• 11/07/2023 00:00

¿Por qué debemos abrir la puerta a la inmigración?

“Abramos los ojos y convirtamos a los extranjeros -como siempre hemos hecho- en nuestros socios en el desarrollo de Panamá”

Si Estados Unidos no tuviese tal cantidad de inmigrantes, muchos sin la debida documentación, no pudiera sobrevivir como gran nación. Gracias a esa masiva cantidad de extranjeros, sobre todo mexicanos, Estados Unidos no pudiera alimentarse adecuadamente. Gracias a ellos lideran el mundo con la producción alimenticia básica. Igual ocurre en Canadá, donde se estimula que lleguen inmigrantes para lograr poblar sus grandes territorios despoblados.

Desde la colonia, sin los españoles, no hubiésemos podido crecer como nación, al margen de los abusos cometidos contra las poblaciones indígenas, que terminaron mezclándose con los conquistadores. Igual ocurrió alrededor de conflictos mundiales. Hubo una gran migración judía tras su persecución en Europa; española, como consecuencia de la guerra civil y de la II Guerra Mundial. Muchos de los precursores de nuestra educación y ciencia se radicaron aquí, como Fermín Naudeau, Ángel Rubio, Richard Neumann y Demófilo de Buen, por mencionar algunos.

Los chinos que llegaron para la construcción del ferrocarril, los afroantillanos con el Canal y los tantos colombianos que nos han convertido en su segunda patria, ha sido vitales por el gran aporte que han representado para nuestra sociedad, al punto de ser parte integral de Panamá, orgullosamente aportando al país multicultural y multiétnico que somos actualmente.

Pareciera que muchos temen a la inmigración. Recientes estudios de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) revelan que el 13,4 % del crecimiento del PIB de la región lo produce la fuerza del trabajo inmigrante. Panamá tiene su parte allí. Algunos países son productores de expulsados, como Venezuela, y otros se han convertido en receptores netos de migrantes. El mencionado estudio revela cómo esos inmigrantes han impulsado la economía en Chile, elevando los estándares profesionales en México. ¿Cuál es el temor de permitir regular la inmigración calificada en Panamá? ¿Se deberá tomar en cuenta el clamor de muchos que quieren invertir en Panamá, pero no encuentran el personal debidamente calificado requerido para emprender sus proyectos?

En Panamá, la reciente inmigración venezolana ha rendido muchos frutos, como el mejoramiento de nuestra oferta gastronómica y todas las empresas creativas fundadas con capital propio que han empleado a muchos panameños.

Han podido aportar más, por ejemplo, con los médicos y jubilados profesionales que se encuentran aquí y que, por la falta de oportunidades, se desplazaron a otros sitios. Como los profesionales de la salud se trató de darles la mano durante la pandemia para que pudieran ayudarnos, pero no fue posible. Prefirieron buscar “médicos” cubanos, que nunca se explicó cuáles eran sus idoneidades. Lo que sí quedó claro fue la explotación de personas que practica el régimen de Cuba al entregarles solo una décima parte de lo que Panamá pagaba a La Habana por cada “médico”.

De aceptar que un profesional extranjero labore en Panamá, previamente certificada y analizada su hoja de vida, debemos darnos cuenta de que al país no le han costado un solo centavo los conocimientos adquiridos por quien quiere radicarse en Panamá. Eso lo asumieron sus países de origen.

¿Cuántos físicos, matemáticos, ingenieros que llegaron aquí tras su despido como trabajadores de la petrolera venezolana se les ha impedido enseñar? ¿Cuántos profesionales de la salud y de otras especialidades laboran en restaurantes como meseros, porque encuentran todo tipo de barreras para desempeñarse en lo que aprendieron y saben hacer?

La experiencia de países como Chile y México obliga a reflexionar a quienes nos gobiernen en 2024, ya que, si no mejoramos nuestra oferta profesional, estaremos creando jóvenes que solo pueden encontrar trabajo en “call centers”, porque las oportunidades de empleo calificado no existen para ellos, porque no se les ha preparado para esas capacidades. En lugar de ello, lo que vemos es que trabajos de panameños, como lo es el manejo de transporte colectivo, taxis, está en manos de mafias de extranjeros unidas con inescrupulosos panameños que se lucran con la miseria de quienes tienen que arrendar a $40 diarios el vehículo con el que ganarán el pan. Eso sí, que se les obligue a preparar a panameños para que aprenda lo que ellos saben.

Panamá es lo que es hoy por esa mezcla de razas que nos han ayudado a crecer en el tiempo como nación. No desaprovechemos el reto que implica darle la mano a quienes vienen a aportar progreso, experiencia y conocimiento. Abramos los ojos y convirtamos a los extranjeros -como siempre hemos hecho- en nuestros socios en el desarrollo de Panamá.

Analista político.
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