• 14/03/2017 01:01

El 8 de marzo, el Canal y la mujer panameña (i)

‘La mujer es la otra mitad del cielo', Mao Tsé Tung

Inspirado en este verso del expresidente de la República Popular China Mao Tsé Tung, escribí unas décimas tituladas ‘La otra mitad del cielo', que empiezan así: ‘Dios esculpió a la mujer /la otra mitad del cielo/ más no la dejamos ser/ por pura cuestión de celo / No necesita ser bella/ ni santa de devoción/ para que en su corazón/ palpite siempre una estrella./ Cuando Dios la hizo a ella,/ se quiso compadecer/ de aquel solitario ser/ que no dejaría semillas,/ y de una de sus costillas/ Dios esculpió a la mujer.'

La idea de la costilla es del Génesis, forma parte de la cultura popular y el folklore del cual la décima es una vía de expresión. No es una confesión ideológica.

La lucha por la soberanía en la Zona del Canal nunca fue obra exclusiva, pero sí básicamente, de hombres. Desde antes de 1975, en mitad de las negociaciones, enmarcadas en la Declaración Tack-Kissinger de 1974, las mujeres panameñas realizaron muchas actividades sobre su situación desventajosa y también para denunciar la opresión canalera. Su apoyo era clave para promover nuestros objetivos en el conflicto con EE.UU.

Eran escasos los hombres que cooperábamos con las mujeres. Recuerdo al licenciado Miguel Ángel Piccard Ami, de la Comisión Legislativa. En aquellos días, pocos estaban familiarizados con la liberación femenina (los casados decían que apoyábamos a las mujeres porque obviamente ¡éramos solteros!).

Algunas personalidades que visitaron a Panamá eran dirigentes de la Federación Democrática Internacional de Mujeres (FEDIM). Recordamos a la viuda del presidente de Chile, Hortensia Bussi de Allende, durante cuya visita hice un discurso ante el Monumento a Gandhi en Calidonia.

La circunstancia de ser asesor del canciller Juan Antonio Tack, principal responsable de las negociaciones, y de haber colaborado siempre con las mujeres, especialmente con la profesora Berta T. de Arosemena, incidió para que ellas me escogieran y que el gobierno me designara como asesor y responsable de la delegación femenina en la primera Conferencia del Año Internacional de la Mujer (AIM), convocada por la ONU en México en 1975.

El vínculo oficial era necesario por cuanto todas las resoluciones del AIM tendrían validez jurídica, lo que aprovechamos para plantear la problemática del Canal y ver si podíamos resarcirnos del veto norteamericano a nuestra resolución en el Consejo de Seguridad celebrado en Panamá en 1973. El AIM sería otra fase de la internacionalización de nuestra causa y allí también debíamos tener éxito.

Ahora bien, la delegación de Panamá estaba integrada por cuatrocientas mujeres de diversa procedencia, que se repartirían entre la Conferencia y la Tribuna No Gubernamental, que tuvo 7,000 participantes.

Dos hombres acompañaríamos la delegación. El otro era el sociólogo Marco Gandásegui, pero éste me comunicó la primera noche que regresaría a Panamá en el primer vuelo del día siguiente, pues acababa de presenciar una agria disputa entre facciones de mujeres derechistas, izquierdistas y torrijistas.

Quedé solo y a cargo de arbitrar entre féminas de distintos signos ideológicos, mas les aclaré que en México teníamos dos deberes: apoyar a la mujer y fortalecer nuestra posición en las negociaciones, lo que hacía obligante mantener la unidad.

La Conferencia era el evento central del AIM, promulgado por la Asamblea General de Naciones Unidas en 1972 para dar continuidad a las labores de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, a fin de llamar la atención del mundo en torno a la persistente discriminación contra la mujer en las leyes y costumbres en el planeta.

Sus objetivos eran: promover la igualdad entre hombres y mujeres; asegurar la integración plena de la mujer en el desarrollo y reconocer la contribución de la mujer al desarrollo de las relaciones de amistad y de cooperación entre los Estados, así como al fortalecimiento de la paz mundial.

Se aprobó una Declaración Final y decenas de resoluciones, una de las cuales trataba sobre el Canal de Panamá.

En diciembre de 1975, la trigésima Asamblea General de Naciones Unidas endosó las decisiones de la Conferencia, incluyendo el Plan de Acción Mundial, y proclamó el período 1976-1985 como el Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer: Igualdad, Desarrollo y Paz.

Veamos ahora la actuación de Panamá (y las panameñas) en esta Conferencia en México, como expresión de la política exterior del general Torrijos y su canciller, Juan Antonio Tack.

EL AUTOR ES ANALISTA INTERNACIONAL, EX ASESOR DE POLÍTICA EXTERIOR Y ESCRITOR.

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