• 27/12/2022 00:00

2023 pondrá a prueba los límites tanto a nivel estatal como social

Guerra, amenazas nucleares, crisis por la pandemia, inflación disparada y el desempleo creciente. Si al concluir el año pasado nos hubiesen dicho que este iba a ser el panorama que nos esperaba en 2022, muchos lo hubieran dado por imposible.

Guerra, amenazas nucleares, crisis por la pandemia, inflación disparada y el desempleo creciente. Si al concluir el año pasado nos hubiesen dicho que este iba a ser el panorama que nos esperaba en 2022, muchos lo hubieran dado por imposible. El resto, como dicen, es historia, y ahora, a las puertas de otra Nochevieja, el panorama global no da señales de revertir el rumbo marcado por la invasión rusa de Ucrania que comenzó el pasado 24 de febrero. En un mundo marcado por la competencia geopolítica, la polarización está a la orden del día y cada potencia está centrada en remar hacia su propia orilla. El año 2023 está destinado a ser un año que "pondrá a prueba los límites individuales y colectivos", tanto a nivel estatal como social, dado que los impactos de la “permacrisis” —elegida palabra del año 2022— que atraviesa el planeta están empezando a hacer mella en los hogares. La subida del precio de los alimentos y la escasez de medicamentos serán un reto que afectará a cada uno de los ciudadanos latinoamericanos, lo que —como ya está sucediendo— se traducirá en un aumento del malestar social y las protestas en las calles. Así lo indica un informe publicado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en el que se expone la tendencia regional para el próximo año.

Es a partir de ahora cuando el mundo empezará a notar el verdadero alcance y profundidad del impacto global de la guerra. No estamos solo ante una crisis de dimensiones ingentes, sino ante un nuevo proceso de cambio estructural que no sabemos aún dónde termina. Es muy difícil tomar una foto fija de la situación global y es que la rotación del mundo ha aumentado su cadencia y lo que antes era rápido, ahora es fugaz.

La guerra trae consigo más problemas para el resto de la comunidad internacional

La invasión rusa ha sido el principal agravante de la tensión armamentística entre las grandes potencias mundiales. El mundo parece dominado por una polarización similar a la de la era de la Guerra Fría. Solo unos pocos países cercanos a Rusia defienden abiertamente la guerra y legitiman la decisión de Vladímir Putin, pero son muchos los que simplemente se mantienen al margen. La Unión Europea, Estados Unidos y sus aliados son los únicos dispuestos a intentar castigar a Moscú. Las alianzas y enemistades se reconfiguran según avance la guerra, pero son los países neutrales —India, Turquía, Arabia Saudí o Brasil, entre otros— los que, a raíz de tomar bando, podrán cambiar el balance de poder. Aunque 2023 no sea el año en que vayamos a ver nacer nuevas estructuras de paz, sí que ha llegado el momento de empezar a pensar en cómo crearlas.

Un planeta bajo presión

El cambio climático no entiende de guerras ni de intereses políticos. Lo único que conoce son las emisiones de dióxido de carbono que llegan a la atmósfera y las consecuencias —aumento de las temperaturas, climas extremos, fenómenos naturales— que esto conlleva. Los Gobiernos se han visto obligados a afrontar esta realidad, pero la transición ecológica está encontrándose con el viento en contra.

La transición verde y digital, que parecía ir de la mano hacia la construcción de un mundo más sostenible, han entrado en colisión. Una ecuación sin solución evidente que todos los países se verán obligados a intentar resolver este 2023. Según las previsiones del Fondo Monetario Internacional, el crecimiento económico mundial para el año próximo será del 2,7%, la cifra más baja desde 2001. De igual manera, las divisas internacionales, la inflación y el precio de los alimentos básicos en 2023 jugarán un papel importante en la economía mundial y en la ira ciudadana.

Panamá por su parte ha firmado importantes acuerdos ante la COP27, el Canal de Panamá es quizás un referente para la región en materia de sostenibilidad medioambiental, sin embargo en la práctica el resto del país necesita fortalecer su rol ante crímenes ambientales.

Ningún sistema está a salvo

La crisis pandémica ha enfrentado a los sistemas democráticos con gran parte de sus contradicciones. Ante el incremento de los problemas sociales, económicos y estratégicos, hasta los gobiernos más estables han sufrido turbulencias. El año 2023 será una nueva prueba de fuego, por estas razones el nivel de los países en libertad política han alcanzado en 2022 su nivel más bajo desde 1989. Las últimas décadas de avances se han disipado ante las crisis. Sin embargo, su opuesto, las autocracias, que gobiernan a un 70% de la población mundial viven bajo dictaduras, según datos de la oficina de la ONU para los Derechos Humanos. En 2023, veremos cómo algunos de estos liderazgos autoritarios se enfrentan a grandes desafíos a su control estatal, Nicaragua y su política interna de represión; Cuba y Venezuela bajo fuertes bloqueos económicos, a pesar que este último pareciera ser el mayor beneficiado en Latinoamérica por la guerra, al conseguir que el Departamento del Tesoro de EE.UU le aprobara la exportación de petroleo crudo, teniendo como pago la disminución de su deuda externa ante la crisis por el alto costo del combustible a nivel mundial; Perú inmerso en un caos gubernamental; Brasil en incertidumbre ante la llegada de un nuevo gobierno de izquierda y México con el temor de reformas electorales que podrían poner en riesgo su estructura democrática.

La continua inestabilidad de la permacrisis no deben interrumpir la necesidad de actuar, ni de repensar los nuevos marcos efectivos de cooperación para hacer frente a las crisis globales y a la incertidumbre permanente.

Analista geopolítico
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