• 14/06/2022 00:00

La doble moral de López Obrador

La no asistencia de gran número de mandatarios a la Cumbre de las Américas que se celebró en Los Angeles, California se debió principalmente al reiterado condicionamiento que hizo el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, resumido en la sentencia de que, si Estados Unidos no invita a la Cumbre a Cuba, Nicaragua y Venezuela, no iré.

La no asistencia de gran número de mandatarios a la Cumbre de las Américas que se celebró en Los Angeles, California se debió principalmente al reiterado condicionamiento que hizo el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, resumido en la sentencia de que, si Estados Unidos no invita a la Cumbre a Cuba, Nicaragua y Venezuela, no iré. Para López Obrador la invitación al evento debía ser pluralista, incluyente y abierta a todos, lo cual hubiese demostrado, según el particular presidente mexicano, el espíritu democrático del anfitrión del evento, Estados Unidos.

Mi amigo Emilio Álvarez Icaza Longoria, Senador de México, señaló en un twitter sobre la actuación de su presidente: “Desde 2018, AMLO no ha tenido una sola reunión conjunta con la oposición para escuchar e incluso corregir errores en un espacio plural. Pero exige a USA ser incluyente e invite a gobiernos dictatoriales a la Cumbre de Los Ángeles”.

No sólo eso, aduciendo la cacareada no intervención de México en los asuntos de otros países, se lanzó, contradiciendo lo que siempre dice, a pedir descaradamente el voto para el chavista exguerrillero Gustavo Petro en las elecciones colombianas en segunda vuelta del 19 de junio próximo. ¿Doble moral?

Cuando veo que la dictadura de Daniel Ortega, además de clausurar 440 ONGs, decidió cerrar hasta la inofensiva Academia Nicaragüense de la Lengua, me pregunto ¿por qué a López Obrador le interesa que Biden invite a una Cumbre que celebra valores democráticos a alguien que, como Ortega, ha llegado al extremo de despreciar todo valor que una sociedad civilizada del siglo XXI mínimamente respeta?. O, que invite al evento a Cuba, cuya suspensión en la OEA, causada en 1962 por propiciar guerrillas en Venezuela, y levantada en 2009, no ha sido aceptada simplemente porque los Castro saben que, para ingresar a la organización continental, “hay que respetar la democracia representativa”, tal como reza la Carta Democrática Interamericana, lo cual no puede aceptar por el sistema de partido único, tipo China y Unión Soviética, que existe en la isla. O que Venezuela, continúe en su política de perseguir y encarcelar a los líderes políticos y la sociedad civil.

Pareciera que lo importante para López Obrador es tomarse una foto con Daniel Ortega, Nicolás Maduro y Miguel Díaz Canel. Poco le importan sus credenciales democráticas. No le interesa saber si Ortega fue “electo” recientemente porque encarceló a todos sus contendientes. No es su preocupación que en Cuba a todo el que se exprese pidiendo libertad sea condenado a largos años de prisión. No es de su incumbencia si el régimen chavista ha sido el más grande ladrón de fondos públicos en la historia de América Latina y sea la antítesis de la democracia. Esos valores, todo indica, para López Obrador, carecen de importancia.

Infructuosamente, el presidente mexicano ha pedido eliminar la OEA, según él, por estar supeditada a Washington. Igual en su momento han pedido Venezuela y Nicaragua, ambas con solicitudes de ser excluidas de la organización, pero cuando fueron reiteradamente cuestionadas por la violación de los derechos humanos en sus países. Igual ocurrió con Ecuador cuando el régimen autoritario de Rafael Correa fue cuestionado por la CIDH por la persecución que tenía contra los periodistas, donde él personalmente los demandaba por millonarias sumas.

Parece que la OEA que promueve López Obrador sería aquella donde cada país haga a lo interno lo que a bien tenga: que nadie les censure la falta de democracia; que menos insistan en que los derechos humanos deban ser respetados y que a los opositores se les debe cercenar todo intento que hagan por acceder democráticamente al poder.

Habiendo llegado al poder con tantas esperanzas de parte de quienes creemos en los valores democráticos, resulta una pena que López Obrador haya asumido con tanto ahínco el deshonroso papel de querer limpiarle el rostro a gente tan despótica como Ortega, Maduro y Díaz Canel. Una verdadera pena la doble moral que ha demostrado tener.

Diplomático y Político
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