Saúl es lobo, no es oveja

Como bien lo demuestra la historia de la Humanidad, los lobos vestidos de oveja jamás dejarán de ser lobos. Más tarde, o más temprano, sus actos demostrarán lo que son en realidad.

Ese, y no otro, es el caso de Saúl Méndez. Durante muchísimos años nos dijo que lo de él era solo la defensa de los trabajadores, y aunque miles hubiésemos querido una verdadera alternancia en la dirigencia del SUNTRACS, lo cierto es que, por buen tiempo en la más alta esfera sindical, supo mantenerse.

Sin embargo, ahora se descubre que paralelo a su proyección de dirigente comprometido con los obreros de la construcción, el Señor Méndez paralelamente ha venido impulsando un proyecto político partidario, y personal, que todos desconocíamos.

En efecto, el Tribunal Electoral acaba de confirmar en su Boletín Oficial, que en la lista de candidatos al PARLACEN propuesto por la candidata presidencial independiente Maribel Gordón, de primero y sorpresivamente, aparece el nombre de Saúl Méndez Rodríguez.

Y, la primera pregunta es: ¿por cuál razón o causa, Méndez Rodríguez no le dijo con tiempo al país, que parte importante de su plan era proyectarse a nivel nacional, para después aspirar a un cargo público?

La segunda interrogante es: ¿debido a qué desea ir a la más sonada cueva de ladrones de la historia política centroamericana? Un organismo absolutamente desprestigiado, donde buscan refugio seguro e inmune, acusados de los más atroces casos de corrupción en perjuicio de cuantiosos fondos provenientes de los impuestos que pagan sufridos pueblos de Centroamérica.

Ahora bien, si como pensamos se confirma que en su intransigencia pública de las últimas dos semanas subyacía el interés de impulsar un plan para llegar a ser Diputado del Parlacen, eso los panameños no se lo van a perdonar. Mucho cuidado hay que tener, al depositar la confianza en aquellas personas que nunca se muestran como realmente son.

Es demasiado lo que Panamá viene sufriendo. Llegó la hora de regresar a la normalidad, de abrir las vías, de reactivarnos y de respetar la institucionalidad de la Nación. En el camino de retorno a la paz y la seguridad pública, tenemos que rechazar enérgicamente a quienes absurdamente insisten en que permanezca el caos, y se sigan perjudicando muchos miles de compatriotas.

Y, por supuesto, debemos apartar a quienes se pintan de sindicalistas bien intencionados, cuando en realidad son todo lo contrario: dañinos y malintencionados.