobre la vaguedad, 1923; Investigación sobre el significado y la verdad, 1940), religión (Por qué no soy cristiano, 1927; Religión y ciencia, 1935), y un inmenso etcétera, todos ellos con un dominio y claridad realmente excepcionales.

Posiblemente sea la lógica-matemática el área del conocimiento donde más se ha sentido la influencia permanente de Russell. En ese orden, es de destacar la obra Principia Mathematica (en coautoría con A. N. Whitehead), publicada en tres tomos entre 1910 y 1913.

Nueve años antes de la publicación del primer tomo de los Principia, Russell descubrió -independientemente de Zermelo- que el “conjunto de todos los conjuntos que no se contienen a sí mismos como miembros” es contradictorio. El descubrimiento dista de ser una perogrullada: implicaba la imposibilidad del axioma de comprensión en teoría de conjuntos y/o en lógica de clases. Para superar el escollo, las salidas fueron (i) suprimir la ocurrencia de ese tipo de construcciones en el lenguaje conjuntista (solución de Zermelo) o (ii) introducir tipos lógicos para tratar dichas construcciones. La metodología conjuntista dominante asume la estrategia de Zermelo, aunque el concepto de tipos lógicos ha sido de gran importancia para el desarrollo de teorías lógicas alternativas.

Si tuviera que caracterizar la obra de Russell en una frase diría: crítica y rechazo al dogmatismo. Él, tal vez, era su mayor crítico, consideraba múltiples alternativas, antes de asumir una posición y con frecuencia cambiaba de manera de pensar, teniendo siempre como marco la razón y la lógica. Por eso, en un momento en que la estupidez nos carcome y estamos expuestos a tanta abrumadora información, a noticias falsas, a teorías conspirativas de todo tipo, a la perniciosa ideologización del conocimiento, donde los emoji y los 'me gusta' han suplantado la argumentación racional, cierto espíritu russelliano nos vendría bien. La propia filosofía, tan expuesta al palabrerío sin contenido, tendría que replantearse. ¿Pero en realidad es importante la filosofía? En Los problemas de la filosofía (1912) dice: “El hombre que no tiene ningún barniz de filosofía, va por la vida prisionero de los prejuicios que derivan del sentido común, de las creencias habituales en su tiempo y en su país, y de las que se han desarrollado en su espíritu sin la cooperación ni el consentimiento deliberado de su razón”.

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