Así lo confirmó el viceminsitro de Finanzas, Fausto Fernández, a La Estrella de Panamá
- 21/06/2022 00:00
Infantilismo de izquierda o flaco favor al pueblo
Recientemente tuve la oportunidad de estar en la zona de la “montaña de los siete colores” a unos cinco mil metros sobre el nivel del mar. Se trata de un extraordinario destino turístico en la región del Cuzco, Perú, que muestra un fenómeno natural en la cima de la montaña Vinicunca, que sin duda se ha ido convirtiendo en atractivo de calidad internacional.
Detrás de esta maravilla de la naturaleza se encuentran hechos de interés sociológico, tales como que la gestión administrativa de la zona está asumida por la propia comunidad. Uno de los involucrados con la actividad nos decía que ya estaban pensando introducir de aquí a algunos años, un teleférico que subiera a los turistas hasta la propia cima, con lo cual aumentaría el número de personas que por razones de salud, no se encuentran en condiciones para subir a pie hasta esas alturas.
La experiencia sociológica no se queda allí, por cuanto que a esta ejecución de actividades de turismo internacional que han asumido las comunidades implicadas, le precede una lucha social contra el gran capital transnacional que pretendió hace unos siete años atrás, explotar la mencionada montaña. Como es evidente hoy, la lucha la ganaron las comunidades. Sin embargo, la enseñanza más importante aquí no es esa lucha frontal contra la minera de capital transnacional, y de origen canadiense. Desde la perspectiva del cambio social y del poder, lo más interesante es que su lucha no fue una mera negación a un proyecto extractivista de minería metálica (como la de Minera Panamá) sino una negación con un contenido que permitía la superación de la calidad de vida de la población, a saber, la explotación turística de la montaña en cuestión.
¿Cuántas de las protestas y luchas anti mineras o de cualquier índole cuentan con proyectos alternativos concretos que aprovechen los bienes ambientales para beneficio de las poblaciones y sus correspondientes ecosistemas? La verdad es que esto es muy escaso. Lo común es la protesta sin más; el antiminerismo sin más; el anti-neoliberalismo sin más. Oposición a las medidas, pero no a la lógica que genera tales medidas periódicamente.
Estas conductas “opositoras” revelan: o bien inmadurez o bien, que están al servicio de los intereses del gran capital transnacional en cuanto se dedican a “marear” a las poblaciones con argumentaciones pseudo críticas de rechazo de medidas, pero que no encaminan a las clases populares hacia la superación de lo que nos ofrece el sistema económico social actual. En cualquier caso, terminan haciéndole un flaco favor a las clases populares.
Esto me recuerda cuando a inicios de la década de los años noventa, junto a un líder sindical que hoy está entregado al pastoreo evangélico y el difunto Damián (Ñan) Castillo, impulsamos una cruzada quijotesca para que las organizaciones laborales y sociales del pueblo respaldaran la iniciativa de que la Caja de Seguro Social (CSS) adquiriera al menos un 25% de las acciones de las empresas en proceso de privatización de la energía eléctrica (IRHE) y de las telecomunicaciones (INTEL) que ya el gobierno del presidente Endara adelantaba como parte del pastel a entregar a los capitales transnacionales en correspondencia a la invasión norteamericana a nuestro país en 1989. En 1991, el monto que implicaría esta transacción representaba menos del 60% de lo que se podía permitir la CSS para efectuar inversiones, es decir, el riesgo era reducido habida cuenta del tipo de servicios que se trataba. De haberse realizado tal adquisición, hoy la población asegurada no estuviera en la zozobra de la falta de liquidez del programa de invalidez, vejez y muerte.
Las movilizaciones populares de la época, empero, se volcaron a rechazar las privatizaciones sin más y a impugnar las modificaciones de la ley del seguro social, sin más. Es decir, rechazar medidas anunciadas en perjuicio de la población, sin apuntar a modificar la lógica que fomenta estas medidas y políticas antipopulares y las mismas crisis económicas sociales y socio políticas.
Este comportamiento de oponerse por oponerse, es el que denominamos como propio del “infantilismo de izquierda” que en no pocas veces tiende a coincidir con los intereses de los que se benefician del mismo sistema económico social que dicen enfrentar, por cuanto no se orienta la lucha a desarrollar lógicas económica-sociales o económica-ambientales alternativas favorables al pueblo y la nación.