• 24/07/2022 00:00

Por un nuevo sistema económico y social inclusivo y sostenible

Hace tres meses la Cepal presentó el quinto informe sobre el progreso y los desafíos regionales de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible en América Latina y el Caribe, en el cual enfatiza su propuesta de llevar adelante una década de acción para un cambio de época.

Hace tres meses la Cepal presentó el quinto informe sobre el progreso y los desafíos regionales de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible en América Latina y el Caribe, en el cual enfatiza su propuesta de llevar adelante una década de acción para un cambio de época. El informe subraya que, la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, no se logrará con más de lo mismo, por lo que debemos avanzar hacia un nuevo sistema económico y social inclusivo y sostenible. Si le hubiéramos puesto suficiente atención a esta necesidad, probablemente no tendríamos hoy la crisis social, económica y política que atravesamos y amenaza seriamente la estabilidad de nuestra ya débil democracia.

Y digo lo anterior porque las principales demandas de la población —precios de los medicamentos, el combustible y de la canasta básica— tienen como sustrato subyacente el hecho de que el mercado panameño se caracteriza por tener un carácter oligopólico, en el cual un limitado número de grupos/empresas controlan el mercado y lógicamente, los precios. A lo cual se le suma el hecho de que nuestro país sea uno de los más desiguales del planeta, pues de acuerdo con los expertos, nuestra desigualdad es la tercera más importante del continente y debe ser motivo de vergüenza porque simultáneamente somos uno de los países que más ha crecido del mundo en las últimas décadas y nos consideran como un país de renta alta.

Pero esa “renta alta” no es más que un promedio que oculta, como señala la Fundación Konrad Adenauer, la realidad de que en nuestro país el 10% más rico obtenga el 37.3 % del ingreso nacional, es decir, como complementa la Cepal, casi 13 veces más que el 40% más pobre.

Y esa realidad es del conocimiento popular, como lo demuestran las diversas encuestas y denuncias diarias en las redes sociales. Nuestra población ya está harta de esta concentración de la riqueza y de las rentas nacionales que beneficia casi exclusivamente a unos pocos. Era evidente que más temprano que tarde surgiera un movimiento como el que padecemos. Aquí faltó visión política, estratégica y social de parte de gobernantes y empresarios. Hoy estamos pagando el costo de no actuar a tiempo.

Como si fuera poco con las falencias y reclamos que ocasiona nuestro modelo económico, llevamos tres años enfrentando una pandemia producida por un coronavirus del cual no sabíamos absolutamente nada, el cual ha causado millones de enfermos y muertes en el mundo y una severa afectación de la economía de la cual aún no nos reponemos. Como señala el Banco Mundial, la pandemia de covid-19 ha empeorado esta situación de desigualdad. El 49.5 % de las personas declaran que sus ingresos disminuyeron durante la pandemia (datos de la encuesta CIEPS de Ciudadanía y Derechos, 2021) y la mayoría de las personas que han encontrado un empleo en los últimos meses lo han hecho en el  sector informal.

En ese contexto, ahora que los panameños estamos intentando llevar a cabo un nuevo diálogo social que nos ayude a salir de este profundo escollo, es obligatorio trascender el debate sobre las demandas puntuales, y proponer soluciones para el desarrollo de un nuevo sistema económico y social inclusivo y sostenible, amén de erradicar todas las formas de clientelismo y corrupción.

El éxito del nuevo diálogo dependerá, como señala la Cepal, de que “pongamos especial atención a la necesidad de dar voz e incidencia a sectores y grupos de la población discriminados o excluidos, con el fin de ampliar el diálogo y la apropiación de los resultados, de forma que se garantice la presencia de todas las voces en las mismas condiciones. Además de atender a los elevados niveles de malestar de los grupos excluidos, el nuevo pacto social debe incluir a amplios sectores medios vulnerables, cuyo nivel de bienestar tiene bases endebles y resulta frágil ante los diversos choques que tienden a ser cada vez más frecuentes o intensos”. Eso y solo eso, agrego yo, ayudará a superar la enorme desconfianza hacia el gobierno, las instituciones sociales, los partidos políticos y el sector privado, así como entre las personas y agrupaciones que participan, y le dará viabilidad al debate y credibilidad a las recomendaciones que surjan.

Nuestra propuesta, de construir un nuevo futuro, como también nos recuerda la Cepal y las Naciones Unidas, “se basa precisamente en la identificación de las asimetrías y los desequilibrios que han impulsado las transformaciones sociales, políticas y económicas de las últimas décadas, y proponer instrumentos y estrategias compatibles con los valores plasmados en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, para diseñar e implementar las políticas conducentes a un nuevo estilo de desarrollo. El diagnóstico y el mapa de ruta están claros. No podemos seguir ignorando las señales que envían la economía, el medio ambiente y la desigualdad”.

Tenemos la palabra todos, pues este es un asunto de todos…

Médico, exrepresentante de la Organización Mundial de la Salud (OMS)
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