- 19/12/2022 00:00
Poderes antinacionales o el juega vivo minero
Por allá por el año 1994, tuve la oportunidad de ser invitado por mi experticia en estudios de Psicosociología del trabajo, a un evento internacional sobre relaciones laborales, salud y productividad del trabajo, donde participaron ejecutivos de empresas oligopólicas y casi todas, transnacionales del área centroamericana y del Caribe, así como las representaciones de sus empleados organizados sindicalmente en estas. Definitivamente todos los participantes mostraron un alto nivel en sus respectivos dominios de conocimientos y prácticas, mucho mayor que el que observamos en la fenecida mesa única del diálogo de Penonomé. Pero no es a este evento en sí y sus atributos a lo que me quiero referir hoy, sino a un hecho que me hizo ver directamente cómo los poderes antinacionales incurren en manipulación de las poblaciones y gobiernos y hasta terminan siendo victimizados.
Específicamente, recuerdo que en una ocasión la ejecutiva representante de la transnacional bananera que operaba en Panamá, manifestó a un grupo selecto de los que asistimos a ese evento, que ya era una decisión prácticamente tomada el retirarse de sus operaciones en Puerto Armuelles y mantener solamente las de Bocas del Toro. ¿EL motivo? Los costos por un suelo deteriorado por décadas gracias a la aplicación creciente de agroquímicos, tocaban a su límite; además, el costo de la transportación de la fruta desde el Pacífico hacia mercados europeos se hacía insostenible. Varios años después, les apretaron la situación a los trabajadores obligando a que el sindicato actuara, como cabía que lo hiciera, al defender pagos y compromisos salariales no cumplidos por esta empresa. Se dio una huelga de tal magnitud que sirvió de excusa perfecta para lograr el objetivo nunca confeso que varios ejecutivos y yo escuchamos de boca de aquella gerente.
Si usted pregunta en Puerto Armuelles ¿De quién fue la culpa que se fuera la “Chiquita yunai” dejando a la población de este distrito en banca rota?, al unísono la gente responde que fue del sindicato bananero. La estrategia de manipulación tanto del Estado como de la población panameña, por parte de esta transnacional, fue más que eficaz.
Hoy, esta experiencia histórica pareciera encontrar su doble, ya no como drama sino como tragicomedia en el caso de la minera Panamá. Con la diferencia que el conejillo de indias no es su población asalariada sino el pueblo entero. Es decir, siendo que al tener gobiernos sumisos desde 1990, uno tras otro, han permitido que esta transnacional se lleve miles de millones en minerales metálicos, las poses brabuconas del gobierno actual no reparan lo que denunciamos mucha gente desde finales del siglo pasado en toda esa zona.
Muchos preguntan atinadamente ¿Hasta ahora es que este gobierno se da cuenta que la minera estaba fuera de ley? ¿Y cómo espera tomar control de esta actividad si nunca se ha preocupado por tener sus propios expertos para esta eventualidad? Todo sugiere que se les van a dar las llaves de la cantina a uno o más borrachos… como decía mi abuela. ¿Resultado? Preparémonos, porque al momento que esta empresa levante anclas en firme, nos espera el pago de deudas que nos estarían dejando y estas, las pagaremos los que aportamos a las riquezas de este país, las clases trabajadoras, los pequeños empresarios, pequeños productores, porque al ser un gobierno sumiso, en vez de demandar las ilegalidades incurridas en las ventas de acciones a estados surcoreano, japonés, de Singapur y de China (con poco más de la tercera parte de las acciones), está haciendo mutis de este tema. Esto debe denunciarse categóricamente, incluyendo al gobierno del señor Martinelli que les dio seguridad a estos estados de que podían hacer tal inconstitucionalidad y pretendió endosárnoslo con la rechazada “ley chorizo” en su momento.
Por su parte, desde el punto de vista de los intereses geopolíticos, no tiene nada de extraño que las bravuconadas gubernamentales-igual de sumiso que sus antecesores-que pudiesen darse, estén aupadas por los intereses del gran plan energético norteamericano, que libra una lucha con China por el control de los mercados de minerales metálicos que son insumos claves para los aparatos y equipos de “tecnologías limpias”.
A fin de cuentas, lo que observamos es el mismo juega vivo de las transnacionales extractivas y los poderes antinacionales, que terminan por convencernos que sin ellas perecemos y nos toca la sumisión ante ellas… como ocurrió con las bananeras en Puerto Armuelles.