• 20/01/2023 00:00

Los primos y farsa democrática

“[...] en el pretérito existió la corrupción, pero sus promotores eran discretos, hoy hacen gala de la misma, sin que se apliquen sanciones jurídicas, ni se dé el escarnio público [...]”

Un curso elemental de historia enseñaría a muchos en este folclórico país, que los mismos apellidos de 1903 se han repetido durante 120 años, ya sea por afinidad, consanguinidad o vínculos mercantiles, siendo promotores de la farsa democrática vigente desde la separación de Colombia y sobre todo, desde 1990, después de propiciar la cruenta invasión imperialista de 1989.

Las viejas y nuevas generaciones, poco interesadas en estos temas, más que todo inclinadas a vivir la fantasía del tóxico ciberespacio y no la comunicación fraterna, convenientemente ignoran temas elementales, que les permitirían descubrir aspectos que, a través del tiempo, nos han convertido en paradigma del juega vivo, corrupción, inseguridad colectiva, falta de equidad, injusticia y violencia institucionalizada.

La real historia señala, por ejemplo, que inicialmente era reducido el número de habitantes, cuadriplicado hoy con los extranjeros legalizados o no; que era mínimo el presupuesto nacional, multiplicado en la actualidad, entre otros rubros, con los aportes del Canal de Panamá, servicios marítimos, zona libre y turísticos. Se debería saber que en el pretérito existió la corrupción, pero sus promotores eran discretos, hoy hacen gala de la misma, sin que se apliquen sanciones jurídicas, ni se dé el escarnio público y, finalmente, que las noticias se conocían tardíamente, hoy en el propio instante de los hechos.

Las anomalías que condujeron al golpe de Estado de 1968, que no fue el primero, sino el de 1931, dado por intelectuales jóvenes, aunque después fue desvirtuado por un nazi fascista, son las que hoy y desde 1990, de existir conciencia de patria grande, y no lo sugerimos, ni proponemos, debería conducir a la unidad colectiva de los sectores progresistas del país, para lograr el cambio real que se necesita, para darnos la patria digna que nos merecemos, sin la farsa de comparsas políticas sin base ideológica, que desde ya nos auguran un pésimo circo electoral en el 2024.

¡Cuánto dolor sentimos por la legendaria vigencia de la farsa democrática que se vive en la república de los primos, donde todo pudo ser diferente, de no haber sido crucificado el líder invicto Omar Torrijos, en cerro Marta, hace 42 años, cuyo ideario y realizaciones fueron sepultados junto con sus despojos!

Es poco o nada digno lo que puede aspirar un pueblo como el nuestro, siempre dispuesto a carnavalear, no importan las estadísticas mortales causadas por muchas pandemias, y no solo de COVID-19, sino de otras tantas favorecidas por la irresponsabilidad colectiva, sin que exista en la república de los primos aplicación real de normas que muy pocos cumplen y, menos aún, funcionario alguno que las aplique, mientras son millonarias las falencias y deudas que se acumulan en diversos conceptos, a la espera los violadores de normas nacionales y municipales, de las comunes moratorias anuales, que significan un vulgar castigo a los ciudadanos responsables.

Todo lo señalado, y mucho más, es el menú diario en la república de los primos, donde es real el concubinato escandaloso de apátridas del patio con la bestia -666- genocida imperialista, que patrocinaron un nefasto tratado de neutralidad vigente a perpetuidad, “socio canalero” que hace 59 años sembró mártires inmortales en el Corinto Bolivariano.

Pronóstico certero: antes que los mercenarios invasores se llevaran al prisionero de guerra Manuel Antonio Noriega, con gran visual de futuro, dijo una verdad irrefutable: “Lo que le espera a Panamá en un futuro no muy lejano, será millones de veces peor que los males que se me atribuyen como comandante jefe de las Fuerzas de Defensa”.

Verdad amarga vigente en la república de los primos, con imperio, desde 1990, de una democracia de papelillo, donde los menos se hacen más ricos todos los días y los más, por el individualismo crónico existente, deben digerir miseria, padecer enfermedades, desempleo, contaminación, servicios públicos ineficientes, analfabetismo sociocultural e histórico, educación de pésima calidad, que nos impide ser competitivos en un mundo globalizado, y son aliados y cómplices de los destructores de la Madre Tierra, del ambiente y de todas las especies.

Periodista y escritor.
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