• 02/11/2023 00:00

Coyuntura

El cierre arbitrario y político de la mina de Donoso conlleva graves consecuencias [...]

La calle está tomada, la facultad constitucional al libre tránsito, el trabajo y el ejercicio del comercio truncados por dos grupos principales. El primer grupo integrado por el sindicato de la construcción, reforzado por sectores indígenas y magisteriales sobre los cuales influye, su objetivo es claro y confesado, destruir la economía nacional e imponer un gobierno que controle la producción, educación y todos los demás aspectos de la sociedad. En teoría, para el bienestar general, pero la realidad ya vivida en otras tierras, devenga en sistemas totalitarios, permanentes en el tiempo, destructivos, se roban el país. El segundo grupo, jóvenes estudiantes o profesionales recién graduados, que albergan un descontento que encontró en la mina una causa común para explotar su frustración acumulada ante el sistema político vigente, añoran algo mejor, muchos de ellos idealistas, sienten su esperanza truncada. La generación a la que pertenezco vivió coyunturas similares en tres ocasiones, el Golpe de Estado de 1968, la invasión de 1989, la actual es la tercera. Las de 1968 y 1989 traumáticas, ambas superadas, el país se avocó en nuevos rumbos por dos décadas en la primera y tres décadas en la ya aparentemente agotada segunda instancia. Al mal tiempo buena cara, los retos siempre traen esperanza y las transformaciones usualmente resultan en positivo. Es por ello que dirijo este artículo al segundo grupo, los jóvenes de la esperanza país.

Construir un país, iniciar una familia o un emprendimiento, educarse, lograr un empleo, nada es fácil, todo lleva tiempo y es entendible el sentido de frustración, más aún en una generación fácilmente motivada por temas ambientales que impulsados por redes se van a grados sorprendentes de pánico, aceptando como cierta toda desinformación recibida. Ustedes son la generación de la esperanza, del futuro, los que tienen una vida por delante, un país por transformar, ya sea para bien o mal. Por razón del mundo en que crecieron, les es difícil asimilar que los retos de la vida no son solución, Google, Yappy o Pedidos Ya, donde todo es inmediato.

Es importante sopesar que, comparativamente hablando, vivimos en un pequeño gran país, bendito por su posición geográfica, el país toca trabajarlo y hacerlo. Producto de esa geografía y razones históricas que no son objeto del presente análisis, por mandato constitucional “no habrá papel moneda de curso forzoso”. Todo mandato constitucional es objeto de cambio, el citado no escapa esa realidad. Vale considerar que en las últimas décadas distintos países latinoamericanos han experimentado con el sistema mixto, de libre cambio del dólar y otras monedas fuertes. Incluso, El Salvador y Ecuador adoptaron el modelo panameño, con variaciones. Experimentan con y aspiran a lo que ya nosotros tenemos.

Es importante que nuestra juventud entienda que nada se logra sin sustento, y el sustento de nuestra planilla pública, el pago de las jubilaciones, la salud y contratación pública, el comercio y la economía del país depende del acceso al dólar. Ese acceso se ha mantenido en el tiempo principalmente con deuda pública, cuyo aumento y disponibilidad está íntimamente ligado al crecimiento económico, mientras más crecimiento económico y fortaleza institucional, podemos lograr crecimiento de la deuda en condiciones favorables de tiempo y repago. Quizás la toma de la calle por nuestros jóvenes es una bendición adicional, ellos podrían impulsar la transformación a una solidez institucional de la cual gozan algunos países vecinos, pero de lo cual Panamá adolece.

No obstante, en la coyuntura actual tenemos la obligación de advertirle a esa juventud en la calle la cruda realidad, nuestro crecimiento económico depende de cinco factores principales, el Canal de Panamá, el cual ampliamos, pero dejando sin resolver el tema del abastecimiento hídrico que requiere esa y futuras ampliaciones; los puertos, truncada su capacidad potencial; el Hub de Las Américas, limitado por el atraso en sus planes de expansión efectiva, en especial la tercera pista; la Zona Libre de Colón, afectada por sucesivas crisis, la actual es grave por ser la época del año de mayores ventas y exportaciones; y la mina de Donoso, cuyo cierre de un tajo implica la pérdida de miles de empleos, 4.8% del PIB, y un reclamo arbitral cuya cifra oscilará en decenas de billones de dólares. Todo ello al final de cuatro años en que se ha inflado, sin la prudencia que el gasto público requiere, la deuda externa, la planilla y adicionales aportes de asistencia social, que ya sobrepasan los 2.5 billones aproximados anuales que aporta la ACP en dividendos al Estado.

El cierre arbitrario y político de la mina de Donoso conlleva graves consecuencias, la pérdida del grado de inversión, el inmediato aumento del costo de la deuda y la incapacidad estatal de incrementarla, el probable colapso de sistema IVM, por mencionar algunas de ellas. La cruda realidad es que vislumbro lo impensable, la pérdida de acceso al dólar en las cantidades requeridas para el pago de la planilla estatal y el sustento del sistema IVM conllevará que los panameños “contemos en balboas”. A destiempo y en despropósito lograremos lo que añoró Acción Comunal.

Viviremos en dos países, el de una minoría de ricos con acceso al dólar, que seguramente incluirá a los dirigentes del 'Sin lucha no hay victoria'. Y el de la gran mayoría del resto, que sin acceso al dólar, vivirán la más dantesca de las pobrezas que actualmente azota a un limitado número de compatriotas. Desaparecerá la clase media, pasaremos de ser el país del éxito, a ser el país que colapsó. Dudo que esa sea la intención o el interés de la abrumadora mayoría en la calle, nuestros jóvenes idealistas.

Exministro de relaciones exteriores
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