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- 24/03/2021 00:00
Albergues o 'campos de concentración'
La renuncia del exprocurador Eduardo Ulloa dejó al país con la boca abierta, tras el escándalo de los albergues. Las humillaciones a que fueron sometidos niñas, niños y adolescentes, a manos de pedófilos, violadores y pseudoprotectores, es imperdonable.
Estos individuos disfrutaron impunemente de las atrocidades que cometieron contra el pudor de los menores, en dichas instalaciones. El presidente Laurentino Cortizo, en su mensaje tardío a la nación, exigió que se esclarezcan los hechos y, que la justicia castigue a los verdaderos culpables.
El escándalo en estos “campos de concentración” trascendió las fronteras de América. El Fondo de las Naciones para la Infancia (Unicef) expresó su indignación por la crueldad que cometieron los pedófilos y violadores. Lamentó la brutalidad a que fueron sometidas esas almas inocentes. Y, además, señaló “… que los niños, niñas y adolescentes que se encuentran en los albergues están bajo la protección especial del Estado”.
Y qué decir del silencio cómplice de las alcahuetas de la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia (Senniaf) que estaban al frente de dichos centros para velar por los derechos de estos menores y, no hicieron absolutamente nada.
La dimisión irrevocable del exprocurador de la nación, Eduardo Ulloa, dejó entrever que las razones por las cuales renunció fueron los actos bochornosos en los albergues o “campos de concentración”.
A nuestro juicio, el exprocurador Ulloa no dijo toda la verdad, su rostro compungido expresaba su malestar e incapacidad de resolver los problemas de alto perfil, en el Ministerio Público; por consiguiente, pensamos que él es consciente de la influencia desmedida de los peces gordos en las decisiones del Gobierno.
Señor exprocurador, el pueblo quiere saber la verdad. Demuéstrale, que “a mí no me hicieron con leche condensada”. Los panameños estamos ávidos de saber qué lo motivó a presentar su renuncia. Estamos cansados de escuchar la frase “Caiga quien caiga”, que popularizó el exprocurador peruano José Carlos Ugaz, quien tuvo las agallas de desmantelar las redes de corrupción en su terruño. En Panamá, “Caiga quien caiga” carece paradójicamente de veracidad. Y, ello se explica con la salida intempestiva del exprocurador.
Las agresiones sexuales que cometieron los hijos de Mefistófeles no pueden quedar en la impunidad, pues los trastornos emocionales afectarán permanentemente la vida normal de estos menores. Hay que auditar a todos los albergues para saber dónde fueron a parar los subsidios del Estado. El salvajismo contra la inocencia no tiene justificación.
Los hechos narrados por los menores dan fe de los tratos inhumanos a que fueron sometidos. Ellos no tuvieron ninguna probabilidad de escuchar la voz de aliento que detuviera los desmanes de estos criminales.
Las investigaciones sobre estos hechos abominables no deben detenerse, el pueblo quiere saber quiénes son los culpables y que, les caiga todo el peso de la Ley.