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Ernesto A. Holderopinion@laestrella.com.pa
Crisis, comunicación, periodismo e independencia
Todos sabemos que los medios locales están en manos de empresarios o consorcios que tienen actividades económicas y relaciones políticas en las otras esferas del quehacer nacional y económico
Lo primero y más importante que debo señalar es que no apoyo de ninguna manera el acoso, mal trato o la agresión a periodistas o trabajadores de los medios de comunicación que hacen lo necesario, en situaciones de crisis y peligro, para llevarle a la ciudadanía una perspectiva sobre los hechos que se van desarrollando.
Al inicio del gobierno del presidente Martín Torrijos (2004), y en varios otros escritos a lo largo de los años, escribí que: “La comunicación del gobierno encierra, entre sus aspectos más importantes, la relación constante con los grupos de interés que va más allá de las relaciones con los medios o las relaciones públicas”.
“La comunicación (...) de un gobierno o de un Estado debe tomar en cuenta la necesidad de formular políticas de comunicación coherentes y bien planificadas. De establecer canales interactivos y relaciones en áreas tales como: la comunicación interinstitucional, la comunicación internacional, la comunicación con el Legislativo y el Órgano Judicial; con la comunidad, con los órganos de gobiernos locales, los sectores políticos, el sector privado y muchos otros”.
“¿Que institución, por sus objetivos y responsabilidades, necesita que haya una estructura de comunicación más abarcadora o reducida? ¿En qué instituciones se necesitan relacionistas públicos? ¿En qué instituciones se necesitan periodistas, si es que se necesitan? ¿Es estratégico nombrar a periodistas en las direcciones de comunicación de las instituciones? ¿Cuentan los asignados a estas posiciones con una visión moderna y científica de la comunicación institucional u organizacional?”
En Panamá se ha hecho muy común que periodistas salten de los medios de comunicación para realizar funciones en los gobiernos y después (o antes) de finalizado la gestión de ese gobierno, retornan a los medios de comunicación tradicionales.
“Lo que traen los periodistas al esfuerzo de comunicación gubernamental es su relación con su gremio y eso es útil y positivo para la institución -- no sé si concuerda con su papel fiscalizador de los asuntos que la sociedad vive, entre esas los asuntos de Gobierno y Estado--. En el proceso, tal cual ocurre ahora, comprometen su objetividad periodística futura y el balance crítico que como profesionales deben tener”.
Agrego: más comprometedor en estos tiempos con los asuntos de los dineros para las pautas publicitarias y las menciones en programas, redes sociales y otros eventos comunicacionales. Desvirtúa la labor periodística y pone en duda su integridad profesional ante la mirada de observadores serios, aunque aseguran lo contrario. Entiendo que, en un mercado tan reducido como el nuestro, son muy pocas las oportunidades de acceder a un puesto de trabajo que permita llevar una vida digna con una remuneración económica aceptable y sin posibilidades reales de ejecutar un periodismo verdaderamente libre, objetivo e independiente, pero la práctica no deja de ser comprometedora.
Todos sabemos que los medios locales están en manos de empresarios o consorcios que tienen actividades económicas y relaciones políticas en las otras esferas del quehacer nacional y económico. Allí, al igual que trabajando para los gobiernos, lo de la objetividad periodística es una utopía y si sirve de consuelo, a nivel internacional no es muy diferente que digamos. Con un monitoreo internacional sobre los conflictos entre Rusia y Ucrania o lo que ocurre en Gaza entre Israel y Hamas, nos podremos dar cuenta que el manejo de la información varía considerablemente entre las grandes empresas noticiones internacionales: CNN, BBC, DW (Deutsche Welle), France24, etc.
En estos tiempos de crisis por el claro rechazo de la población al contrato minero, ha quedado en evidencia la falta de un proceso de comunicación de los tres órganos del Estado para calmar las tensiones como primera medida necesaria y saludable.
Si vamos a corregir el rumbo, que sea un momento para reevaluar el papel de los trabajadores del periodismo y la comunicación al servicio de las instituciones del Estado. La constante y excesiva propaganda mediática no constituye un programa positivo de comunicación, mucho menos para el final de la gestión de un gobierno cuestionado.
El silencio y la falta de acciones comunicacionales para comenzar a allanar el camino hacia una resolución, no ayuda a la reputación de los encargados de la comunicación de gobierno. La integridad profesional es importante y esa condición le dará valor a la labor que desempeñan. Vale una reevaluación de la libertad e independencia de informar fundamentado en la verdad desde cualquier lugar en donde se desempeñan.
Comunicador
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